“La esencia de un gobierno libre consiste en sabero poner freno eficaz a todas las rivalidades”.
John Adams.
Por Felipe Cobián Rosales
08 de febrero de 2022.- En México, el promedio de crímenes sin aclarar, oscila entre el 95 y el 98 por ciento. Entre éste porcentaje se cuentan los cometidos en contra de periodistas, y cada vez el gremio está más indefenso.
Si la impunidad llega a grado tan elevado, los asesinos, y los potenciales, se saben a salvo de la justicia de antemano, aunque un buen número de comunicadores estén bajo el sistema oficial de protección.
Cosas graves están pasando en este país que desde hace rato se cuenta entre los países más peligrosos para ejercer este oficio; incluso, tanto o más que en los países en guerra… Bueno, aunque aquí vivimos en un estado permanente de guerra contra el narcotráfico desde la época de Felipe Calderón Hinojosa, a quien oficialmente -se repite a diario desde la tribuna más elevada- llaman el padre de la violencia, sin que se haya hecho mucho para frenarla, salvo la encomienda de los abrazos que a ratos parecen estar cruzados. Y el Ejército sigue en las calles.
Durante enero pasado, cuatro diaristas fueron asesinados: el primero, José Luis Gamboa, fue apuñalado el día 10 en Veracruz. Dirigía la página digital Inforegio; una semana después, el17, en Tijuana, fue abatido el fotoperiodista Margarito Martínez Esquivel, colaborador de varios medios, entre ellos del semanario Zeta, y el domingo 23 del mismo mes y ciudad, fue asesinada Lourdes Maldonado López, periodista independiente excorresponsal de Televisa.
La comunicadora, había acudido en marzo de 2019 a la mañanera del Presidente para solicitar protección “porque temo por mi vida (…) y lo hago porque se trata de un personaje fuerte en política (…) Se trata de su senador con licencia, del súper coordinador de delegaciones y próximo candidato a la gubernatura, licenciado Jaime Bonilla”.
Extrañamente, y ahora hasta sospechosa, los policías municipales que la custodiaban desde que estaba sujeta al sistema estatal de protección a periodistas (el sistema federal la dejó a su suerte), no esperaron que bajara de su auto y entrara a su casa cuando un individuo que la esperaba en un taxi, le disparó en la cabeza.
Temprano al día siguiente, el vocero presidencial, Jesús Ramírez, tuiteó sus condolencias y aseguró que Lourdes estaba bajo protección de periodistas del gobierno federal.
Todavía no pasaba una semana y el 31 de enero fue acribillado de ocho balazos en Zitácuaro, Roberto Toledo, de Monitor Michoacán. Pronto, el gobierno estatal y el mismo Jesús Ramírez trataron de desvirtuar su labor diciendo que no era periodista sino abogado, insinuando de antemano la posible causa de su muerte. Y ocasionaron confusión, incluso entre el gremio. Debo reconocer que a mí así me pasó. En otras personas, esas declaraciones pudieron infundir animadversión. ¿Se estaban curando en salud por tantas muertes intencionales en los medios de comunicación? Van 29 en tres años y149 en los últimos tres sexenios, según Articulo19.
El 5 de febrero fue acribillado, también en Tijuana, Marcos Ernesto Islas Flores, quien, aunque no era periodista; sí administraba una intermitente página en internet llamada Notiredes.mx y era sobrino del periodista Víctor Islas Parra, de Mexicali.
Marco Antonio Islas Flores, padre de la última víctima, escribió luego en las redes sociales: “Hace unos minutos ejecutaron de cuatro balazos a mi hijo Marcos Ernesto, afuera de mi casa… Afuera del domicilio donde lo mataron de cuatro balazos a mi hijo, dejaron tirada una supuesta narco manta cuyo mensaje desconozco, pero tiene que ver con que llego la nueva administración”. No especificó lo de “nueva administración”. Mientras tanto…
Luego de la muerte de Lourdes Maldonado, el Presidente lamentó lo ocurrido, envió condolencias y previno no adelantar culpables, no achacar al gobierno. Esto por la sospecha de medios hacia el morenista Bonilla a quien la reportera le gano un pleito laboral que venía de nueve años atrás: “No es responsable adelantar ningún juicio, hay que esperar y ver quiénes estaban informados, quiénes son los responsables materiales e intelectuales”.
En adelantada defensa, no desechó otra motivación en esta muerte y dijo: “No dejar de considerar lo político porque siempre hay confrontación, diferencias y siempre se busca perjudicar a adversarios; entonces se tiene que hacer una investigación a fondo… Se está llevado a cabo como todas las investigaciones”.
Aún ante las evidencias –salvo pruebas contundentes en contra– tras recordar de nuevo que “venimos de un período decadente y un proceso de degradación progresivo y estamos deteniendo ese proceso de descomposición, violencia y odio; corrupción, desigualdad y violencia” y adelantó, otra vez, que “una característica del gobierno que represento, es que no hay impunidad…”
Bonilla, dueño de Primer Sistema de Noticias (PSN), para el que trabajó Lourdes, la despidió sin pago, y apenas, se le había dado laudo a su favor.
Tres días después del atentado contra Maldonado y uno posterior a la manifestación nacional de periodistas contra los asesinatos de colegas, el 26 de enero en Oaxaca, fue tiroteado y resultó ileso afortunadamente, José Ignacio Santiago, de Pluma Digital Noticias. Él, que sí está bajo el protocolo federal de seguridad, tuvo mucha suerte, igual que sus custodios. Nada se supo de los atacantes.
¿Rápido se puso las pilas el gobierno? Ojalá así sea.
Lo que falta es que la tan repetida frase de que “ya no hay impunidad” se haga efectiva y que, por favor, las réplicas presidenciales sean medidas, sin descalificaciones ni calificativos; sin calumniar ni difamar tabla rasa; sin poner en la picota a nadie tan vulnerable físicamente como el periodista y el periodismo. Que distingan entre lo que es noticia y lo que es opinión.
Queremos que haya efectiva libertad de pensamiento y expresión. Queremos que no se condene a priori nuestra labor ni que se crea que por investigar lo que anda mal en la administración pública y sus cercanos, es por enemistad o aversión. Es nuestro quehacer.
Déjenos hacer lo nuestro a los periodistas y ustedes, los del poder, hagan lo propio sin sentirse infalibles y sin mácula. Cada cual a lo suyo con honestidad y un tanto de humildad para reconocer errores. Nadie somos iluminados y nada de maniqueísmos: que “nosotros somos los buenos y ustedes los malos”. Nada de enfrentamientos.
Un periodismo sin rascar, sin buscar la verdad, sin crítica y sin autocrítica no es periodismo.
Políticos sin prudencia, sin tacto, sin sabiduría, no pueden, no deben ser gobierno.
Con ética, cada cual a lo suyo.