La llamada

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Los presidentes de México, Andrés Manuel López Obrador, y de Estados Unidos, Joe Biden, se reunieron por primera vez este lunes. Fue la segunda reunión que el jefe de la Casa Blanca realiza con otro líder extranjero; la primera fue con el primer ministro canadiense, Justin Trudeau.

Las comitivas de ambos países muestran la importancia que tuvo la reunión para los dos mandatarios. Del lado mexicano asistieron el secretario de Relaciones Exteriores, Marcelo Ebrard; las secretarias de Economía, Tatiana Clouthier, y de Seguridad y Protección Ciudadana, Rosa Icela Rodríguez; el Subsecretario de la Defensa, general André Georges Foullon Van Lissum; el subsecretario de Marina, almirante Eduardo Redondo Arámbulo; el embajador de México en Estados Unidos, Esteban Moctezuma Barragán; el comisionado del Instituto Nacional de Migración, Francisco Garduño Yáñez, y el jefe de la Cancillería de la embajada de Estados Unidos en México, John Creamer. Por su parte, el presidente norteamericano se hizo acompañar de Tony Blinken, secretario de Estado; Alejandro Mayorkas, secretario de Seguridad Nacional; Jake Sullivan, asesor de seguridad nacional; Elizabeth Sherwood-Randall, asesor adjunto de seguridad nacional para la seguridad nacional; Roberta Jacboson, coordinadora de la frontera sur de EU y Juan González, director senior para el hemisferio occidental.

De modo contrario a lo que muchos hubiesen pensado o incluso deseado, la relación entre los dos jefes de Estado ha caminado por veredas mucho más tranquilas que las recorridas por Andrés Manuel de cara al gobierno de Donald Trump. Sin que echemos las campanas al vuelo, los acuerdos que se ha estado tomando y la relación que se está construyendo parece mostrar buena cara, sobre todo si pensamos que, con un nuevo inquilino en la Casa Blanca, la relación debe de iniciar casi desde abajo.

A lo largo de los noventa minutos que duró la reunión bilateral se alcanzaron varios cuerdos y otros más quedaron pendientes de resolverse, sin que eso signifique la cancelación de los mismos. Las temáticas que dominaron el encuentro fueron la migración, el cambio climático, la lucha contra el crimen organizado, la pandemia de Covid19 y un aspecto que me parece de suma importancia, el combate a la corrupción. En un balance general, los resultados son más positivos que negativos. El buen entendimiento entre ambos mandatarios dominó el encuentro y las dos delegaciones se mostraron satisfechas con el resultado final. Lo que sigue es la materialización y puesta en marcha de lo acordado.

En materia migratoria, el jefe de la Oficina Oval mantuvo con firmeza su postura para desmontar las medidas contra los migrantes establecidas por su sucesor. En ese sentido, Biden ratificó que seguirá adelante con sus Órdenes Ejecutivas para lograr la reunificación de familias separadas, restaurar el sistema de asilo y destinar recursos que ayuden a establecer condiciones en las naciones del Triángulo del Norte centroamericano y el sureste mexicano que ayuden a detener el flujo migratorio. Nuevamente se prometieron 4 mil millones de dólares para dicho asunto. Este ofrecimiento por parte del vecino del norte, no se contrapuso a la propuesta de López Obrador de que se vuelva a diseñar un acuerdo para que trabajadores mexicanos y centroamericanos temporales vayan a laborar en territorio estadunidense.

En lo referente al ámbito económico, ambos países se mostraron conformes con el renovado acuerdo comercial T-MEC, incluso no hubo ningún rechazo por parte de Palacio Nacional a la exigencia de Estados Unidos para que en nuestro país se mejoren las condiciones laborales que evite una competencia desleal con los productores de la Unión Americana.

En el tema donde México no consiguió lo que buscaba fue en lo referente a obtener vacunas contra el Covid19 de nuestro vecino norteño. En ese sentido, la vocera de la Casa Blanca, Jen Psaki, confirmó que la prioridad del presidente Joe Biden era la inoculación de los más de 330 millones de habitantes de su país, antes de pensar en ayudar a nuestro país a obtener mayores vacunas.

En materia de seguridad, todo parece indicar que continuarán las actividades conjuntas para enfrentar el flagelo de la delincuencia organizada, aunque bajo un esquema diferente al anteriormente utilizado lo que implica al menos dos cosas: una mayor restricción de las acciones de los agentes de la FBI y la CIA en nuestro país, y un plan que pueda sustituir a la Iniciativa Mérida.

Uno de los puntos que me parece más significativo y ha recibido poca atención, fue el compromiso de ambos mandatarios para combatir la corrupción. No cabe duda que para los dos gobiernos la corrupción y la impunidad se significan como las piezas angulares que pueden evitar la llegada a buen puerto de todos los acuerdos tomados. Sin el combate frontal a la corrupción ninguna reunión bilateral por más cordial que sea podrá alcanzar los objetivos y compromisos logrados en los encuentros.

Esperemos que el ambiente que dominó la primera reunión bilateral López Obrador-Biden sea el que marque el resto de las administraciones.

 

 

@contodoytriques

 

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