Felipe Cobián R.
Antes que nada aclaro que no soy peñista y nunca lo he sido, al contrario, nunca me dio buena espina y mírenlo cómo va a pasar a la historia y, por lo pronto, cómo va a quedar ante el pueblo mexicano al término de su mandato: con el oprobio de ser llamado uno de los gobiernos más corruptos.
De nueva cuenta, el candidato panista-frentista Ricardo Anaya vuelve sobre sus andadas y ataca de nuevo a Enrique Peña Nieto. Lo culpa de ser el orquestador de una campaña negra en su contra y de haber pactado con Andrés Manuel López Obrador, y que esa es la razón por la cual lo vuelven a calumniar.
Pero Anaya debe saber que él mismo es la causa de ese desprestigio tras usar toda clase de artilugios para llegar hasta donde está.
Desde hace dos años, Anaya, como presidente que era del PAN, venía aprovechándose de todos los recursos, y en particular los económicos del mismo partido para promoverse con miras a ser candidato presidencial a como diera lugar.
Andrés Gómez describió aquí muy bien el martes 5 quién es Anaya. Dijo que este candidato “carga con el resentimiento de quienes ha pisoteado y la desconfianza que genera en su camino hacia la cima. Muchos ciudadanos ven en él a un ente trepador y oportunista que arrasaría con los recursos públicos, con trato prioritario a sus intereses sobre el servicio público”.
Con esa ambición sin límites, su ego, traiciones y una sonrisa inconvincente, envolviendo con su verbo a sus compañeros de la mesa directiva y consejeros para que no hubiera, por primera vez en la historia de ese partido, elección interna y prácticamente se autoproclamó candidato presidencial.
La misma receta aplicó con quienes formaron el frente, el muy debilitado PRD con la emigración de muchos de sus miembros a Morena, y con Movimiento y Ciudadano. Ahora, todos ellos en franco descenso.
De Acción Nacional también salieron muchos panistas encabezados por Margarita Zavala quien, en su momento de precandidata era la única que competía casi al tú por tú con Andrés Manuel.
Así, sin muchas simpatías entre la masa panista, Anaya no ha logrado despuntar y no lo hará en lo poco que resta de la campaña. A lo más que pudiera aspirar es a no estar abajo del priista José Antonio Meade que ha escalado un poco mientras aquel baja.
La confrontación ahora con Peña Nieto es por un video que el jueves de la semana pasada se difundió profusamente por las redes sociales en el cual los hermanos queretanos, Juan y Ricardo Barreiro
reconocen haber hecho negocio con Ricardo Anaya en la compraventa de un predio y construcción de unas bodegas –que luego se denunció como lavado de dinero–, con el propósito de apalancar su entonces futura campaña electoral.
Soñaban los Barreiro en que el exdirigente panista se convertiría en presidente de la República y que “con eso nos vamos al cielo”, de los negocios y las ganancias, por supuesto.
Ahora, cuando Anaya ve que se le cierran los espacios y el mundo se le viene encima cuando sus socios o presuntos cómplices ratifican, sin darse cuenta, los manejos oscuros que ya se habían hecho públicos y llegaron hasta la Procuraduría General de la República y sale a relucir su avaricia, acusa a Peña Nieto de ayudar al Peje “atacandome a mí que soy el único que le puede ganar”. Afirma que el contenido de tal video es falso, pero que lo hace porque AMLO ya lo perdonó. También amenaza que de llegar a la presidencia y de resultar Peña culpable, lo enviará a la cárcel.
Pero el corto tiempo que hace de todo esto, es ya justiciero y vengador con Anaya. Y lo que falta para conocer el colofón.
Twitter: fcobian