A la velocidad del pensamiento: En Busca de la Inteligencia

Alfonso Enrique Islas Rodríguez

22 de noviembre de 2022.- SETI, por sus siglas en inglés es el programa de la NASA para la búsqueda de inteligencia extraterrestre. Sin embrago, la escritora Ann Druyan comenta que antes de buscar inteligencia en el espacio, habría que buscarla aquí mismo, en nuestro planeta. En la sociedad de abejas muy ejemplares en organización y eficiencia, en las acacias que controlan plagas  secretando feromonas para llamar a los enemigos de sus enemigos, y un buen número de ejemplos de seres vivos donde se anuncia la emergencia de una célula clave de la inteligencia; la neurona.

Donde definitivamente no hay posibilidades de encontrar inteligencia es en los cuartos informes de gobierno, o en los artefactos tecnológicos ruidosos que sirven como escobas a gasolina espantosas. Es mucho más pertinente entender la inteligencia, estudiando al cerebro; a continuación comparto una revisión recientemente publicada la revista Nature Neuroscience, que contiene conceptos interesantes que apuesto les gustarán, amables lectores

 

Bases neurales de la acción psicodélica

 

Las moléculas psicodélicas, presentes en el ácido lisérgico (LSD) y sus derivados, que ahora llamaremos ‘psicodélicos’, se unen al receptor de serotonina presente en las neuronas, y pueden conducir a profundos cambios en la percepción, la cognición y el estado de ánimo.

La neurobiología básica subyacente a la acción de las drogas psicodélicas implican primero hablar de la química, destacando la diversidad de moléculas psicoactivas y los principios que rigen su potencia y su acción farmacológica.

 

Las funciones de los receptores de serotonina y su señalización molecular aguas abajo en el interior de la neurona son elementos clave para el descubrimiento de fármacos que actuarían  en zonas corticales y regiones subcorticales, sosteniendo efectos sobre la plasticidad estructural del cerebro. Las imágenes de las neuronas señalan efectos sobre la corteza de asociación, la función talamo-cortical, y la conectividad, que dan idea de la acción psicodélica.

 

Por sintetizar, el conocimiento a través de los campos químico, molecular, neuronal y niveles de red, proporcionan una perspectiva integradora de los mecanismos responsables de los efectos agudos y duraderos de los psicodélicos sobre el comportamiento.

 

Los psicodélicos han capturado la imaginación de los neurocientíficos desde principios del siglo XX1, ya que son moléculas que influyen fuertemente en el proceso sensorial, alterando la cognición y producen experiencias intensamente subjetivas.

 

Las habilidades de las drogas psicodélicas incluyen la modulación de la percepción de los estados mentales y proporcionan una poderosa herramienta para sondear la mente humana.

Los psicodélicos también son moléculas que brindan beneficios potenciales a las personas

diagnosticadas con una amplia gama de trastornos neuropsiquiátricos, incluyendo

depresión, ansiedad y trastornos por uso de sustancias.

 

A diferencia de otras opciones de tratamiento, con sólo una o unas pocas sesiones de uso de psicodélicos asistidos en conjunto con psicoterapia, se pueden producir reducciones duraderas de los síntomas de las mencionadas enfermedades neuropsiquiatras en ensayos clínicos de fase II.  Por estas razones, los psicodélicos prometen transformar la neurociencia y la psiquiatría.

 

La investigación sobre psicodélicos floreció en las décadas de 1950 y 1960, cuando la dietilamida del ácido lisérgico (LSD) y la psilocibina se sintetizaron con fines farmacológicos y

de investigación del comportamiento, además estaban fácilmente disponibles. las leyes promulgadas en la década de 1970 llevaron a una pausa que duró varias décadas, pero ahora hay un interés científico renovado en comprender a los psicodélicos y sus efectos en el cerebro y el cuerpo.

 

Breve descripción de los efectos conductuales y los potenciales terapéuticos

 

El término ‘psicodélico’, del griego manifestar la mente, fue acuñado en 1956 por Humphrey Osmond, quien eligió el término porque “es claro, eufónico y no contaminado por otras asociaciones”. De forma aguda, las drogas psicodélicas generan distorsiones perceptivas, experiencias psicológicas y lábiles estados de ánimo. Los efectos suelen ir acompañados de imaginarios, percepciones similares a las alucinaciones; por lo tanto, ‘alucinógenos’ es otro

término utilizado en la literatura científica para referirse a las moléculas que incluyen psicodélicos. Algunos usuarios de psicodélicos experimentan una sentido reducido de conciencia autorreferencial, un sentimiento subjetivo llamado “disolución del ego”, lo cual a estas alturas de la cotidianidad resulta muy atractivo.

