Felipe Cobián Rosales
El día en que aparezca por allí Enrique Alfaro Ramírez después de sus vacaciones tras su triunfo en las elecciones para gobernador de Jalisco, se encontrará con muchas novedades a nivel nacional y estatal.
Lo que ahora nos interesa, son las novedades que competen a Jalisco y sus habitantes.
Destaca, entre todas las demás noticias, la designación de Carlos Lomelí como único coordinador general de la Federación y, obviamente, representante personal de Andrés Manuel López Obrador, ambos, adversarios políticos del inminente ejecutivo jalisciense.
Alfaro y Lomelí Bolaños se denostaron mutuamente durante la campaña por la gubernatura y se abrieron mutuas heridas; algunas de ellas pueden tardar en cicatrizar. De paso, Lomelí acusó a Alfaro de traición y éste señaló a Lomelí de negocios turbios y supuestos con el bajo mundo. Ahora, eso ya es otra historia.
Pero viene una nueva ahora que el perdedor en Jalisco salió ganador con el triunfo de Andrés Manuel y el consecuente nombramiento que le dio, una especie de gobernador paralelo y podría tener tanto o más poder que el electo por aquello que se encargará de repartir o negar las participaciones federales.
Con este nuevo esquema centralizador desaparecerán las delegaciones aquí, y en todos los estados. Por ende, el coordinador recibirá un poder sin precedentes tanto en lo económico como en lo político.
En un momento determinado, el coordinador –en este caso Carlos Lomelí—puede llegar a tener un peso aun superior al gobernador precisamente por el poder que da el dinero que representa casi la mitad del presupuesto estatal.
Entonces veremos si en realidad Jalisco se comete o no al gobierno federal, algo que cada vez parecía más lejano debido a la descentralización, pero que ahora se revertirá con López Obrador. Al menos, eso parece ahora ser la tendencia del próximo gobierno que pretende controlarlo todo.
En resumidas cuentas, el coordinador general se convertirá en una especie de un hombre con súper poderes. Como héroe de series televisivas.
Esperemos que haya reconciliación antes que venganzas. Todo dependerá de los puentes que se establezcan entre AMLO-Lomelí y Alfaro, y de que se dejen soberbias de lado.
Por lo pronto, Lomelí, ante la desaparición temporal de Alfaro, barruntó lo que veremos:
Primero, retomó el proyecto de la línea 4 a Tlajomulco. Dijo que se iniciará en 2019 y habló de cifras multimillonarias.
En esa ocasión expresó que si Alfaro quiere hablar con López Obrador, “que lo busque, a ver si lo recibe”. AMLO y Alfaro están distanciados por la acusación que hizo aquel de traición por no estar con Morena.
Así las cosas, no se puede saber cuál será el futuro de Jalisco. De arranque, podría haber pugnas por cuestiones presupuestales.
Para empezar, quienes están apoderados de la Universidad de Guadalajara y manejan discrecionalmente la mayor partida estatal y federal, que pongan sus barbas a remojar. Ahora sí les exigirán cuentas claras. Que no esgriman autonomía, porque el dinero lo aportamos todos para la educación, no para negocios faranduleros, politiquerías y demás, con barniz de cultura.
Aquí se dilucidará qué tan hondas son las raíces de esa sospechosa alianza de penúltima hora entre Alfaro y Raúl Padilla López.