Así no, Alfaro ¿Golpe en Estados Unidos?

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Cuando todavía no se tenían resultados ─apenas, si acaso, indicios del famoso botonazo de Enrique Alfaro para, una vez más tratar de frenar el creciente número de contagios por Covid-19 y que terminó siendo un desbarajuste, al menos al inicio─, el propio gobernador determinó que este semiparo de actividades cese precisamente este jueves, o sea, un día antes de lo programado.

Es decir, en lugar de que termine la tarde del viernes, como se anunció, y que mucha gente hubiéramos querido que fuera hasta el domingo para asegurarnos mejor de su éxito, concluye mañana sin importar si dio buen resultado o no.

Vale recordar de nuevo que al inicio de la pandemia, allá por marzo pasado, cuando el mismo jefe del Ejecutivo estatal jalisciense determinó adelantar las medidas, sí funcionó, pero que luego, tras un berrinche aventó la toalla, las cosas fueron empeorándose hasta ubicarnos ahora entre los primeros lugares tanto por el cada vez mayor número de contagios (más de cien mil) y  4 mil 314 fallecimientos al corte del inicio de semana.

En el país se rebasaron ya los 95 mil muertes y el millón de contagios, muy tristemente. ¿Cuándo terminará esto? Nadie lo sabe, mientras no haya una responsabilidad compartida entre gobernados y gobernantes. Tiene que haber sensibilidad de una y otra parte, porque esto va para largo, según parece, y tanto más cuanto menos pongamos lo que está de nuestra parte.

¿Cómo entonces el gobernador Alfaro Ramírez adelanta la suspensión de actividades todavía sin saber en qué medida dio buenos, regulares o malos resultados?

Podría, el dueño del famoso botón, dar luz verde a algunas actividades que no impliquen riesgos y se respeten los protocolos de seguridad: cubrebocas, uso de gel antibacterial, lavado de manos, distanciamiento social y toma de temperatura en ingresos y salidas de templos, que sí convendría que abrieran, comercios y otras actividades indispensables.

Pero el cierre debería continuar, al menos por unos días más, en lo que no es prioritario como restaurantes, bares o cantinas, salones de fiestas y reuniones. Bien sabemos que las medidas higiénicas en estos últimos lugares se las pasan por el arco del triunfo. Y es que a muchas personas, sobre todo a jóvenes –incluso a algunas autoridades– no les cae el veinte, aun tratándose de un virus peligroso en extremo; y a decir de quienes lo estudian, puede estar en cualquier parte o superficie que haya sido tocada por un enfermo, asintomático o no, y estar en el mismo aire; y no se diga en la concentraciones humanas, cualquiera que sea el número, y en nuestro muy deficiente transporte urbano… Y tanto más cuanto menos se tomen las precauciones recomendadas.

Así no. La reapertura total, como la plantea Alfaro, debe pensarse doblemente, no a la ligera, aunque se tenga la mayor presión de empresarios, sobre todo de la diversión, que les urge abrir  antros, cueste lo que cueste, pues ellos lo que quieren es ganar-ganar, que al fin y al cabo son sus trabajadores lo que se arriesgan. Claro, aunque no en todos los casos, pues hay empresarios responsables, como también dueños de negocios que ellos mismos atienden.

De ahí que nuestras autoridades deben de escuchar a los sabios en la materia y protegerlos para que no sufran amenazas o atentados, como ya han ocurrido en contra del personal médico y de quienes aportan conocimientos sobre el tema a la sociedad.

De ahí pues que esas decisiones que se tomen no deben verse sólo desde el punto económico y político, sino desde el humano.

Este es un asunto de salud; de vida o de muerte para muchísimas personas y sus familiares.

Del buen o mal combate al coronavirus dependerá incluso la salud económica y, a futuro, la salud o muerte de la misma política, de los buenos o de los malos políticos. alfaro

 

USA: ¿golpe de Estado?

Dada su altanería, soberbia y falta de ética, junto con su apego al poder, tras una elección que considera fraudulenta sin bases y superado por Joe Biden con 4 millones de votos, Trump parece apostar por un autogolpe de Estado, y por eso habla Mike Pompeo, secretario de Estado, de una “transición tranquila hacia su segundo mandato”, en tanto Donald acomoda fichas.

¿Qué les habrá dicho Trump a sus amigos que no han reconocido el triunfo del demócrata, entre ellos Putin, de Rusia, Bolssonaro, de Brasil y AMLO, de México, entre algunos otros, como Natanyahu, de Israel, que tardó en felicitar a Biden?

Ahora bien, ¿qué trama Trump al destituir a su secretario de Defensa, Mark Esper, e hizo una serie de enroques? Impredecible Trump hoy más que nunca. Ha trastocado todo y todavía falta ver más. Está enfermo de dinero y poder en el país más poderoso del mundo.

Por lo pronto, se auguran momentos nada tranquilos por allá en el norte.

En tanto, el electo está en el limbo sobre información clasificada del Pentágono y de la Presidencia, que ya debería estar siendo enterado.

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