Carta del lector:
Sobre el reciente estropicio de la derecha contra Venezuela:
El recuento pormenorizado del último manotazo de la derecha venezolana, que esboza Juan M. Negrete (Partidero, Maduro al pebetero, 11/I/2025) nos permite a quienes miramos con mente critica el suceso, algunas, reflexiones.
En primer lugar el acontecimiento muestra la derrota aplastante de una estrategia preparada por meses pero cuya contundencia resultó tan idiota como ineficaz. Así que ni la estrategia mediática ni el apoyo de la derecha internacional pudieron con la astucia, previsión y elocuencia del régimen venezolano qué no cayó en la provocación, qué hubiera sido terrible.
Sinceramente, no sé si el voto electoral de las elecciones hizo ganar a Maduro quien por presiones y exigencias internacionales tuvo que organizar las elecciones en verdaderas condiciones de inequidad, como los rios de dinero del exterior y de la oligarquía venezolana para financiar el partido de derecha. Pero yo me pregunto: ¿Se iba a permitir seguir esa trama perversa en aras de tolerar que el dinero y la trama informativa orquestada por Estados Unidos arrasara con un triunfo ilegítimo? Algo habrá hecho el gobierno venezolano para acomodar los números.
¿Habia otra salida? ¿Poco etico? Al contrario, el fin justifica los medios creo yo. Una etica mas monumental y contundente, como evitar que la derecha tome el pais, hace trisas la etica politica coyuntural. ¿Qué, los revolucionarios de la revolución francesa, rusa o mexicana, o incluso la conducta de Hidalgo o Morelos, no se apartaron de la moral establecida y se lanzaron violentamente contra sus opresores? El fin justifica los medios,repito, cuando el fin es justiciero
El dicurso de Maduro en su tercera toma de posesión realmente me conmovió. Su vehemencia ha sacudido a muchos, y ha encontrado en este personaje, antes acartonado y demagogo, al representante moral de Latinoamérica, quiérase o no.
Armando Martínez Moya
Una buena sacudida a la antropología filosófica tradicional
Creo que nuestra generación es privilegiada porque nos ha tocado vivir cambios profundos aceleradamente, y no sólo en el modo de vida, sino también en los conceptos básicos, filosóficos. Por ejemplo, en antropología social cada vez se descubren vestigios que derrumban las teorías sobre el origen del hombre que se habían formulado contra el creacionismo medieval. La tecnología ayuda a precisar datos del tiempo y materiales de esos vestigios así como a descifrar mejor la organización de esas culturas.
Se retoman, pues, las preguntas clásicas: ¿cuál es el “verdadero” origen del hombre? ¿Hubo humanos iguales o diferentes a nosotros cuyas culturas desaparecieron? ¿Llegaron de otros “astros” (término usado por Nicolás de Cusa) y tenían otros conceptos de la trascendencia y la inmanencia, la guerra y la paz?… ¿Por qué desaparecieron esas grandes culturas? ¿Realmente está la humanidad actual al borde de una “nueva” extinción?
A propósito, ayer vi un video sobre la biografía de uno de los multimillonarios asesores de Trump que le llaman el “Anticristo“, lo que se interpreta como preludio del apocalipsis.
Por su parte, las neurociencias y la física cuántica nos impulsan a cambiar nuestro antiguo concepto aristotélico del hombre como “animal racional”. Los estudios del cerebro nos dicen que “no hay cognición sin emoción” por más que Kant nos haya hablado de la “razón pura”, y que la “cognición o mente extendida” implica una yoidad que rebasa los límites corporales. Los físicos cuánticos, por su parte, nos dicen que los conceptos cartesianos y newtonianos de materia, espíritu, espacio y tiempo son limitantes para la comprensión más compleja de la realidad que debe ser comprendida como la relación energía – masa, acercándose al concepto o “ley” del “mentalismo” de Hermes. Entonces, ¿qué carambas somos los humanos? ¿En qué nos diferenciamos de los demás seres? ¿Qué es la conciencia?…
En fin, resulta emocionante el asomarse a la ventana de las novedades y elucubrar al respecto. Saludos a todos y gracias a los que leyeron este comentario.
José Luis Pardo Ruiz