Los Tiburones Rojos del Veracruz han sido, en tiempo reciente, protagonistas de algunos episodios de mucha pena para el futbol mexicano, ya que las irregularidades del equipo han dejado mal parada a la Liga MX.

El más reciente escándalo del equipo evidencia que la Liga MX –y en general el fútbol mexicano, con todo y que está agremiado a la FIFA– requiere dejar de ser un terreno en el que más organismos de la vida civil deberían de intervenir para su regulación.

La burbuja en la que habitan jugadores, directivos y hasta dueños de equipos en el balompié abre la puerta para una serie de irregularidades, abusos y hasta eventos de violencia que ensucian el llamado deporte más hermoso del mundo y la aspiración de quien sueña con vivir de esta actividad.

Durante muchos años ha sido un secreto a voces que en el futbol mexicano jugadores recomendados, hijos de exfutbolistas, atletas que incluso pagan una cuota a sus entrenadores por mantenerse en los equipos, sean quienes militen en los clubes y lleguen a cumplir su sueño de ser profesionales.

Sin embargo, hasta hace unas semanas hablar de acuerdos sexuales para seguir formando parte de un club y quizá considerado para jugar, y la serie de situaciones que se dieran a conocer en la columna de Ignacio Suárez, que precisamente ventiló algunos de estos hechos al interior del equipo Sub 20 del Veracruz, son signos de que no sólo la institución sino el fútbol mexicano deben ser investigados a fondo.

Dentro de lo documentado, Ángel Flores, representante de jugadores, invitaba vía mensajería instantánea a algunos de los jugadores a “rifarse”, es decir, recibir una felación a fin de ser recomendados por éste para participar en el equipo, permanecer en él y jugar bajo las órdenes del entrenador René Isidro García –quien desde luego ya levantó la voz e irá a desmentir tales acusaciones–. No hacerlo implicaba para el joven prácticamente ser relegado del equipo hasta abandonarlo, y quizá regresar a su ciudad de origen, viendo frustrado su sueño de ser futbolista.

Dentro del historial de penosos hechos en este club, figura también el de los dobles contratos, uno ante la Federación Mexicana de fútbol y uno más ante un particular, en el que el club se veía favorecido y el empleado (futbolista o entrenador) perjudicado en sus condiciones laborales.

Dentro de la serie de irregularidades del equipo Veracruz, precisamente figura su presidente, quien ha sido diputado federal por el estado: Fidel Kuri, quien durante un tiempo recibió el apoyo gubernamental de la entidad para mantener al equipo y amenazó con llevarlo a otra ciudad si no le brindaba el apoyo económico.

Veracruz es, por su ubicación geográfica, puerta de entrada de muchas mercancías, conceptos de negocio y seres humanos al país; sin embargo, y ante el amparo de medidas muy timoratas de la Liga MX y de la Federación Mexicana de Futbol, también es un paraíso para la impunidad.

Se puede hacer el recuento de las incómodas situaciones que se han suscitado en el equipo, y se pueden enumerar los adeudos a sus empleados, hechos de violencia en su estadio, y un tema tan delicado como el de los abusos sexuales hacia sus jóvenes jugadores (ya desmentidos por el club, por cierto, de la relación con el representante Ángel Flores ). Es, quizá, una muestra de lo que en menor medida ocurre en algunos otros clubes del futbol profesional en nuestro país.