En pleno pandemonium por el coronavirus, como alguien calificó el trastocamiento mundial provocado por Covid-19, el gobierno de Enrique Alfaro cedió casi 180 millones de pesos al hospital Ángel Leaño, una acción poco clara, cuando hay hospitales públicos y regiones sanitarias que no sólo no han recibido asignación extra contra la pandemia, sino que tradicionalmente laboran con recursos limitados.
Al mismo tiempo, hay decenas de centros y casas de salud en poblaciones pequeñas –de más de 2 mil 300 habitantes (más grande que algunas cabeceras municipales)– que no cuentan con médico de planta, a lo sumo algún pasante que, por lo general, labora de lunes, ya tarde, hasta el viernes. Es el caso de mi pueblo, El Chante, donde los fines de semana carecen de atención y hay que desplazarse a Autlán, a más de 20 kilómetros de distancia, sin contar rancherías que están a otro tanto de distancia, remontadas en la sierra.
Como anteriormente ya lo había hecho con otros titulares de la Salud en Jalisco, en la primera de sus tres incursiones por tal dependencia, le expuse al doctor Alfonso Petersen la necesidad de resolver este problema que se presenta en muchos lugares. Prometió resolverlo con pasantes “descanseros”. No obstante, el ahora flamante vicerrector médico de la Universidad Autónoma de Guadalajara (UAG), responsable del Ángel Leaño, nunca lo hizo.
Así las cosas, puede haber toda la confianza del mundo en que la millonada del tesoro público que ahora se inyectó a ese nosocomio particular para atender gratuitamente a pacientes del Covid-19, ¿será una realidad cuando hasta el miércoles 1 de julio recibieron los primeros cinco pacientes?
Esperemos que sí, pues la suma de, al menos, 177 millones de pesos por parte del gobierno estatal, no es poca cosa para que dé servicio únicamente durante tres meses, que es el contrato con el hospital que ha sido reacondicionado luego de estar en desuso desde hace dos años, y que aunque tiene una capacidad para más de 400 camas, de arranque sólo tiene 265.
Sin embargo, queda la duda de si hay un negocio a trasmano, y si tanto dinero apenas es suficiente para atender a enfermos únicamente por 90 días, cuando con menos de esa suma pudieron acondicionar un área hospitalaria en el elefante blanco de Villa Panamericana, como lo propusimos antes de que llegara la pandemia. De haberse hecho así, la sociedad, principalmente los más necesitados, dispondrían, para ahora y para el futuro, de al menos una clínica pública más.
Es por eso que no alcanzo a comprender el porqué se financia con el dinero de todos a unos ricachones como son los Leaño y se les reacondiciona un hospital escuela que tenía dos años sin operar. Que se sepa, ellos no aportaron un peso.
Y eso que son dueños de Plaza Andares, la más popof –o fifí, diría López Obrador—de la zona metropolitana tapatía. Pero eso no es todo. Hay que recordar que por cuenta del erario público corrió el acondicionamiento de accesos a dicho centro comercial.
Los Leaño, dueños de la UAG y del estadio Tecos, son propietarios de hoteles, grandes desarrolladores urbanos y turísticos como Isla Navidad, de cuyos terrenos, ejidales en principio, se hicieron a la malagueña y, para facilitar arreglos en Colima, le arrebataron a Jalisco esa importante porción, a mitad del siglo pasado, al desviar el río Marabasco hacia la Laguna Barra de Navidad y así alteraron los límites de Jalisco en beneficio de aquel estado, y de sus intereses particulares.
¿En dónde estará el beneficio social a que está obligada dicha familia cuando tienen tan grandes y prósperos negocios?
A la transacción de esos cerca de 180 millones de pesos de la hacienda pública hay que agregar las aportaciones voluntarias de particulares de cuyos números no sabemos.
Mientras tanto, enfermeras, médicos y personal de hospitales públicos, como el Civil de Guadalajara y del mismo Seguro Social, se quejaban por carecer del equipo mínimo indispensable para hacerle frente al coronavirus. Los mandaron a la guerra sin fusil, como ocurrió en prácticamente todo el país.
En tanto, Rico Mac Pato Alfaro endeudándonos con 6 mil 200 mil millones de pesos y repartiéndolo entre los que ya son ricos de generaciones atrás… y de nuevo cuño.
Por otro lado, después de altibajos en la lucha contra la pandemia por parte de la administración estatal, hace dos o tres semanas, cuando empezaba el repunte de casos por Covid-19, en mala hora el gobierno estatal tiró la toalla. Así, cuando más se necesitaba, dejó todo a la deriva, “bajo la responsabilidad de cada quien”.
Dentro de lo malo, ayer, cuando se contabilizaban ya al menos 729 fallecimientos en Jalisco, el gobernador dio marcha atrás en la reapertura de cines y teatros.
No obstante, se trata de una medida muy parcial, pues no incluyó bares, gimnasios, casinos ni salones de fiesta que son de los lugares en donde puede haber más contagios. Al parecer, los últimos no los incluyó la Universidad de Guadalajara en su propuesta.
Tampoco se anunció alguna medida más estricta en contra de mercados, tianguis y transporte urbano que también son fuentes de contagio. Ojalá se restrinja, al menos, la vigilancia para que todo mundo cumpla con los protocolos de protegerse y proteger a los demás. De lo contrario, de muy poco servirá que sigan cerrados sólo cines y teatros.