Cuadros locales de la pandemia

Cada quien habla de la feria según le va en ella. Así andamos con el tema en boga. Autorizados o no, lo traemos en la boca todo el tiempo. Opinamos a diestra y siniestra sobre los avatares de esta nueva gripe, sepamos bien o mal de ella, entendamos de su origen y de sus causales o no. Los extremos se tocan en sus distintas versiones, desde quienes la minimizan hasta los que construyen cuadros tremendistas y apocalípticos.  pandemia

Quedamos en aislarnos, cuantos pudiéramos, en nuestros espacios habituales. No es que la medida sea una buena pócima para curación de los afectados, sino que serviría como estrategia preventiva. Es consejo valioso para desalentar su propagación. Se supone que en nuestros espacios domésticos guardamos la distancia con la basura, los desperdicios y toda insania concreta. Si logramos esto, le estamos poniendo una plataforma adecuada para combatirla y reducirla a sus parámetros mínimos de daño. Nada más.

Las extendidas redes de comunicación actuales penetran hasta nuestros espacios más guardados. Participamos en la tómbola de la información. Cada quien coge las pistas que le da la gana, aunque vivamos en aislamiento. Por desgracia, estas tales redes hacen fluir información de todo tipo, confirmada o no, verdadera o falsa. No tenemos controles de veracidad, ni los procuramos. Aquí sí que cada quien tiene que poner sus filtros propios, los que haya construido o adquirido en su vida pasada, para normar sus pasos particulares.

Ya que disminuya el frenesí y recobremos sosiego, estaremos en condiciones de analizar los excesos cometidos por las urgencias, por la desatención y también por la mala leche que guía muchas de nuestras reacciones. Estaremos en situación más tranquila para no seguir lacerándonos. Pondremos en horizonte manejable tantos y cuantos juicios emitidos, con responsabilidad o sin ella. Lo que hay por ahora es que vamos entrando al ojo del huracán y alcanzaremos la cresta de su numeralia. En otros países hay estragos de nota.

La fórmula del aislamiento que escogió este redactor le arrumbó a los lares paternos, ubicados en el sur de Jalisco. Por acá pareciera que no hay incidencias del resfriado de moda, aunque sí tenemos algunos casos vividos y escenificados, a los cuales habrá que rascarle las espinas. A resultas de la calma chicha que se vive en muchos hogares, algunas viejas amistades cogieron el teléfono y se buscan para entablar comunicación, o rota o bien esporádica. De los muchos intercambios, la mayoría gira en torno al manido tema de la pandemia.

Una de ellas me llamó la atención. La participaré como recuadro, para sacarle cicuas útiles, aunque no esté seguro de lograrlo. Se trata de una vieja amistad femenina que tuvo sus hijos en la misma primaria en la que transcurrió el período escolar de nuestros hijos propios. No da al caso mencionar su nombre. Se trata de una amistad apreciada o no sería amistad. La charla se dio entre esta señora y mi esposa. Ella no tiene claridad política ni interés en conseguirla. Más bien sigue hundida en los atavismos religiosos y con ellos norma sus actos cotidianos.

Expuso de entrada la interlocutora que nunca se pone a escuchar a López Obrador. No le cae ni bien ni mal. A buen seguro que no votó por él, o quizás ni haya concurrido a las urnas en aquella jornada ya histórica en la que el señor Peje se alzó con victoria tan contundente. Nunca lo oigo ni le sigo sus ruidos, dijo. Pero el otro día y casi por pura casualidad me puse a verlo. Como mala suerte me tocó verlo burlarse de los remedios o medicinas para enfrentar el coronavirus. Sacó un escapulario y dijo que los mexicanos tenemos recursos tradicionales con los que la tal plaga nos hará los mandados.

Lo vi burlarse de nuestras tradiciones – siguió -. Ya sé que él es un masón, un ateo. Pero ¿por qué burlarse de los escapularios y de la fe del pueblo? Me doy cuenta de que no está haciendo nada, que es un inepto, que escogimos al peor presidente posible. Por fortuna vamos a salir adelante gracias a que los gobernadores y otros entes políticos más sensatos sí están metiendo el hombro y nos van a sacar adelante de esta tragedia.             pandemia

Ese fue su discurso, aunque no textual. Sus palabras me sentaron a meditar en torno a la mella que está consiguiendo en el ánimo de nuestra población la campaña de calumnias y mentiras de todos los opositores de la 4T. Sea el gremio de opinócratas o de los mal llamados empresarios, que son meros corsarios de nuestra economía, traen descoyuntado el ánimo como para ya dinamitar a Obrador de la silla del poder ejecutivo.                    pandemia

Me vinieron de inmediato a la mente las desastradas poses de algunos de aquellos a los que la mujer llamó ‘atinados gobernadores’. En automático se elevó a mi atención a Alfaro. Su mezquina ocurrencia de tildar a López Gatell de traidor a la patria y su más reciente propuesta, simplemente estúpida, de aprovechar el ruido mediático y hablar de convertir a nuestro estado de Jalisco en una república independiente y separada de México.            pandemia

Sólo un grado acusado de demencia hace vomitar semejantes imbecilidades. Peores cornadas da el hambre, es cierto. Pero la despolitización es dañina. Los recuadros particulares que vamos viviendo nos arrojan señales de preocupación que no hemos de traspalear, sino atender. Su turbulencia puede resultarnos perjudicial, tanto o más dañina que la presente plaga mundial.

Salir de la versión móvil