Análisis a Fondo: El Informe Oxfam

Publicado el

Francisco Gómez Maza

· Nunca imaginó AMLO que bailaría al ritmo de las desigualdades

· Los diez más ricos del mundo duplicaron su fortuna, con covid-19

Excelente por dramático, aunque no más dramático que la realidad, es
el Informe de la desigualdad, que dio a conocer, con fecha de enero de
2022, Oxfam Internacional, en cuyas 60 páginas materializa y retrata
el egoísmo de las clases dominantes.

Es demoledor.

Ya de por sí, la desigualdad era una realidad, una gran ofensa a la
dignidad de los seres humanos.

Si antes de que apareciera el nuevo coronavirus la pobreza y, peor
aún, la extrema pobreza, laceraban al mundo, después del estallido de
la pandemia de covid-19 la desigualdad creció como la espuma, al ritmo
de su tamaño, exponencialmente, como dicen los matemáticos. Los
millonarios se hicieron más ricos.

Oxfam va al fondo de las consecuencias del egoísmo -que los gobiernos
no se atreven a cambiar-: En menos de dos años de crisis sanitaria por
la covid-19, ocurrió algo impresionante:

Los diez hombres más ricos del mundo duplicaron su fortuna, mientras
que los ingresos del 99% de la población mundial se habrían
deteriorado.

Pareciera una mentira, pero aflora una gran verdad, de acuerdo con los
autores del informe:

Las crecientes desigualdades económicas, raciales y de género, así
como la desigualdad existente entre países, están fracturando nuestro
mundo.

Esta situación puede verse muy claramente en México, en donde, pese a
los programas sociales de la 4T, la pobreza se palpa y se ve a flor de
tierra.

Inclusive personas que parecían ser de clase media, ahora sobreviven
con serias limitaciones económicas. Muchas que se quedaron sin empleo,
muchas veces, no tienen para comer. Mientras tanto, los millonarios
son ahora más millonarios. Los multimillonarios podrían reventar.

Jamás lo hubiera imaginado el porfiado luchador izquierdista, Andrés
Manuel López Obrador. Las pensiones que él ha ideado para “ayudar” a
los pobres, no les duran mucho tiempo.

Nunca le pasó por la mente que, al ganar la presidencia de la
república, le tocaría lidiar con graves contradicciones económicas,
violentadas por las clases dominantes que, en alguna medida, han sido
afrontadas con las millonarias remesas que los mexicanos, que viven y
trabajan en Estados Unidos, envían a sus familiares en la provincia
mexicana.

La agudización de la desigualdad no es fruto del azar, ni de la acción
destructora de la covid-19. Es resultado, como dice el informe de
Oxfam, refiriéndose a la desigualdad global, de decisiones
deliberadas: la “violencia económica” tiene lugar, cuando las
decisiones políticas a nivel estructural están diseñadas para
favorecer a los más ricos y poderosos, lo que perjudica de una manera
directa al conjunto de la población y, especialmente, a las personas
en mayor situación de pobreza, las mujeres y las niñas, y las personas
excluidas por su origen racial.

Nada más ayer sábado tuve necesidad de ir al supermercado. Salí
indignado al ver que una pareja de personas de origen asiático, con su
bebé en carriola, llevaban en el brazo un estigma de color amarillo,
que les colocaron los guardias de seguridad del establecimiento
comercial… Me relevó una de las cajeras, en voz susurrante: es que
aquí piensan que, como son extranjeros, van a robar.

Los capitales se abultan, crecen como la espuma, gracias a la
explotación de la mano de obra, que no es retribuida de acuerdo a sus
capacidades, ni sus necesidades. Éstas le importan un bledo al
empleador.

Y aparece algo más dramático. Como lo señalan los autores del informe,
las desigualdades contribuyen a la muerte de, como mínimo, una persona
cada cuatro segundos. Y no sólo por covid-19. Por diabetes, por
mencionar otra terrible enfermedad, mueren en México un promedio de
400 pacientes diariamente. Más que los muertos por covid-19.

No obstante, tenemos la oportunidad de reformar en serio nuestros
modelos económicos para que se basen en la igualdad, como lo afirma el
informe de Oxfam.

Podemos abordar la riqueza extrema aplicando una fiscalidad
progresiva, invirtiendo en medidas públicas de eficacia demostrada
para eliminar las desigualdades, y transformando las dinámicas de
poder dentro de la economía y la sociedad.

“Si mostramos la voluntad necesaria y escuchamos a los movimientos que
exigen cambios, podremos crear una economía en la que nadie viva en la
pobreza, ni tampoco en una riqueza inimaginable: una economía donde
las desigualdades dejen de matar.”

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