Jorge Meléndez Preciado
28 de julio de 2022. Quien encabeza el equipo de Marcelo Ebrard para la candidatura de Morena, la eficaz pero arrogante, Malú Micher, ha dicho que cada una de las tres corcholatas– las otras dos son Claudia Sheinbaum y Adán Augusto- debería nombrar una encuestadora y tener piso parejo en esta larga y sinuosa designación para la elección Grande (2024).
Ya antes, Ricardo Monreal, había presentado un programa de trabajo como muestra que está jugando en serio, no obstante que no se le incluya en el trío que aparece por todos lados.
A riesgo de ahondar en las propuestas de los que suspiran a la Presidencia, la analista Viri Ríos (Milenio, 25 de julio) señaló que entre los graves errores que contiene el proyecto del zacatecano es que reducía el impuesto a los ricos y ampliaba la posibilidad de evasión fiscal; esto último, el cobrar a los ricotes, uno de los aciertos de esta administración, con la eficaz y puntual de Raquel Buenrostro (SAT).
Hay más, pero ese apunte de Viri Ríos demuestra que Monreal, quien al principio quería hacer una reforma fiscal profunda desde el Senado, ha dado marcha atrás y se quiere congraciar con el uno por ciento de los mexicanos que manejan el país. ¡Grave asunto!
La más reciente encuesta semanal de El Financiero (22 de julio), continúa una especie de empate entre la Jefa de Gobierno de la Ciudad de México y el secretario de Relaciones Exteriores, en diversos rubros.
Adán Augusto, que iba creciendo, ahora se estancó y hasta bajó. Lo cual muestra que el considerado caballo negro, que entró muy brioso, le falta empuje, no obstante que ya tiene un equipo importante que le hace el trabajo cotidiano y a ras de tierra.
La científica Sheinbaum, a pesar de sus altas expectativas, no avanza en la Ciudad de México y tiene dificultades para ampliar horizontes en el resto del país.
Marcelo, por cierto, se muestra expectante de qué ocurrirá el 16 de septiembre con el discurso de López Obrador y el caso del TMEC, mal negociado por Jesús Seade, aunque éste se encuentre muy tranquilo en China.
Mientras esto sucede en la cúpula, en la base continúan los problemas, no sólo porque a Morena se le cayó el sistema para la inscripción de delegados a su Congreso, sino además porque todos, sin excepción, se pueden inscribir y eso traerá la adhesión de muchos que antes odiaban el cambio, pero ahora de dientes para afuera lo adoran.
También porque los conflictos entre el grupo de John Ackerman y Mario Delgado son cada vez más enconados.
Además, Morena no ha querido ser una organización que vaya formando cuadros para la siguiente etapa, ya que no esté el cemento que la une, Andrés Manuel López Obrador.
Los de partido guinda no han querido discutir los nuevos problemas que enfrenta el mundo: cambio climático, enfermedades como el Covid y la viruela del mono; la crisis alimentaria que mata decenas de miles diariamente en Madagascar y otros países africanos (también aquí en este lado del planeta tenemos ese problema) y la estanflación que viene y golpeará seriamente a todos.
Lejos de ello, la mayoría de las discusiones morenistas son por la detestable grilla, en lugar de los problemas centrales que ya no pertenecen a una clase, sino a todos, como bien apuntaba José Aricó en Puebla desde los años noventa, según acertadamente recuerda José Blanco (La Jornada, 26 de julio).
Además, hay una cerrazón y falta de análisis de los morenistas con los que durante años buscaron el cambio, pero al hacer una crítica a lo que sea de este gobierno, no únicamente los segregan, incluso los ven como enemigos, recordando los tiempos estalinistas.
Morena está a tiempo de abrirse, no para aceptar a los que buscan un hueso para su exiguo fututo- ya que si la crisis viene en serio, todos volaremos por los aires-, sino para discutir los problemas fundamentales, engrosar sus filas con voces que defienden (en serio) la Cuarta Transformación y buscar el camino que haga de este movimiento algo sólido y de largo alcance.
De no hacerlo, todos pagaremos las consecuencias.
@jamelendez44