La Prostitución
Alfonszo Rubio Delgado
La prostitución es un fenómeno controversial. Según el diccionario, es aquella: “Actividad de quien mantiene relaciones sexuales con otras personas a cambio de dinero”. De esta forma se define este asunto, presente en las sociedades desde siempre. Tomás de Aquino, considera que: “la prostitución es a la sociedad, lo que la cloaca a la ciudad. Tapa la cloaca y apestarás la ciudad. Prohíbe la prostitución y causarás un gran daño”. Este fenómeno se ha venido estudiando desde hace mucho tiempo. Y contrario a lo que pudiera parecer, existe por su necesidad.
Muchos tipos engreídos, una vez habiendo arribado a posiciones de poder político, la han atacado. Cómo le ocurrió a un “ilustre” gobernante jalisciense. Mismo que, como todo político engolosinado, mandó cerrar los prostíbulos en el estado, desatándose luego una ola de violaciones masiva. Obvio, esta camada de “políticos” se pensaban a si mismos omniscientes. No consultaban a ningún profesional en relación al particular. Se rodeaban de aplaudidores y metían en serios aprietos a quienes los “elegían”.
Obvio, cuando les hablaban de los filósofos, hasta los ridiculizaban. Teniendo que emigrar muchos de ellos y demás personas profesionistas hacia Estados Unidos, a servir como esclavos. Claro, en un esclavismo actualizado. Todo por unos políticos cuya voracidad estaba y sigue estando por encima de quienes los mantienen en el poder.
Por otra parte, se dice que: “Matrimonio es un contrato entre dos personas que se unen para vivir juntas, procrear y ayudarse mutuamente”. Esto significa que ambos cónyuges, en una unidad matrimonial, están obligados a apoyarse. A ayudar al otro a alcanzar sus más caros anhelos. A desafiar al destino y planear la vida. De tal modo que haya superación en lo económico, político, salud, lo profesional etc. Pero aquí ocurren las trampas. La sociedad no está madura. Tanto las mujeres como los hombres en muchas ocasiones, no están preparados para el matrimonio. Las mujeres vienen de un atraso milenario. Han sido, por muchos lustros, condicionadas para obedecer y procrear. El varón para mandar.
El problema se presenta, cuando a ambos se les niega la experiencia. Cuando ambos pasan de ser hijos de familia a integrar un matrimonio y posteriormente una familia. Cuando, la pareja se integra sin que sean equiparables tanto la experiencia como la preparación académica. Cuando los grados de evolución personal son diferentes. Cuando uno de los dos decide mangonear al otro a través de la sexualidad. Cuando, de forma un tanto velada, uno de los dos le hace saber al otro que, si le aceptó, también debe aceptar sus condiciones.
Es decir: que le va a salir muy caro el favor de la reproducción, cuyo bono se canjea por toda una vida de esclavitud. Misma que se debe cobrar así: Todo lo ganado por el otro, en este caso el varón, debe de ponerse a la disposición de la mujer. Misma que va a gastar a discreción el tesoro familiar, pues ella lo está pagando.
Hace presente el fenómeno mencionado. Ella ha tomado el control de la situación familiar, se ha apoderado de todo cuanto en la familia existe, los bienes familiares, el varón y los hijos. “El que quiera azul celeste, que le cueste”. Ese es el modo como esa monstruosa fémina, le hace saber al ingenuo que “cayó” en la trampa. Porque, en casos no racionales, eso es el matrimonio. Un ente social, en el que uno de los dos actúa entregándose con respeto, cariño y amistad. Pero la otra parte, tiene otra idea. Pretende, una vez plasmada la firma legal y amarrado el individuo con descendencia, parasitar.
Muchas mujeres se adornan con el hecho de que han sido fieles. Es decir que con éste hecho, la mujer se muestra como “honrada”. Ante la sociedad, ella se considera pura. No fijándose que su postura la lleva a prostituirse. Es decir que, aunque sea con un solo individuo, la relación se da a cambio de dinero. De esta forma, el único vínculo “matrimonial” es el económico. El apoyo en que se funda el matrimonio, se torna inexistente. En esos casos, no hay forma en que uno de ellos pueda apoyar. El desarrollo económico, sin otros desarrollos como el profesional, provoca colapso en la familia. Al no contar con la preparación y la evolución suficiente, la pareja no tiene otra opción que servir de accesorio. Lejos de construir una relación sólida, se meten en un callejón sin salida. Fatal ejemplo para los hijos e hijas. Descomposición y carga para la sociedad.
La perfección social, está alejada de nuestras sociedades. Nos queda mucho por hacer. Debemos, de sacar esos conceptos de nuestras familias. Sanearlas y establecer mecanismos sociales para que los miembros de la unidad familiar adquieran experiencia y evolución. Mismas que harán, de nuestros descendientes, personas preparadas para formar unidades sólidas y bien integradas. Mismas que podrán rechazar las prácticas que, hoy por hoy, tienen secuestradas a muchas sociedades y esclavizadas a otras tantas.
¡Saludos amig@s!