Un ojo al gato griego…
Karime Noriega Navarro
A lo largo del tiempo se ha tomado a los griegos como punta de lanza en ciertos descubrimientos, tales como el uso de la razón y las cuestiones matemáticas, entre otras. De las cosas que me han llamado más la atención de esta cultura es su forma de gobierno.
Aquel que crea que la política nació en Grecia como por arte de magia en el seno de una asamblea ateniense, se equivoca. Toda esta serie de conocimientos que los griegos nos dejaron como legado no son más que la muestra de un proceso que se fue dando con lentitud, pero con certeza. Para que se diera una política como la que existió en Atenas fue necesario todo un proceso y enseñanza de varias cosas:
1.- Crear una conciencia razonable entre las relaciones personales
2.- Hacerles saber que este tipo de sabiduría se podía aprender, y
3.- Hacerles saber que mediante este desarrollo político obtendrían justicia.
Para los griegos, la política no fue únicamente un poder sobre la ciencia o el arte de gobierno; fue un saber sobre la virtud, expresado mediante la idea de vida justa. No era considerada como mejor vida la idea de placer o poder, sino la idea de saber. A los atenienses les interesaba saber quién tenía derecho a ejercer el poder y cuáles serían los títulos.
La acción política era discutida, pues era el objeto de un saber. Los términos de la reflexión que por entonces se inicia sobre la naturaleza y métodos del saber político cuentan con actores muy destacados: Protágoras, Gorgias, Sócrates, Platón, como los más conocidos.
En la reflexión de cada uno de ellos se evidencia una voluntad de constituir un saber político como un saber instrumental. Ahora bien, hay una divergencia entre la finalidad instrumental, física y social del saber político de los sofistas y la instrumentalidad ética e individual de Sócrates o la moral de Platón, cuyas posiciones no son muy parecidas.
Para los sofistas, el saber político consiste en un instrumento cuya posesión serviría para obtener el poder y ejercerlo con provecho. Tal vez no era precisamente una tendencia a obtener provecho personal, como vino a ser ya en nuestro futuro, pero sí tendiente a la utilidad. En cambio, para Sócrates la política era un saber para el correcto gobierno del alma. Este objetivo determinaba la naturaleza y el método del saber político. Por una parte entonces es un medio para lograr la dominación. Pero por la otra es la herramienta para conseguir el orden y la justicia.
Al hablar de la democracia ateniense es inevitable referirse a sus particularidades que la distinguen de las demás manifestaciones de la democracia en otros momentos de la historia y en otras partes del mundo. La democracia de Atenas fue una en la cual la dinámica de los procesos de la formación de la voluntad política era colectiva. Y esta es una diferencia fundamental con otras manifestaciones de este fenómeno.
Con decir que para los atenienses, al imbullirse en la política sentían que se procedían a una dinámica similar de zambullirse a la poesía. Los hechos heroicos eran los paradigmas de su accionar político, a partir de los cuales se elevaban a la reflexión. Ya seguiremos hablando con más calma de este fenómeno histórico tan interesante y tan poco conocido.