Un nuevo frente panista en Bolivia

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Filosofando

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Es de dominio público el choque diplomático generado en Bolivia en contra de nuestra embajada mexicana. Se encuentran asilados en ella nueve funcionarios del gobierno de Evo. Nuestros diplomáticos acudieron con oportunidad a otorgarle asilo a Evo, una vez que los milicos y la fuerza desatada de la derecha intolerante de aquel país lo tiraron de la silla. Vino a con nosotros y fue recibido como presidente depuesto mediante golpe de estado.

No podían recibir los golpistas tal señalamiento. Siguen furibundos porque se les escapó de las manos su presa mayor, en una cacería infame, que aún no conoce término. Tendría que bastar a los maleantes antiEvo con que éste se retirara de nuestro territorio, para que su molestia en contra nuestra concluyera. Un perseguido busca refugiarse en lugar seguro para escapar de los venablos letales. Pues eso ocurrió con Evo, que se les fue de las manos. De no ser por la oportuna apuesta de nuestro país, tal vez estuviéramos hablando de otro estadista latinoamericano más sacrificado. Es viejo el historial de tales agravios en contra de nuestros pueblos, para no abrir su listado y lacerarnos de balde.

Los golpistas desean no ser tomados como tales, por eso se obligaron a convocar a elecciones. El presidente depuesto coordinará a su equipo, a su pueblo, para recuperar la dirección de la república. Si va a haber elecciones, tiene que estar presente. Ahora Evo está instalado en Argentina y opondrá a los golpistas su frente electoral. Veremos luego lo que nos dicten los acontecimientos futuros. Pero como aún están algunos personajes centrales del equipo de Evo retenidos en nuestra embajada, con la petición de asilo, o mejor dicho ya asilados, son los personeros del gobierno de facto los que no les extienden salvoconducto para que salgan de su país y reciban las garantías que este paso diplomático ha venido consagrando en la historia. Nuestro país se signa o levanta el dedo en este renglón, por encima de muchos otros estados nacionales, lo cual hasta nos da un timbre de orgullo.

Todos los países en el orbe se relacionan entre sí con esta tónica. Buscan congraciarse entre sí, no generar conflictos innecesarios. Hasta existe un dominio especial de profesionalización en cada país con este fin. Lo conocemos como la diplomacia internacional. Así haya agravios de nota, los diplomáticos buscan la forma de alisar los pliegues, de limar las asperezas, de bajarle el ruido a los gritos agrios y desentonados.

Por lo que llevamos corrido en estas contravenciones, los tunantes golpistas de Bolivia no aprenden de estas viejas lecciones. Hay de entre ellos un personaje especial al que le apodan el Tuto. Parece que le gusta ser mencionado con dicho mote. Su nombre completo es Jorge Fernando Quiroga Ramírez. Sus credenciales políticas lo pintan de cuerpo entero. Como en este país hermano se suceden los golpes de estado como las gripas, el dictador Hugo Bánzer llegó al poder mediante este método. Pero no le ajustó la cuerda de su vida y se murió en el tránsito. Tuto lo suplió, sin que mediaran elecciones ni nada parecido. ¿Para qué? Estuvo en el poder un año, del 2001 al 2002. Luego, ya desde el sitial de mando, convocó a elecciones y las ganó. Faltaba más. Sólo que no contaba con que pronto iba a salirle un gallo con espolones, llamado Evo, y les barrió todo el esquema electoral, arrebatándoles el poder por trece años consecutivos. Por supuesto que el tal Tuto anda destanteado, totalmente fuera de sus casillas.

Le dieron golpe de estado a Evo y se treparon de nuevo en los sitiales de mando, desde luego con el apoyo de las fuerzas armadas y, tras la cortina, el apoyo incondicional de los gringos, nuestros vecinos. O sea que esta derecha boliviana trabaja al son que les toquen en la embajada yanqui, aunque no haya. La nueva dictadora, que llegó a la silla presidencial sin voto alguno ¿para qué?, se llama Jeanine Áñez Chávez. Es la presidenta de facto. Y su Tuto le sirve como su representante ante la comunidad internacional.

Aunque a todos estos derechosos recalcitrantes les importa un bledo la liza electoral y sus buenos augurios, pues es el proceso legitimador en toda democracia. Tienen un partidito de tapadera. Lo llaman ACD (Acción Democrática Nacionalista). Por el nombre, bien podría llamarse PAN, como el de aquí, pues es la derecha y tremolan los mismos pendones. Pero es más curioso todavía que cuando se topan con otro político que les para los tacos y les contraviene, pierden los estribos y despotrican de lo lindo, tirándosele a la yugular a la persona, no a los principios ni a los acuerdos. No disputan posturas o convenciones, sino que descalifican o buscan demeritar al contrario mediante el desprestigio directo.

Es lo que hay que entender cuando Tuto tilda a AMLO, nuestro presidente constitucional, como cínico, sinvergüenza y bellaco. También lo tilda de cobarde por confundir el respeto y la deferencia con la cobardía. Le acusa de ser padrino de tiranos latinoamericanos y un matoncito arrodillado ante Trump. Hay más linduras extravagantes que salieron de esa boca, pero no vale la pena registrar más exabruptos. Sólo señalar que provienen de un estro común, propio de nuestra derecha latinoamericana, mocha, inculta, inválida. El mismo defecto de los panistas de casa, que no atinan a mover el pandero, sobre todo cuando se les acabó la fiesta. De todos modos hay que mantener cuidado con ellos, que cuando menos se espera, se disparan. Un abrazo de año nuevo 2020 a todos los sufridos lectores que por aquí nos siguen.

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