Zapopan y su descarrilada seguridad pública

pablo lemus navarro policía de zapopan

Elemental

Criterios

Cuando Pablo Lemus fue electo alcalde de Zapopan, una de sus más importantes declaraciones fue que invertiría en la Seguridad Pública 120 millones de pesos cada año, para tener en el tercero una corporación eficiente y profesional.

El municipio ha sido en el tema del delito una montaña rusa. En el trienio de Cornelio Ramírez Acuña lograron que fuera considerada una de las mejores corporaciones del país. En el sube y baja de las circunstancias y ocurrencias ocasionales de los distintos munícipes, son más las pérdidas que las utilidades para la sociedad zapopana.

En las últimas administraciones del PRI, la de Héctor Vielma fue de claro oscuros, por un lado la convirtió en la corporación mejor pagada del estado, con un aumento del ocho por ciento, transformando a sus policías en privilegiados. Una de las áreas que logró avances importantes y era reconocida no solamente dentro de sus filas sino por las otras corporaciones de la zona metropolitana, fue la de Análisis, que con el Informe Policial como insumo básico generaba interesantes estudios, que eran aprovechados por las áreas operativas, para diseñar estrategias de patrullaje y vigilancia de zonas y horarios de alta incidencia, o bien de grupos delictivos localizados en su hábitat y lugares de operación.

Dejaron fuera otras acciones necesarias para convertirla en una policía eficiente, se le criticó en su momento por ejemplo la cercanía con la delincuencia organizada, se hablaba de la colaboración con Ignacio Coronel del grupo de motociclistas y de proteger casas de seguridad en el fraccionamiento Bugambilias, por los vecinos entre otros.

El sucesor de Vielma, Héctor Robles Peiro por su parte, nunca tuvo una estrategia definida para resolver el grave problema de la seguridad pública. Invirtió enormes recursos en construcción de edificios e instalaciones y se olvido de la mejora de los recursos humanos, destacadamente la depuración y la capacitación. Si bien contrató personal nuevo, su Academia fue un desastre, misma que operó ante el desmantelamiento de la academia estatal por Aristóteles Sandoval. Los directivos e instructores de la Academia de Robles destacaron por el abuso con los cadetes, a los que golpeaban físicamente y las mujeres eran hostigadas sexualmente, ante la indiferencia de el Alcalde.

Una queja constante del personal, fue la complicidad de la dirección con los nuevos grupos de la delincuencia organizada. Un caso patético fue el llamado Cero Dos, quién de vivir en una colonia popular, en el segundo año de la administración adquirió una vivienda en el lujoso fraccionamiento Valle Real.

Algunos elementos  inconformes con las corruptelas de sus mandos y de sus propios compañeros, afirmaban que una patrulla con dos policías en el Sector de Las Águilas, obtenía ingresos por extorsión a personas en la calle por tres mil pesos en un turno de 24 horas, mismos que se distribuían entre los dos policías y el comandante del Sector. Todos los hechos estaban bajo la complacencia de un indolente Alcalde, que nunca se preocupó de la conducta de los elementos, mucho menos de mejorar la eficiencia de la corporación.

Ante todas las irregularidades, la llegada de Pablo Lemus fue vista por los habitantes de Zapopan como una bocanada de aire fresco, que venía a mejorar las viciadas prácticas heredadas de las administraciones anteriores. De tal manera que las declaradas  intenciones de mejora y de inversión económica en la corporación, despertaron además del interés, el aplauso de la sociedad. Sin embargo el gusto permaneció poco tiempo.

Para empezar nombró a dos policías federales de oscuro antecedente para dirigir la corporación. No pasó mucho tiempo para que iniciaran los rumores de corrupción y arreglos con la delincuencia. El primer síntoma fue que no se alteró la estructura heredada de las anteriores administraciones, circularon las versiones que los acuerdos con la delincuencia se mantenían en los mismos términos, además de que los contactos de la policía de Robles se mantenían con Pablo Lemus.

Para quienes estaban esperanzados en la mejora de la corporación desapareció su optimismo, de la inversión anunciada en un inicio no se conocieron sus montos, tampoco de su aplicación y aunque hubiera sido la cantidad ofrecida, se aplicó con criterios de interés de Lemus y no del servicio, puesto que no hubo resultado alguno en la mejora. Se pudo observar que se destinó para habilitar las instalaciones del elefante blanco heredado por Robles y la depuración, la capacitación, la carrera policial, la reorganización, todo quedó en el abandono. El número de robos a casa habitación en lugar de abatirse, se incrementó, los asaltos a negocios y personas aumentaron, los homicidios se dispararon.  Todo ello ante la despreocupación de Pablo Lemus, que ahora mantenía la atención en la contratación de obra pública y en las adquisiciones de bienes y servicios.

Así, de tener el municipio alguna vez una de las mejores corporaciones del país, pasó a ser uno de los que tiene mayor índice de hechos delictivos y violencia. De ser una policía estimulada y deseosa de mantener el respeto y el reconocimiento social, es ahora una corporación con personal de ánimo deprimido y actitud negativa, que ante los hechos delictivos en lugar de manifestar interés en abatirlos, se siente en riesgo por la desconfianza que le despierta la administración municipal y sus mandos.

En el arranque del segundo periodo no se aprecia señal ni manifestación de mejora, por lo que es previsible que la ruta seguirá siendo el abandono del servicio y la utilización de la función pública para los ingresos ilegales de mandos y directivos, en tanto sufre el abandono y el desinterés de Pablo Lemus.