 

En 2006, un influyente estudio de Roland Griffiths y sus colegas informaron que la psilocibina puede evocar experiencias de tipo místico que imparten significado personal con significado espiritual. La intensidad máxima de tal experiencia se asocia con un nivel de 10-20 μg de psilocina en plasma, que corresponde a ~60% de ocupación de los receptores de serotonina en el neocórtex del cerebro humano pero existen variaciones notables en cómo los individuos responden a la misma dosis de un psicodélico. El estado interno y externo de una persona en su

medio ambiente, pueden influir en el estado subjetivo inducido de la experiencia psicodélica.

 

Curiosamente, la intensidad de la experiencia de tipo místico se correlaciona con la eficacia terapéutica. Se reconoció pronto que los psicodélicos pueden tener efectos terapéuticos

potenciales para el tratamiento de enfermedades mentales. Hay una rica historia de

experimentación con compuestos como el LSD para el alcoholismo y angustia psiquiátrica, aunque estos primeros estudios carecían del rigor de los diseños de ensayos clínicos actuales. Ensayos recientes incluyen como se mencionó antes, psicoterapia asistida con uso de psilocibina, con algunos estudios pilotos que demuestran mejoras en la depresión y la ansiedad en individuos con cáncer terminal.

 

Los ensayos de fase II demostraron una reducción de los síntomas después de Psicoterapia asistida con uso de psilocibina para el trastorno depresivo mayor y depresión resistente al tratamiento. Los resultados de estos ensayos son notables por sus efectos positivos relativamente grandes y benéficos duraderos de hasta varias semanas o meses, aunque estos quedan por ser

confirmados en ensayos clínicos multicéntricos a gran escala.

 

Psilocibina y otros psicodélicos también han demostrado su valor para superar trastornos por el consumo de sustancias. Paralelamente, aunque la ketamina y la MDMA no son considerados psicodélicos, sus progresiones a través de la clínica (ketamina para la depresión y MDMA para el estrés postraumático), son parte de un cambio de paradigma en psiquiatría para aprovechar sustancias con efectos psicoactivos agudos para inducir a largo plazo beneficios para personas con trastornos psiquiátricos.

 

Mirando hacia el futuro

 

¿Qué podemos esperar en la próxima década para los psicodélicos? Una cuestión importante en este campo es hasta qué punto la experiencia subjetiva puede ser separable del potencial terapéutico. La pregunta puede ser replanteada a nivel molecular para preguntarse si los efectos agudos y duraderos surgen de la activación de los mismos receptores y/o las mismas vías de señalización intracelular.

 

Los estudios actuales se han centrado en unas pocas regiones del cerebro, pero podemos anticipar investigaciones sistemáticas de los efectos psicodélicos sobre la excitabilidad dendrítica y la dinámica de picos en todo el cerebro utilizando imágenes ópticas y registros electrofisiológicos a gran escala.

 

No es obvio si los mismos o diferentes circuitos neuronales son responsables de los diversos efectos perceptuales, cognitivos y los efectos terapéuticos. En particular, la contribución de regiones del cerebro subcortical sigue siendo subestimado. Tales conocimientos neurofisiológicos complementarán la expresión génica y los atlas de unión al receptor para establecer una base para modelos computacionales más realistas de la acción de los psicodélicos.

 

Estudios de alta calidad con neuroimágenes de buena potencia a través de sesiones individualizadas y repetidas podrían proporcionar más información sobre los cambios de grano fino en diferentes regiones del cerebro y relacionarlos con condiciones psiquiátricas. Después de todo, la investigación psicodélica más moderna comparte un objetivo común, que es encontrar explicaciones mecanicistas para saber cómo los psicodélicos afectan el comportamiento humano.

 

Mediante la integración de los niveles y la profundización para comprender la base neuronal de la acción psicodélica, esperamos algún día aprovechar la capacidad de estas moléculas para dar forma a este conocimiento y curar mentes.

 

Referencia

 

Alex C. Kwan., David E. Olson., Katrin H. Preller., and Bryan L. Roth. The neural basis of psychedelic action. Nature Neuroscience | Volume 25 | November 2022 | 1407–1419