Partidiario: ¿“Plan B” contra la Suprema Corte?

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Jueves 05 de enero de 2022.- Cuando el presidente Andrés Manuel López Obrador no encontró mayoría calificada favorable a él para modificar a su modo la Constitución en materia electoral, echó manos de sus habilidades políticas y envió al Legislativo su “Plan B” para salirse con la suya.

 

Con el garlito de reducir al máximo los gastos enormes de cada elección y también grandes erogaciones por el exceso de legisladores en ambas cámaras, pero con el avieso propósito de centralizar bajo su mando al INE, como cuando Manuel Bartlett tumbó el sistema e impidió el triunfo de Cuauhtémoc Cárdenas, AMLO dejó de lado lo importante: la segunda vuelta electoral para evitar presuntos fraudes o confusiones como le sucedió a él en 2006.

 

Sumisos hasta la ignominia, sus diputados y senadores -salvo uno, Ricardo Montreal-, hicieron lo que el mandatario les ordenó “sin cambiar una sola coma” con el apoyo de los partiditos que se venden al mejor postor.

 

Al arranque de este 2023, el Presidente tampoco las trae todas consigo y aún no se sabe bien a bien cómo reaccionará con el tiempo aparte de sus diatribas diarias.

 

Este año recibió ya un doble revés. Primero, la elección de Guillermo Valls Esponda como presidente del Tribunal Federal de Justicia Administrativa (TFJA), quien no gozaba de las preferencias presidenciales y luego, la mayoría de los ministros de la Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN), votaron por la primera mujer que será su presidenta y también del Consejo de la Judicatura Federal, pero tampoco su favorita, Yasmín Esquivel Mossa, sino por Norma Lucía Piña Hernández, de quien se sabe que se apega a derecho en sus decisiones.

 

Desde el principio hasta el final el 31 de diciembre, del hoy expresidente de la SCJN, Arturo Zaldívar, Andrés Manuel se jactó, y lo repetía a cada rato (“dime de qué presumes y te diré de qué careces”), de que, en su gobierno, como no ocurrió en el período neoliberal, hay independencia de poderes. Pero Zaldívar no daba paso sin la anuencia del que manda desde Palacio Nacional.  Hasta lo propuso para que extendiera su mandato hasta finales de 2026. En silencio se dejó querer mucho tiempo hasta que la Corte le exigió definición. Al final rechazó tan tentadora propuesta.

 

El mandatario quería más: hacer de la SCJN un bastión a su disposición. Fue así que impulsó e impuso la candidatura de Esquivel, esposa de José María Riobóo, el consejero constructor de la Presidencia y presunto autor intelectual del fracasado Nuevo Aeropuerto Internacional en Texcoco, simplemente porque no fue incluido en la magna obra que quedó a menos de una tercera parte.

 

De semanas atrás, López Obrador venía hablando mucho en sus mañaneras en favor de la susodicha Yasmín para posicionarla. Pero ándale que se atraviesa el articulista e investigador Guillermo Sheridan e informa que la tesis de Esquivel Mossa para obtener el título de abogada en 1987, fue copiada -plagiada- de otra elaborada por Edgar Ulises Báez Gutiérrez 14 meses antes.

 

No obstante las evidencias, el Presidente entró en ira y durante el resto de las mañaneras de diciembre barrió en contra de todos sus “adversarios” y los surtió de clasistas, racistas, etcétera. A Sheridan en particular y más intelectuales. Calumnió y difamó sin olvidar sus arrebatos en contra de críticos y periodistas, opuestos o no a su transformación.

 

Y salió a la luz que la asesora de tesis de Edgardo Ulises, fue la misma que asistió a Yasmín. No sólo eso, dicha abogada y catedrática, se jacta de haber asesorado más de 500 tesis. Esto es imposible, escribió en Crónica Raúl Trejo Delarbre quien, con más años en estas lides, ha brindado asesorías a poco más de medio centenar de tesistas.

 

Después, ante lo que se veía inminente, entraron en acción junto con la Presidencia para desvirtuar el flagrante plagio y evitar la catástrofe que se venía, la Fiscalía de la CDMX que apoyó la autodefensa de la interesada quien, fuera de toda lógica, tiempo y lugar, denunció que la plagiada era ella y no el que la hizo un año antes. Hasta inventaron que Édgar Ulises envió un mea culpa. En el juego entró la propia corcholata Claudia Sheimbaum desde su reducida mente política.

 

Todo les salió al revés y el fracaso de la estrategia palaciega sustentada con recursos del erario con lo que se habría pagado a un notario para que certificara lo que nunca existió, como a supuesta visita a la casa del plagiado. Éste dijo al portal Eje Central que nadie llegó a su casa a averiguar.

 

Lo inaudito de la ministra copiona es que haya llegado a tal puesto si en su momento no tuvo la capacidad mínima para hacer una tesis. O ¿sería simple pereza? Lo que es evidente es falta total de ética, de moral. ¿A cuántos inocentes habrá declarado culpables? De lo que se escapa ahora el país entero.

 

Por los catastróficos resultados para el gobierno -Yasmín apenas tuvo un solo voto y se cree que fue el propio-, cabe esperar un “Plan B” para tratar salvar el pellejo, dada a ira y el espíritu revanchista y hasta vengativo del presidente quien hasta de las manifestaciones libres de la sociedad se atribuye la patente.

 

¿Se dará ese “Plan B” para reivindicarse?

 

Hay que tomar nota, pues ya salió el peine de su “amor”, pues…  “Ayudando a los pobres va uno a la segura porque ya saben de que, cuando se necesite defender, en este caso la transformación, se cuenta con el apoyo de ellos; no así con sectores de clase media ni con los de arriba ni con los medios ni con la intelectual. Entonces, no es un asunto personal, es un asunto de estrategia política”.

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