Un país emboscado

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El Rincón de Clío

Criterios

 

El pasado lunes fueron emboscados más de una docena de policías estatales de Michoacán en la comunidad de El Aguaje, municipio de Aguililla, con un saldo de 13 uniformados fallecidos y nueve heridos.

Los elementos cumplían con un mandato judicial en ese municipio, cuando un grupo de civiles armados atacaron las siete camionetas en que se transportaban los oficiales. Un comando de vehículos blindados los interceptó y atacó con ráfagas de metralletas.

Los agresores dejaron cartulinas en los parabrisas de las patrullas baleadas con amenazas en contra de la Policía de Michoacán, firmadas, presuntamente, por el Cartel de Jalisco Nueva Generación (CJNG). Varias de las patrullas fueron incendiadas y abandonadas a la vera del camino luego del ataque.

La esencia de una emboscada es la traición. Es un ataque violento, sorpresivo, fugaz, por la espalda. Por el lado ciego de la sociedad. Muchas veces orquestado desde adentro del grupo al que se ataca. O al menos con la complicidad intestina de algunos individuos.

La emboscada se significa como uno de los actos más ruines para doblegar a un enemigo. Con la emboscada se envían mensajes para dejar en claro al menos tres realidades, a saber: la fortaleza de quien la ejecuta; la debilidad de las víctimas y la traición que permite la adecuada ejecución de la celada.

Los hacedores del mensaje son quienes la llevan a cabo. Grupos criminales y violentos protegidos por el manto del maridaje entre algunas autoridades y células delincuenciales. Quienes sufren la emboscada no solo son miembros de las policías, de las fuerzas armadas y de la marina, sino todas aquellas personas que cotidianamente construyen un mejor lugar para vivir. Al final del día, las emboscadas que sufrimos frecuentemente, se planean desde la oscuridad de ciertos grupos y van dirigidas hacia la sociedad civil y política en su conjunto sin distingo de filias y fobias partidistas y gubernamentales.

Así las cosas, la emboscada de Michoacán es la encarnación en lo micro, y de ese modo nos lo recuerda, de que México está emboscado por una multiplicidad de actores e intereses, cuyo fin último es acceder a la mayor cantidad de recursos económicos y políticos para continuar con el regenteo histórico que han ejercido sobre nuestro país.

A no dudar, el gobierno de Andrés Manuel López Obrador y los gobiernos estatales y municipales, deben entender que una infinidad de situaciones que se tornan violentas o que producen condiciones adversas que impiden la adecuada ejecución de cualquier política pública o programa de gobierno se explican desde la puesta en marcha de constantes, y cada vez más sofisticadas, trampas tendidas a hurtadillas desde el corazón de la sociedad y el gobierno.

Vivimos entre ratoneras. Caminamos entre cepos dispuestos a diestra y siniestra que dinamitan nuestro andar, recordándonos nuestra debilidad institucional producto de las asechanzas construidas desde la corrupción e impunidad convertidas en la artimaña perfecta, visibilizada, no como eso, sino como un ancla que nos impide navegar.

En tanto no miremos la esencia del ancla, México y sus ciudadanos seguiremos siendo un país emboscado.

 

@contodoytriques

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