500 años de historia escrita en Jalisco

Gabriel Michel Padilla

El próximo 17 de enero del presente (2025) se cumple medio milenio del inicio de la documentación histórica de nuestro Estado de Jalisco. Parece que este dato no ha llamado la atención al mundo académico del Occidente. No es aquí lugar apropiado  para averiguar por qué tanta indiferencia, actitud que nada tiene que ver con la importancia que se le dio a los doscientos años del nacimiento del Federalismo en 1823-1824. Sería tema de otra reflexión, nos concretamos a dar la noticia mencionada.

Después de la “pacificación” por parte de Francisco Cortés de San Buenaventura de la región occidental, él mismo ordenó levantar un censo de todos los pueblos pacificados. La encomienda fue para Francisco de Vargas y Gonzalo Cerezo y el escribano fue Diego de Coria. Este último fue el fue el “autor material” de dicho texto al recibir los reportes de los visitadores y ponerlos en el papel. Dicho documento se encuentra asentado en el Archivo General de la Nación y es parte del Archivo del Hospital de Jesús, en el Legado Número 409- 7.

El primer pueblo censado fue Tenamaztlán y la visita se realizó el 17 de enero de 1525. Cumple decir que de cada pueblo visitado se consigna en el documento, el  nombre de dicho asentamiento, el nombre de su cacique, el número de casas, el número de casas, luego se reporta su ubicación, el producto principal de su economía, la indumentaria más usada por sus habitantes, luego se señalan los pueblos con que comercian y finalmente se señala la principal característica de cada pueblo. Los nueve rubros que se consignan como parte de la información de cada uno de los pueblos, hacen de dicho documento un auténtico CENSO. Además lo convierten en el Primer Censo de América. De ahí la importancia de dicho texto.

La reproducción fotográfica de la primera hoja de dicho censo dice textualmente:

Primero visitaron el pueblo de Tenamaztlán, que es por sí; llámase el señor Huyone, el cual dijo que tiene ochenta y seis casas, e visto e moderado, les pareció que no podía tener más y se conformaron con el  dicho del señor, que tiene CLX hombres. Está este pueblo en una ladera de unos cerros, cabe un valle; tiene buena tierra de maíz, visten de ropa de maguey. Fue preguntado de qué viven, dijo que no tienen entre ellos, trato ninguno; es gente muy pobre.

Con estas palabras comienza la relación de dicho censo.