Del poema de Gilgamesh

Trozos del poema de Gilgamesh

Traducción de Gabriel Michel Padilla

[En la presentación que, por la semana pasada adelantamos aquí mismo, se dijo que se irían escogiendo algunos trozos de esta antiquísima obra. Presentamos ya el preludio. Ahora adelantamos otro trozo más, tomado del Canto Primero.]

CANTO I

Espléndido, muy alto y poderoso,

a todos los monarcas aventaja

como un toro salvaje humanizado,

invicto siempre en todos los combates,

gran prócer en la línea de batalla,                                            5

admirado por todos sus soldados

fortaleza imbatible, así le llaman,

protector venerado de su pueblo,

furioso torrencial que desmenuza

toda barrera o muro defensivo.                                               10 

Él es tres partes dios, y una es humano;

Lugalbanda es su padre y la diosa

Ninsum, su madre lo gestó y dio a luz.

Abrió entre las montañas los senderos,

y en sus laderas escavó los pozos.                                          15

Cruzó el inmenso mar y navegaba

tenaz hacia el oriente donde nace

y florece brillante el astro grande

a encontrar los confines de la tierra

en busca ansiosa de la vida eterna.                                           20

Apenas se encontró con Utnapishthim,

que había sobrevivido al Gran Diluvio,

a quien hicieron inmortal los dioses,

restableció los ritos del pasado,

reconstruyó los muros de los templos                                       25

que habían sido abatidos fatalmente

por las voraces aguas del Diluvio,

renovando estatutos y rituales

para el bien de de su pueblo bien amado

y la sagrada tierra en que se asienta.                                             30

A Gilgamesh, decid, quién lo ha igualado?

Qué monarca ha causado tal asombro?

Cuál puede proclamar aquí en la tierra:

“Yo impero majestuoso sobre el mundo”?

La diosa Arurú, madre creadora,                                                        35

le diseñó su cuerpo, lo hizo fuerte,

el más robusto de los hijos de hombre,

lo hizo grande, radiante, lo hizo hermoso.

La ciudad es su feudo, ahí deambula,

camina pavoneándose orgulloso,                                                       40

levanta sus cabeza con soberbia,

con arrogancia pisotea a los hombres,

como un toro salvaje ha conculcado

sus nobles habitantes, a sus hijos.

Es un rey que gobierna prepotente,                                                      45

a los padres, sus hijos les incauta,

se los sustrae y luego los aplasta.

A las madres les rapta sus muchachas,

las usa, las ultraja y lo mismo hace,

con la novia que llega a desposarse                                          50

antes de que sus novios las disfruten.

Las hijas del guerrero también toma,

las usa sin que le hagan un reproche.

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