¿El juicio a Padilla? ¡Que espere!

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El fin de la semana pasada la nota mañanera de que la lupa del poder nacional se posaría finalmente sobre Raúl Padilla hizo cierto ruido mediático. AMLO aludió directamente al capo universitario y de ello se siguió cierto ruido provocado por muchos interesados, detractores o defensores, gratuitos o no. Todo apuntaba, como suele pasar en la dinámica de los procesos mediáticos que promueve el presidente, a que se estaba tendiendo el tapete para que en los siguientes días el SAT o la UIF, o alguna de esas instancias invulnerables, sacaría a relucir trampas y manejos turbios del señalado. Pero nos distrajeron la atención otros avatares. Veámoslo.

Para el lunes apareció otro tema, mucho más complejo e importante. Hablo de la famosa subcontratación laboral o outsourcing, como también se le conoce. Como ya somos medio gringos, ya tenemos rato parchando nuestros manteles colectivos, por ver si en una de ésas terminamos declarándonos al menos invitados del banquete yanqui. Hay muchos paisanos que suspiran por dicho tránsito. Pero no nos desviemos. La subcontratación se llevó la atención en cuanto arrancó la semana. Lo de la UdeG bien podía irse a media semana o hasta el final de ella. ¿Cuál era la prisa?

En el entretanto salieron a palestra defensores del posible indiciado. Con habilidad retórica, que se nos ha vuelto común cuando de escurrir el bulto se trata, casi todos éstos cogieron en sus manos el banderín de la FIL y se dispusieron a jurar que ofrendarían hasta su vida por proteger semejante proyecto cultural. Hubo de carne, de chile y de manteca. La instancia oficial que tiene a su cargo la organización de este evento glamoroso sacó, la primera, un desplegado premonizando a todo posible agresor o intruso que más vale que se detenga, si no quiera verse apabullado con las impetuosas fuerzas de los torrentes culturales y ‘proactivos’ que esta empresa ha generado a lo largo de décadas de succionar recursos públicos.

Me extrañó ver entre estos primeros pírricos escudos a Federico Arreola. Expuso que AMLO no le tocará ni un pelo a Padilla, pues éste le tendió a aquel su manto protector cuando lo del desafuero y luego, ya en 2006, cuando las protestas por el fraude con el que la oligarquía local le arrebató la presidencia para entregársela en espuriato a Felipe Calderón. Por tal gambito tuvimos que soportar seis años a dicho gañán michoacano y estamos viviendo las secuelas de dicho desastre. Y, bueno, nos quiso hacer entender que AMLO suele ser agradecido. Así que no va a haber encuere, si es que podamos aplicar este vocablo a lo que estamos esperando que venga.

Otro periodista calificado que manifestó abiertamente su escepticismo es Felipe Cobián, el director de nuestra revista digital Partidero. Podemos leer en su espacio los puntos finos en los que finca sus dudas, como para que esperemos una acción reivindicativa de parte de AMLO. Y así podríamos seguir pasando revista de muchos suspirantes y atentos lectores. A muchos de éstos les encantaría conocer de dicha acción política y no les disgustaría dar fe de la posible conclusión de un cacicazgo que ya se ha extendido demasiado, con la complacencia de cuantas autoridades han desfilado ante nosotros, trátese de personeros locales o nacionales. padilla

Pero a media semana nos cayó de improviso un chubasco que nos empapó a todos. No fue sólo de trascendencia nacional sino internacional. Se llevó todas las candilejas y cuanto micrófono alcanzó a ser prendido. De pronto trascendió un hecho poco común. La justicia gringa decidió no extraditar sino devolvernos a su preso mexicano de polendas, al general Salvador Cienfuegos, a quien apenas había detenido a mediados de octubre, con cargos de tráfico de drogas y lavado de dinero. padilla

El general Cienfuegos fue en el sexenio de Peña Nieto el secretario de la defensa. O sea, en cuestiones de seguridad viene siendo el funcionario más importante del país. Es el brazo derecho del poder ejecutivo, nada más, pero tampoco nada menos. Nuestras leyes dictan que el comandante supremo de las fuerzas armadas del país viene siendo el titular del poder ejecutivo. O sea que el mero mero del sexenio pasado fue Peña Nieto, como ahora lo viene a ser AMLO. Pero ningún mexicano desconoce que quien trae los hilos de dichos poderes realmente amarrados entre sus dedos viene siendo el secretario de la defensa nacional en turno. padilla

Eso de que nos lo hayan enchiquerado por allá y que sería enjuiciado y sentenciado en tribunales gringos, era grito que clamaba al cielo. Pues la semana nos trajo consigo una de las sorpresas menos esperadas de la interacción de la vida diplomática con nuestros poderosos vecinos del norte. ¿A cambio de nada? ¿Con arreglos en lo oscurito? ¿Por nuestra linda cara? Ya lo veremos en lo que se nos venga más adelante. Por lo pronto, ante la importancia de su propio calado, cualquier otro acontecimiento a su lado palidece por la fuerza de las implicaciones tan importantes que se derivan de suyo. Así que lo de Padilla puede esperar hasta sentado. No hay urgencia. Para escándalos menores hay mucho más tiempo que vida, o al menos eso dicen nuestros rancheros. Y yo casi siempre estoy de acuerdo con ellos

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