¿Cuánto vale un periodista?

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Puntos y Contrapuntos

Criterios

Víctimas de sus propios demonios, los periodistas comprometidos con su profesión asumen con singular determinación-y a despecho de su propio bienestar, tranquilidad y seguridad- la ingrata tarea de defender a la sociedad de los monstruos que la acechan.

En tránsito permanente entre sus fragilidades humanas y sus precariedades económicas, salariales y laborales, pero inspirados por la vocación y la convicción ética de sus responsabilidades, el único privilegio que los periodistas comprometidos con su profesión no pueden permitirse es rendirse frente a la adversidad, tanto la que les afecta personalmente como aquella que pretende doblegar o someter a la sociedad.

Los tiempos actuales no son buenos para el periodismo, ni para los periodistas, que están expuestos al autoritarismo, la intolerancia, los juicios sumarios y la exacerbada beligerancia que caracteriza a expresiones encumbradas de los poderes públicos de Jalisco y de la República.

Personas de epidermis delicadas, que reaccionan con la irracionalidad y la beligerancia de los ánimos sin reposo, de quienes se han extraviado en los laberintos del poder, porque carecen de inteligencia, madurez, prudencia y generosidad para escuchar a quienes discrepan del coro y ponen en duda los dogmas de la fe doctrinaria que guía sus pasos y determina sus decisiones.

 

Periodistas

“En la redacción de los periódicos, en los estudios de radio y televisión (y en ahora en las plataforma de Internet), hay periodistas sensibles y de gran talento, personas que tienen la estima de sus contemporáneos, que consideran que nuestro planeta es un lugar apasionante, que vale la pena que sea conocido, comprendido y salvado”, dijo con singular emoción el periodista y escritor polaco Ryszard Kapuscinski, en el discurso que pronunció en Estocolmo, durante la ceremonia de entrega de los premios de periodismo Stora Jurnalstpriset, reseñado por la revista francesa Le Monde Diplomatique, en su edición de julio-agosto de 1999.

“La mayor parte del tiempo, esos periodistas trabajan dando muestras de abnegación y de dedicación, con entusiasmo y espíritu de sacrificio, renunciando a las facilidades, al bienestar, hasta llegar a ignorar su seguridad personal, con el único objetivo de dar testimonio del mundo que nos rodea y de la multitud de peligros y esperanzas que entraña”, agregó Kapuscinski.

Puso en duda la convicción vocacional de comunicadores que se incorporan al periodismo con una idea frívola o mezquina de la profesión. Una realidad que aplica en plenitud a amplio segmento de comunicadores en los tiempos actuales, tanto en medios convencionales como en plataforma digitales.

“Hoy, son muchos los individuos que practican el periodismo sin identificarse con esta profesión, o sin haber decidido dedicarle plenamente su vida y lo mejor de ellos mismos. Es, para algunos, una especie de hobby, que pueden abandonar en cualquier momento para hacer otra cosa. Numerosos periodistas actuales podrían trabajar mañana en una agencia de publicidad”, reprochó también Kapuscinski.

Otros, en los tiempos frágiles que vivimos, emigraran sin rubor y recato al lado oscuro de la fuerza, para ponerse al servicio de poderes formales o fácticos que agreden o agravian a la sociedad, en una caprichosa interpretación de los deberes profesionales, que flexibilizan a su conveniencia, para transitar hacia zonas más confortables, de mayores y mejores recompensas.

 

Precariedades

Para responder a las exigencias de su profesión, los periodistas deben estar en permanente proceso de actualización, que les obliga a participar en cursos, seminarios, diplomados; a comprar o suscribirse a revistas y periódicos, y a comprar libros; a contratar servicios de Internet para escudriñar en la infinita red y a pagar para acceder a bancos de datos; a viajar a los lugares donde suceden los hechos, con el propósito de encontrar referencias que enriquezcan su trabajo.

El periodista tiene derecho a condiciones laborales y salariales dignas, decorosas, que le garanticen seguridad personal y familiar, para resolver necesidades básicas de sobrevivencia y resistir las tentaciones de poderes, de la más diversa naturaleza, que seducen y corrompen con la intención de inhibir o conjurar los mejores frutos de una profesión que por su propia naturaleza debe ser eminentemente ética, crítica, independiente y libre, aunque en ello vaya implícito el riesgo de sufrir amenazas, incluso extremas.

Sin embargo, la realidad es muy diferente y en ocasiones, cruel.

Un amplio segmento del gremio periodístico sobrevive en condiciones laborales y salariales precarias, y en algunos casos, infames.

Es común que el periodista trabaje por honorarios, en un régimen laboral ajeno a cualquier garantía o posibilidad de reclamo legal, sin derecho a servicios de salud, a fondos de ahorro y de retiro, aguinaldos o compensaciones mínimas que le garanticen un nivel digno de bienestar y certidumbre.

El periodista también está expuesto a la contratación a través de intermediarios (outsourcing), que le escamotea derechos laborales y humanos esenciales, mientras privilegian las ventajas de los patrones.

Igual puede el periodista resignarse a la ilusorio libertad y permanente precariedad de quienes laboran como freelance, persona que trabaja de forma independiente y realiza trabajos de manera autónoma, sin patrón, pero también sin garantía, casi siempre expuestos a la buena voluntad o al mezquino manipuleo de sus buenos, regulares o malos empleadores circunstanciales.

