Por: Raúl de la Cruz
Confieso que desde hace algunos años dejé de ver y analizar el futbol mexicano, solamente veo a los Leones Negros. Todo lo demás, sólo observo ciertos resúmenes. Ya no me atrae. Me aburre, sin embargo, prácticamente espero año con año el mejor torneo del mundo de principio a fin: La Champions League donde participan los mejores equipos del futbol internacional.
El actual campeón es el Real Madrid que eliminó a uno de mis favoritos, Manchester City, en semifinales y le ganó la final al Borussia Dortmund por 2-0 en un solo encuentro. En este torneo la final se juega en una sede y no importa la localía, se define antes del torneo. En esa ocasión fue en el mítico estadio de Wembley en Inglaterra.
Esta semana inició la Champions, El Manchester City tropezó en su estreno frente al Inter, que fue un muro infranqueable para el equipo de Guardiola. Ni por abajo ni por arriba pudo el equipo inglés doblegar la resistencia de los italianos. Gündogan pudo desequilibrar con dos remates de cabeza en el descuento, pero, a pesar de su magnífica posición, uno se le fue a las manos del portero y el último, ya en los segundos finales del partido, se marchó alto. Allí agotó el City su pólvora.
En los vestidores modernos, alejados de las viejas jerarquías en las que destacaban los líderes dominantes y en los que los entrenadores procuran cuidar a todos sus futbolistas por igual, se mantienen algunas excepciones. Si no que se lo pregunten a Leo Messi, dueño de algunos privilegios únicos, tanto en sus distintos clubes como en la selección argentina. Por eso, cuando aparece una nueva promesa, rápidamente se comenta: “Hay que tener cuidado”. Así pasó con Lamine Yamal en la última campaña en el Barça. La sorprendente madurez del delantero, sumado a su fuerte personalidad, hizo que uno de los veteranos de la plantilla, molesto con algún desaire, se quejara de la actitud de Yamal: “Que no se convierta en un monstruo”. Ocurre que, hay temperamentos que son difíciles de enjaular. Lo son en las buenas, también en las malas.
Frente al mítico Michael Jordan, presente en el palco del estadio Louis II de Mónaco, Lamine Yamal sacó a relucir su talento, pero sobre todo su personalidad. El delantero se rebeló cuando el Barcelona se quedó con un jugador menos por la expulsión de Eric García y se convirtió en el segundo goleador más joven de la Liga de Campeones con 17 años y 68 días. No fue suficiente porque el Barca perdió 1-2 frente al Mónaco que regresa a tan importante torneo.
Aquí podría hablar de todos los resultados y la tabla de posiciones empero es mucho más importante subrayar la calidad de los jugadores, prácticamente todos, de todos los equipos son seleccionados nacionales de sus respectivos países. Lamine Yamal, es punto y aparte con sus 17 años; Erling Haaland literalmente es un androide del gol, y así podemos hablar de Mbappe, Vinicius, etc. Es sin duda, el mejor espectáculo del futbol en el mundo.