Felipe Cobián Rosales
Sí. Al paso redoblado al que vamos en este país -en el más amplio sentido de la expresión-, cuando los militares asumen todo: aduanas, construcción de infraestructura, reparto de medicamentos, vacunas y lo que les falte por asumir, no nos sorprenda que, casi al final del sexenio, un alto mando castrense pase a retiro, temporal, para convertirse en candidato.
O ¿cuál sería el sentido del discurso conmemorativo de la Revolución Mexicana –que, por cierto,
cayó en abandono durante los sexenios panista– que pronunció el titular de la Defensa Nacional, Luis Crescencio Sandoval? El militar se saltó el código en uso uso de no inclinarse por partido político alguno, él invitó a “apoyar a Cuarta Transformación que está en marcha”.
Expresó: “Las Fuerzas Armadas y la Guardia Nacional vemos en la transformación(…) el mismo propósito de las tres primeras transformaciones: el bien de la patria. Se enfoca a desterrar la corrupción, procurar el bienestar del pueblo, el progreso con justicia, la igualdad, el crecimiento económico, educación, salud y seguridad…”
Cuando tantas cosas importantes ocurren en torno y hacia el interior de las Fuerzas Armadas y su poder va in crescendo a la par de la secrecía, cualquier cosa podremos esperar.
El Presidente ha blindado al Ejército, al general Luis Crescencio Sandoval de todo aquello que tenga que ver con su desempeño que ahora es sumamente amplio, contrario a lo que dijo como candidato cuando en varias ocasiones arremetió en contra de dicha institución.
A las Fuerzas Armadas, López Obrador, le ha dado todo. En noviembre expidió “decretazo” que declara de interés público y de seguridad nacional las obras de su gobierno con la intención de que no sean interrumpidas, como sus trenes Maya y del Itsmo, la refinería Dos Bocas y el Aeropuerto Felipe Ángeles. Con esto impide la competencia comercial o licitaciones públicas abiertas a cualquiera tanto en la construcción como en la proveduría de materiales y equipos. Todo se hace y seguirá haciéndose por asignación directa, así se ocasionen más dudas sobre el correcto manejo de la hacienda pública.
Mucha gente se pregunta: ¿Hacia dónde va el mandatario nacional con tantas encomiendas al Ejército y a a Marina? ¿Quién podrá arrebatarles tanto mando y tanto poder a las fuerzas castrenses cuando ya no sean tan requeridas?
¿Llegará el momento en que las Fuerzas Armadas por sí solas puedan retirarse de actividades que no les competen? ¿Lo harán? ¿Qué tal si se engolosinan?
Es cuando nos preguntamos de si a este paso redoblado, redoblado en el tan adelantado destape de precandidatos, no habrá ya uno sino hasta dos “caballos negros”. Uno, el titular de Gobernación, Adán Augusto López Hernández (AALH), del que ya escribía aquí el 5 de noviembre: ¿Qué papel jugará Adán Augusto López Hernández, titular de Gobernación, tabasqueño como el mandatario y fiel siempre a su mandato desde el año 2000? No hay que descartarlo, para nada. Como años estuvieron en el poder los norteños Obregón y los Calles, ahora importa, sobremanera, el Sureste mexicano. ¿Quién más puede darle continuidad, allá y acullá a lo que hoy hace López Obrador?
Ahora, con el general Luis Crescencio, parece que hay, o habrá, otro “caballo negro” en la contienda de 2024. Todo puede ocurrir en la llamada 4T que más parece a vuelta al “Fiel de a balanza”, al que trae in péctore a la sucesora que parece sentirse muy segura… o sucesor.
Mientras, la oposición PAN-PRI-PRD, anda que ni el sol la calienta.
Los de MC se mueven. Alguien (Grupo Reforma) anotó por ahí en una encuesta, al hijo de Luis Donaldo Colosio Murrieta asesinado en 1994 en Tijuana, Luis Donaldo Colosio Jr. Y también al gobernador de Nuevo León, Samuel García. Por su cuerda, el autopropuesto de Jalisco, Enrique Alfaro, que no se ve por dónde encontrará el faro que lo ilumine y lo haga, al menos, más sociable, paciente y menos enojón. Una campaña sólo por las redes sociales, no funciona y tampoco pinta. No se ve en la encuesta.