 

Valores

La Comisión Nacional de los Salarios Mínimos fijó los salarios mínimos general y profesionales que entraron en vigor en la República Mexicana desde el pasado martes 1 de enero de 2019 y que se publicaron en el Diario Oficial de la Federación el miércoles 26 de diciembre de 2018.

Estableció que el salario mínimo general que tiene vigencia en el área geográfica de la Zona Libre de la Frontera Norte es de 176.72 pesos por jornada diaria de trabajo y de 102.68 pesos por jornada diaria de ocho horas para el resto del país.

Entre un total de 59 categorías diferentes de salarios mínimos profesionales, describió con singular superficialidad y pobreza conceptual dos vinculadas al periodismo.

46.- Reportero (a) en prensa diaria impresa. Es la persona que obtiene información de interés general sobre eventos o temas de actualidad a través de la observación de los hechos, de entrevistas a personas vinculadas con los mismos, o a personas de interés para la comunidad. Esta información la ordena, estructura y transmite de manera clara y expedita a la empresa periodística para su revisión y, en su caso, redacción definitiva y publicación. En ocasiones el (la) trabajador(a) es el (la) encargado(a) de elaborar la redacción misma de la nota. El (la) reportero(a) requiere de estar informado(a) sobre los eventos o temas de su trabajo para darles seguimiento. En la captura de información, así como en su transmisión se auxilia de muy distintos medios de comunicación y tecnologías de información.

47.- Reportero (a) Gráfico (a) en prensa diaria impresa. Es el (la) trabajador(a) que acude a personas o a eventos de interés general con el objeto de obtener imágenes para ilustrar sucesos y artículos de actualidad. Generalmente envía al periódico el material digitalizado, acompañándolo de los datos de referencia con los nombres de los personajes o de los eventos que aparecen en las imágenes. Para su trabajo se auxilia de diversos medios tecnológicos de captura de imágenes y otros instrumentos propios de su profesión y, en ocasiones, acompaña en su labor a un(a) reportero(a), quien le sugiere o indica el género, estilo o ángulo de la imagen deseada.

Un reportero o un reportero gráfico tienen, por ley, un salario mínimo diario de 248 pesos con 9 centavos; que equivale a 7 mil 442 pesos con 70 centavos al mes y representa un ingreso anual de 89 mil 312 pesos con 40 centavos.

 

Libertades

La libertad de expresión es una vieja aspiración del hombre. Una de sus primeras definiciones jurídicas se encuentra en la Declaración de los Derechos del Hombre y del Ciudadano de 1789, enriquecida por el espíritu filosófico del Siglo XVIII, que marca el fin del antiguo régimen feudal. Es uno de los textos elaborados por la Asamblea Nacional Constituyente reunida en París, durante la Revolución Francesa.

En su Artículo 10, advierte: “Nadie debe ser incomodado por sus opiniones, inclusive religiosas, a condición de que su manifestación no perturbe el orden público establecido por la ley”.

Y agrega en el Artículo 11: “La libre comunicación de pensamientos y de opiniones es uno de los derechos más preciosos del hombre; en consecuencia, todo ciudadano puede hablar, escribir e imprimir libremente, a trueque de responder del abuso de esta libertad en los casos determinados por la ley”.

La libertad de expresión está nítidamente definida en la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos, promulgada en 1917. El Artículo 6 señala: “La manifestación de las ideas no será objeto de ninguna inquisición judicial o administrativa, sino en el caso de que ataque a la moral, la vida privada o los derechos de terceros, provoque algún delito, o perturbe el orden público; el derecho de réplica será ejercido en los términos dispuestos por la ley. El derecho a la información será garantizado por el Estado”

Agrega: “Toda persona tiene derecho al libre acceso a información plural y oportuna, así como a buscar, recibir y difundir información e ideas de toda índole por cualquier medio de expresión”.

Este precepto se complementa con lo que expresa el Artículo 7: “Es inviolable la libertad de difundir opiniones, información e ideas, a través de cualquier medio. No se puede restringir este derecho por vías o medios indirectos, tales como el abuso de controles oficiales o particulares, de papel para periódicos, de frecuencias radioeléctricas o de enseres y aparatos usados en la difusión de información o por cualesquiera otros medios y tecnologías de la información y comunicación encaminados a impedir la transmisión y circulación de ideas y opiniones”.

El 10 de diciembre de 1948, la Asamblea General de las Naciones Unidas aprobó y proclamó la Declaración Universal de Derechos Humanos, protocolo que fue respaldado por el Gobierno de México. En su Artículo 19 dice: “Todo individuo tiene derecho a la libertad de opinión y de expresión; este derecho incluye el de no ser molestado a causa de sus opiniones, el de investigar y recibir informaciones y opiniones, y el de difundirlas, sin limitación de fronteras, por cualquier medio de expresión”.

Son precarias, injustas, angustiosas, estresantes y tristes las condiciones en las que labora un amplísimo segmento de periodistas que con profesionalismo e integridad luchan cotidianamente por acompañar a la sociedad en la preservación de sus valores esenciales.

Es mucho lo que ofrendan los periodistas profesionales, independientes, honrados y valientes. Y es poco lo que reciben como compensación. Y aún así, siguen, firmes, decididos, sin claudicar en el cumplimiento de sus responsabilidades.

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