Contragolpe: Selección nacional mediocre

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Por Raúl de la Cruz

Viernes 13 de octubre de 2023.- Durante muchos años el futbol mexicano ha caído en el tópico de que le faltan “ganas” a los jugadores para trascender y tener un equipo que sea en verdad competitivo. Porque eso es lo que se quiere y se pide: un equipo que compita con dignidad.

Por más que la Selección sea un producto regularmente inflado en expectativas y aspiraciones, la mayoría de gente tiene las cosas claras: el Tri nunca será campeón del mundo y ni siquiera valdría la pena soñar con eso. Pero sí que se puede pedir un equipo que demuestre crecimiento, mejoría, y eso ya ha pasado en contados pero recordados momentos.

Pero el error de interpretación no puede ser más grande cuando se habla de “ganas”. El futbol es un deporte en el que no bastan lo deseos, como en casi ningún otro. Si fuera por voluntad, por entrega, por pelear cada balón, los equipos profesionales se olvidarían del balón y harían entrenamientos de atletismo todos los días. Así no se cansarían nunca, aunque luego tuvieran problemas para dar el pase más elemental. México, en realidad, no tiene la calidad que pregonan sus paleros de la televisión y con la que constantemente de queremos engañarnos.

A la Selección podemos llegar a verla con voluntad, incluso podemos ver desesperación cuando las cosas no les salen bien, en un ejemplo de que no son tan indiferentes como creemos (y cómo no, si después de tantos fracasos, sería imposible que no hicieran evidente su molestia). Pero eso no basta.

Si fuera suficiente con las “ganas” (palabra que puede recibir muchos nombres, pero en cada caso hace referencia al esfuerzo), todo sería mucho más sencillo: no habría que preocuparse por el largo plazo, por jugar cada semana ante rivales de calidad, por formar jugadores que de verdad sean válidos para jugar en contextos de alta exigencia.

Si México quisiera jugar mejor, lo último que haría falta serían ganas. Primero debería contar con jugadores de calidad. Y México no tiene jugadores con calidad. El elemento con más claridad de juego dentro del campo es Luis Chávez, que ya tiene 27 años, y muchos lo venden como promesa —hasta hace dos o tres años nadie lo tenía en el radar—. Y luego viene Santiago Giménez, que está teniendo una temporada de lujo con el Feyenoord, sí, pero no para ser el salvador inmediato de la Selección Mexicana. Al Tri le falta todo: ganas, la obsesión de muchos, pero lo más dramático es que tampoco hay calidad.

Y la calidad la va encontrar en sus elementos jóvenes. Es tiempo de prescindir de los Ochoas, Guardados, Herreras, entre otros y darles paso a las nuevas generaciones. Santiago Jiménez, está poniendo la muestra. Ahhh, pero a los genios del futbol, se les ocurrió que, naturalizando jugadores, caso Julián Quiñonez, por ejemplo y que jamás en la historia de la selección un jugador naturalizado ha marcado la diferencia.

(Foto principal: Futbol Total)

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