Felipe Cobián Rosales
¿Habrase visto en ciudad alguna del mundo un tráiler itinerante con tamaña carga de 157 cadáveres de personas, mayoritariamente ejecutadas, sin que nadie se apure por ellas, salvo sus familiares que las buscan y no las encuentran porque no hay ayuda oficial?
Toda una gran morgue sobre ruedas porque faltó previsión y los cadáveres siguen sin identificarlas y sin carpeta de investigación concluida.
¿Habrase visto alguien que quiera hacerse responsable de tales cuerpos?
¿Habrase visto autoridad alguna que ni siquiera se inmutó y ni se preocupó por resolver el problema de tan inaudito y macabro cargamento, antes de que se hiciera el gran escándalo?
¿Habrase visto gobierno alguno que dejó hacer y pasar su sexenio sin responder a exigencias de dotar del presupuesto indispensable al Instituto Jalisciense de Ciencias Forenses (IJCF) para tener suficientes cámaras de refrigeración y más y mejores peritos ante la ola creciente de crímenes –por culpa del mismo gobierno-, y sí en cambio gasta millonadas, por ejemplo, en peleas del mismo boxeador para hacerse propaganda por televisión?
¿Habrase visto alguien como el gobernador Jorge Aristóteles Sandoval; el secretario general de Gobierno, Roberto López Lara y el fiscal general, Raúl Sánchez Jiménez que, para evadir su responsabilidad le cargaron todo el peso al director del IJCF, Luis Octavio Cotero Bernal y lo hicieron chivo expiatorio al destituirlo?
Si acaso tuviera Cotero alguna responsabilidad, sería menor frente a los citados, empezando por Aristóteles y López Lara que nunca hicieron caso a sus reclamos. Y cual Poncio Pilatos, se lavan las manos de un escándalo que trascendió fronteras.
Cotero Bernal había dicho que ya no había espacio para más cuerpos y que, por tanto, no le correspondía al IJCF resguardar cadáveres que le deriva la Fiscalía, pues su función esencial es hacer peritajes
Así, las virulentas palabras de López Lara se revierten en su contra y de su jefe: “Hay indignación y molestia por la situación que exhibe una grandísima indolencia, omisión y negligencia de distintas autoridades en el protocolo de actuación de personas fallecidas que no han sido reclamadas”.
Ante la creciente ola de violencia que generado un gran número de muertos, incluso del mismo sistema gobernante con tantos policías caídos, el ahora exdirector del IJCF previno sobre la falta de cámaras frías, peritos y espacios suficientes para cumplir con el cometido. Nadie le hizo caso.
Del gobernador para abajo hubo sólo negligencia. O como el mismo titular de Gobierno dijo: “insensibilidad de parte de algunos funcionarios”.
Así, mientras que decenas de padres de familia aquí y en todo el país buscan angustiados a sus hijos desaparecidos hace días o una, dos, tres semanas, meses o años, un tráiler deambula por la zona metropolitana con su carga de 157 cuerpos a bordo sin encontrar reposo.
Por ahora ha recorrido los municipios de Tlaquepaque, Tlajomulco y Guadalajara sin haberle encontrado acomodo todavía, aunque se había hablado extraoficialmente de incineración o sepultura, pero ni siquiera se ha construido, como se ha prometido, un cementerio especial.
¿Hasta cuándo tanta dejadez, negligencia y descaro de las autoridades, frívolas, deshonestas e indiferentes ante tantos reclamos y necesidades de una sociedad enardecida?
Lo bueno es que ya se van. Pero, ¿renacerá la esperanza?