¿Cuánto pesa una lágrima?
Josefina Reyes Quintanar
Diversas pueden ser sus causas: un abandono, un final feliz, el partir una cebolla en julianas… cosas así nos pueden hacer llorar. Aunque existen tipos de lágrimas como las basales o las reflejo cuya función fisiológica es lubricar el ojo para mantener una salud ocular, repeler el polvo, el humo o algún cuerpo extraño y así proteger la córnea; las que nos competen en esta ocasión son las emocionales. Si son creadas como respuesta a un estímulo emocional intenso, tienen una composición química ligeramente diferente. Estas lágrimas contienen altos niveles de proteínas, hormonas y neurotransmisores como la prolactina, la oxitocina y las endorfinas.
Grandes son los beneficios del llorar, es terapéutico porque alivia las tensiones y sirve para soltar el estrés; es una excelente motivación cerebral ya que el 30 % de toda la sangre que el corazón bombea al cuerpo la recibe el cerebro al llorar, se aumenta la frecuencia respiratoria y al terminar el llanto el cerebro libera endorfinas que brindan tranquilidad; si lloramos frente a alguien es muy probable que se presente una mayor empatía y apoyo; nos da tiempo para identificar lo que se está enfrentando y de esta manera se podrá trabajar esa parte emocional; finalmente la ciencia sugiere no reprimir las lágrimas cuando el cuerpo las pide ya que es una manera de prevenir enfermedades.
Una lágrima es la principal protagonista en el llanto, claro que la acompañan los sollozos, lamentos, balbuceos y quizá algún grito o gemido. Por no hablar de los molestos y desagradables mocos. En la parte interna del cuerpo son acompañadas y están conectadas con el corazón, el estómago, el pulso, la respiración. Ya nos hizo el buen Cortázar el favor de plasmar las Instrucciones para llorar en su libro de Historias de Cronopios y de Famas, una propuesta para evitar un llanto escandaloso y evitar que insulte a la sonrisa. Le pone incluso el tiempo óptimo para su duración: tres minutos.
En las Confesiones de San Agustín, el filósofo sorprende con las invocaciones dolorosas desde la vivencia del sufrimiento por la muerte de su amigo de juventud: ¡Con qué dolor se entenebreció mi corazón! Cuanta mirada era muerte para mí. Mas ahora Señor, que ya pasaron aquellas cosas y con el tiempo se ha suavizado mi herida, ¿puedo oír de ti, que eres la misma verdad, y aplicar el oído de mi corazón a tu boca para que me digas por qué el llanto es dulce a los miserables? ¿De dónde nace que el gemir, llorar, suspirar y quejarse se recoja de lo amargo de la vida como un fruto dulce? ¿Acaso es dulce en sí esto porque esperamos ser escuchados de ti? Así es cuando se trata de las súplicas, las cuales llevan en sí siempre el deseo de llegar a ti, pero ¿podría decirse los mismo del dolor de la cosa perdida o del llanto en que estaba yo entonces inundado? Porque no pedía yo resucitarle ni pedía esto con mis lágrimas, sino que me contentaba con dolerme y llorar, porque era miserable y había perdido mi gozo.
¿En qué se distinguen las lágrimas de felicidad, placer, contemplación, duelo, frustración, ira? ¿Los locos lloran? Hasta la edad es crucial en esto de soltar lágrimas, al nacer es nuestro único medio para comunicarnos y conforme va pasando el tiempo está comprobado científicamente que producimos menos lágrimas a medida que envejecemos. Este brotar de las lágrimas, los sentimientos desencadenados, la expresión ausente de palabras es una vivencia exclusiva de los seres humanos. Bueno, hasta llorar es un arte, y si las lágrimas son masculinas más admirables se vuelven por aquello de “los hombres no lloran”. ¿Dónde está ubicado el valle de lágrimas?
La valía de cada lágrima es distinta. Para Bécquer, cada lágrima es un poema de ternura infinita. Pero ¿qué peso les darían a las lágrimas de una plañidera? O pensemos en la lágrima que aflora después de que bostezamos con tal intensidad. La lágrima de un niño caprichoso debe pesar menos que el viento; pero si son lágrimas de un niño que tiene hambre deberíamos equipararlas a la gravedad de un meteorito. De unas ni nos enteramos, cómo las lágrimas propias que brotan en silencio y que uno mismo limpia. En cambio, las copiosas lágrimas que llegan en cascada buscan reflectores para que las vean. Además, ¿Quién no conoce esas lágrimas que no caen y se consumen en los ojos? Hay que darles siempre su justo valor, ¿Cuánto pesa una lágrima?