AMLO y la tergiversación discursiva de la lucha contra el crimen

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Eduardo González Velázquez

Todos sabemos que durante las campañas electorales abundan las promesas, las mentiras y las verdades a medias. Son ingenuas las personas que se llamen a sorpresa frente a ello. Pero una cosa son las campañas, y muy otra la puesta en marcha de lo prometido, o de plano el olvido de lo ofrecido.

​Si bien es cierto, Andrés Manuel López Obrador aún no toma el poder de la presidencia de la República, no podemos negar los matices puestos a sus promesas de campaña e incluso la tergiversación de lo ofrecido a los mexicanos, una vez pasada la elección del 1 de julio. Entiendo que lo dicho en las campañas no está escrito en piedra, pero no comparto que una vez concluida la contienda se comience a edulcorar lo planteado. Sobre todo, si las modificaciones realizadas van en contra de la esencia de lo prometido y a contra sentido de la exigencia ciudadanía por un cambio profundo en el país.

​De ello, podemos citar algunos ejemplos, pero me quiero referir a lo que tienen que ver con la estrategia para combatir el crimen organizado y acabar con la violencia y la inseguridad que mantienen en vilo a la población.

López Obrador repitió hasta el cansancio que en su estrategia para pacificar el país se encontraba el regreso de los militares y marinos a sus cuarteles. Que no era necesario tenerlos en las calles realizando labores para las cuales no habían sido capacitados. Que el resultado del verde olivo en la lucha contra el crimen organizado era, por decir lo menos, un fracaso. Este discurso caló hondo en una sociedad cansada de la violencia, la inseguridad y, sobre todo, de los magros resultados de la lucha contra el crimen. No tengo duda que esa fue una de las promesas de mayor envergadura del tabasqueño.

Hoy, con la constancia de presidente electo en las manos su discurso da un giro diametralmente opuesto. Resulta, que los miembros de las fuerzas armadas no regresarán a sus cuarteles, lo cual significa que la esencia de la lucha contra los cárteles de la droga se mantendrá intacta. Fue Felipe Calderón y luego Enrique Peña quienes sacaron y mantuvieron a los militares y marinos en las calles, y ahora López Obrador ratifica la estrategia fallida de poner al frente de la seguridad pública a elementos de las secretarías de la Defensa Nacional y Marina.

El argumento del presidente electo es el mismo que han usado los dos últimos inquilinos de Los Pinos: las corporaciones policiacas no están preparadas para enfrentar al crimen organizado a consecuencia de la pobre profesionalización de las policías. Sin negar esa realidad, lo que habría que reflexionar es cómo no han sido profesionalizados los cuerpos policiacos para cumplir con la esencia de su obligación y responsabilidad. Por otro lado, si los cuerpos policiacos no cuentan con la capacidad para enfrentar al crimen en su conjunto, entonces no tienen sentido de existir así.

La propuesta de AMLO para mantener a las fuerzas armadas en las calles debe de suspenderse. Doce años de la estrategia fallida nos han demostrado que esa no es la solución. Enfrentar con éxito al crimen organizado cruza necesariamente por una profunda capacitación de las policías de los tres niveles de gobierno; un combate frontal de la corrupción y la impunidad; la despenalización de algunas drogas; el ataque al corazón financiero del narcotráfico; y una mayor inversión en educación y cultura.

Mantener a los militares y marinos en las calles solo nos garantiza tener los mismos resultados que hasta ahora. Por esas prácticas, entiéndelo Andrés Manuel, no votamos el 1 de julio.

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