Por su pertinaz bravuconería, o adicción a externar, a acusar, lo que primero que se le ocurre sin pensarlo, o sea, declarar o responder a botepronto –y actuar en consecuencia– sin medir reacciones, quizás por su afán protagónico de marcar diferencia, es que Enrique Alfaro Ramírez se ha metido en un berenjenal, o dicho más … Sigue leyendo ¿Toda la culpa es de Alfaro?
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