Carta del lector

Carta del lector

Una reflexión sobre el artículo titulado Nietzsche, Foucault y el alma, aparecido el lunes 24 de junio pasado, en su sección Garbanzos de a libros:

 

Yo creo que la herramienta principal de los filósofos del occidente, la lógica de “lo que es, es, y lo que no es, no es”, lleva siempre que se buscan las últimas consecuencias, a la angustia de no alcanzar la certeza de lo que se buscaba. Querer atrapar al ser como lo intentó Demócrito lleva siempre al absurdo, o bien, aparecerá Heráclito con el río en el que nadie se baña dos veces. Con la lógica del cientificismo de Descartes y Galileo, el ser sólo se atrapa con una fórmula geométrico matemática.

¿Se puede atrapar al alma? ¿Es ésta “res extensa“? Hay quienes la meten a esa categoría de la existencia y la vuelven cerebro. Pero otros prefieren alcanzarla con la fe. Algunos neurocientíficos la explican a partir de la combinación de amabas: ciencia y fe, inmanencia y trascendencia. San Agustín recurre a un recurso de su experiencia existencial y la convierte en “memoria“, en la que el ser humano tiene su semejanza con Dios al existir solo el presente pues el pasado y el futuro son presente en la memoria.

El problema ahora es “qué es la memoria”. Es como el río de Heráclito estancado. Su origen está en la relación individuo-sociedad y medio ambiente. Ahí está la identidad. Somos yo, la sociedad y el medio ambiente. Los hombres primitivos lo entendieron perfectamente: el alma del individuo es a la vez social y medioambiental. Así lo confirman los antropólogos. Y así lo siguen concibiendo las culturas originarias.

Erich Fromm en “El miedo a la libertad” dice que los primitivos eran como niños y que nunca lograron su conciencia de individuos. Esto se empieza a lograr a partir de la Reforma (yo diría al originarse el liberalismo), pero aún se tiene miedo a cortar ese cordón umbilical con lo social y lo ambiental. Yo le diría a Fromm que ojalá y nunca se acabe de cortar porque el individualismo ha convertido a la humanidad en un monstruo y al medio ambiente ya casi lo aniquiló. Bueno, mejor le corto que ya les he de haber aburrido.

José Luis Pardo Ruiz

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