UdeG: a corregir entuertos

UdeG: A corregir entuertos

Juan M. Negrete

A lo largo de muchos años, ha sido casi una tarea infructuosa señalar a los administrativos de la UdeG las serias deficiencias por las que han hundido a nuestra máxima casa de estudios. La explicación no pedida tenía que ver con el dato de que toda pócima correctiva tenía que pasar por la aprobación del guía moral en turno o capo de la mafia udegeísta. En tal punto concluía toda especulación. Cierta o no, era la tónica recurrente de respuesta.

El visir en turno de los últimos treinta y cinco años fue Raúl Padilla López. Nos dijeron, como versión oficial, que él se hizo a un lado del camino por su propia mano. Será o no. No vamos a discutir este pequeño detalle. El hecho duro y maduro es que de ese ronco pecho salían todas las directrices a las que debía atenerse el funcionamiento universitario. La línea se obedecía desde la rectoría central hasta la más humilde preparatoria de rancho. Porque hemos de saber que ya tenemos tantas prepas casi como municipios tiene el estado. Si es un logro esta expansión horizontal en su infraestructura o no, habría de revisarse. Pero volvamos a lo de sus variables de funcionamiento.

En la entrega pasada, ocupándonos de la elección de Karla Planter como nueva rectora, nos ocupamos de las profecías proferidas por los sabios del café que se ocupan, entre muchos otros chismes, de las razones por las que se adelantó esta elección y por las que salió electa una mujer. A quienes les gustan los discursos de las cuestiones de género, se han quedado prendados del virtuosismo de que se trate de una dama la que ocupe ese codiciado puesto y nadie los mueve de ahí. Muy su gusto.

Aquí aventuramos que los tales profetas adujeron que la elección se adelantó porque doña Claudia le prometió a Villanueva que lo integrará a su gabinete. Pues hace unos días, tanto él como Karla se reunieron con la bancada de los diputados locales y, entre otros de los datos que dieron a la luz, soltó la prenda de que se adelantó esta elección para que la nueva rectora ya participara con los diputados en la discusión y las precisiones del nuevo presupuesto. Tiene sentido la puntada porque será ella la que tenga que torear con las partidas por ejercer, sus montos y sus destinos. Hasta aquí, todo bien. Si es cortina de humo para que el público no tenga información de la nueva plaza que ocupará Villanueva o no, es cosa ya sin tanto interés para la comuna.

Lo que sí nos parece, como lo dijimos en el titular mismo de la entrega anterior, como una bocanada de aire fresco viene a ser el hecho de que estas materias fangosas se empiecen a ventilar públicamente. Siempre han sido los diputados los encargados de aprobar, vetar, reducir o aumentar las partidas presupuestales que el estado entrega para la educación y en concreto a nuestra alma máter. Pero lo que había, y a lo que ya nos habían acostumbrado, es a que los angelitos funcionarios de la universidad iban muy modositos a poner la cara para aceptar los arreglos que ya les habían enjaretado desde otras instancias de poder. Está claro que hablamos de los poderes fácticos, que en Jalisco no han variado la nota.

Ah, pero es aquí donde el extinto dueño de la franquicia universitaria inventariaba sus trucos y recursos, oscuros o abiertos, para que esos dineros públicos se trabajaran como el francés: se pronunciaban de una manera, pero se escribían de otra. Ya no está al frente de estos embijes el faraón de la cultura. La pregunta que nos hacemos todos corre rumbo a enterarnos de si dejó heredero o no para estas componendas. Si Villanueva, que aún es el rector en funciones, les solicitó a los diputados trabajar en conjunto para ventilar y aprobar con ellos lo conducente a estas materias, sí que es novedad. Tal vez los que se decían sucesores de Padilla con todos los derechos, ahora no sólo enviudaron, sino que se quedaron huérfanos. O negocian o se atienen a lo que les aprueben quienes por ley son responsables de estos asuntos.

Por fuerza va a tener que despejarse la incógnita del destino concreto de estas elevadas partidas. Ya lo dijo claramente doña Claudia Sheinbaum, quien sabe mucho de todas estas triquiñuelas universitarias pues ha pasado toda su vida anterior dentro de estos enjuagues: el crecimiento desmesurado de las burocracias universitarias, abusando o no de la autonomía vigente de estas instituciones de educación superior, debe revisarse. ¿Es algo del otro mundo? Por supuesto que no. Ahí, precisamente en tal llaga, es donde hemos puesto el dedo todos los críticos particulares y locales de estas actividades, que no les resultan tan conocidas al respetable.

Aquí en casa siempre están festinándole al padillismo el desmesurado crecimiento de la red universitaria, cuya obvia secuela vino a ser la expansión de su burocracia. No sólo se duplicaron o triplicaron los puestos. Dicha camarilla lleva décadas despilfarrando en sueldos elevados las partidas del presupuesto, al grado de que hasta el gobernador Emilio les apodó como la burguesía dorada. Ahora dicen que le van a meter mano. Ojalá.

Decía don Quijote en sus arranques desesperados que no estaba obligado ni a corregir entuertos ni a enderezar jorobados. Nuestra UdeG no sólo está jorobada, vista desde la perspectiva del manejo de los dineros públicos; está tullida; está paralizada. Y no se le ven visos de corrección inmediata. Es una de las tareas centrales a las que va a tener que ocuparse en serio, aparte de muchos otros rubros, doña Karla y su equipo en la nueva rectoría. Ya veremos.