A fuerza de decir algunas mentiras y otras medias verdades, el equipo de Andrés Manuel López Obrador y él mismo, llegarán a la toma de posesión, el día primero de diciembre, con un desgaste considerable en materia de credibilidad. Y si no hay credibilidad suficientemente amplia, las dudas crecen y, obvio, se va perdiendo la confianza en aquellas personas que nos van a gobernar.
Con la mano en la cintura, sin ruborizarse siquiera, y menos sin disculparse, como si nadie se diera cuenta, las gentes de Andrés Manuel son propensas a las verdades a medias y a las mentiras piadosas.
En seguida, algunos de esos deslices que ni siquiera han merecido mayor rectificación de parte de algunas personalidades que formarán el gabinete de AMLO:
Pasadas dos semanas de las elecciones, la doctora en derechos humanos, Loretta Ortiz Ahif, responsable del proceso de pacificación, aseguró el 17 de julio que el Papa Francisco participaría en las pláticas para la paz.
Pero más tardó Loretta en afirmar tal cosa que el vocero del Vaticano, Greg Burke, en desmentir el dicho, al señalar que tal declaración “carece de todo fundamento”.
Posteriormente, cuando empezó el revuelo sobre la cancelación de la construcción del Nuevo Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México (NAIM), el propio López Obrador alentó al empresariado cuando les dijo que la nueva terminal aérea podría concesionarse, y habló de una consulta popular a la que tendría que sujetarse la decisión final, aunque la opción quedó latente.
Posteriormente, tuvo que dar la cara el empresario Alfonso Romo Garza -muy cercano al presidente electo y quien se hará cargo de la oficina del mandatario-, cuando fue enviado a darles certeza a los inversionistas de que las obras en Texcoco continuarían hasta su terminación. Al final, les falló.
Luego, tras la consulta ganadora que favorecía a Santa Lucía, fue enviado Romo de nuevo antes los hombres del capital junto con el designado secretario de Hacienda, Carlos Urzúa, para calmarlos y prometerles trabajo a sus constructoras en el Aeropuerto de Santa Lucía y las embravecidas aguas se calmaron.
El 29 de octubre, el propio AMLO se voló la barda cuando dijo haber recibido el aval del gobierno francés sobre la viabilidad de operar dos aeropuertos al mismo tiempo, el actual y el de Santa Lucía luego de que el gobierno francés le entregó un dictamen.
También dijo que había recibido una carta del presidente Emmanuel Macron para estrechar las relaciones, pero que no quiso darla a conocer antes de la consulta.
No obstante, la Embajada de Francia en México desmintió de inmediato haber realizado algún estudio al respecto y precisó que el gobierno sólo les pasó el contacto de una empresa privada -Navblue- para efectuar el estudio de factibilidad.
Finalmente, la protagónica presidenta de Morena, Yeidkol Polevnsky, aseguró el pasado día 13 que el presidente norteamericano Donald Trump estaría presente en la toma de posesión de Andrés Manuel.
De inmediato, el vocero de próximo presidente, Jesús Jiménez Cuevas, desmintió el dicho de Yeidkol, al aseverar que no estaba confirmada la visita de Trump a la toma de posesión. Quién sí vendrá es el vicepresidente Mike Pence, aseguró el gobierno del vecino país.
Y así, la propensión del equipo del presidente electo a la mitomanía que sólo genera incertidumbre… Y tan campantes.