El bipolar gobierno federal

Desde hace semanas recibimos dobles mensajes del gobierno federal al propósito de la pandemia de Covid-19. Por un lado, el acierto del presidente de dejar en manos de los científicos y técnicos en la materia para que cada noche expliquen a la nación las medidas que debemos tomar para prevenir la pandemia, desde lo individual y lo colectivo.

La acertada designación del Dr. Hugo López-Gatell Ramírez, subsecretario de Prevención y Promoción de la Salud, quien con paciencia y mucho conocimiento de causa, explica y vuelve a explicar cada noche las medidas necesarias de prevención y cuidado.

A la par, el propio presidente incumple los llamados del subsecretario, sigue sin suspender sus giras por la República, que implican abordajes en vuelos comerciales, encuentros con diversas personas en distintos lugares y municipios, saludar y besar, lo mismo a niñas que ancianas, etc. Esta bipolaridad en los mensajes se traslada ahora al tema de las mujeres.

La conferencia de prensa sobre el coronavirus en México del pasado 26 de marzo, fue un hecho inédito y podría decir que hasta histórico. Llamó la atención pues tuvo como eje el tema de salud pública abordado desde las mujeres, por lo que fue dirigida por especialistas en diversos temas. Estuvieron presentes Ana Lucía de la Garza Barroso, directora de Investigación Operativa Epidemiológica; Nadine Gasman, presidenta del Instituto Nacional de las Mujeres; Lorena Rodríguez-Bores Ramírez, secretaria técnica del Consejo Nacional de Salud Mental y Karla Berdichevsky Feldman, directora general del Centro Nacional de Equidad de Género y Salud Reproductiva, quienes abordaron el tema de la cuarentena con perspectiva de género.

 Las especialistas abordaron desde temas económicos, como el trabajo no remunerado, hasta de salud reproductiva de las mujeres. Además, se reconoció a la violencia de género como un tema de salud pública. Fue inédito también que se hablara de la necesaria redistribución del trabajo doméstico  y de cuidados y de la violencia de género como tema de la pandemia del Covid-19. La perspectiva de género con la que fue abordada la conferencia del 26 de marzo generó reconocimientos hacia la administración pública federal.

Fue significativo, también, que cuatro mujeres encabezaran la conferencia sobre Covid-19, hablando de violencia de género y acciones en salud sexual y mental y especialmente significativo que el Dr. Gatell mantuviera perfil bajo, sentado en la parte de atrás y fueran ellas las que dirigieron por completo la presentación. Por cierto, de pena ajena las y los periodistas sin perspectiva de género que acuden a esas ruedas de prensa. Ni una sola pregunta sobre el tema de género hicieron en un ejercicio preparado exclusivamente para ello.

La alegría de esa rueda de prensa nos duró poquito, ya que una semana después, (la bipolaridad, pues), el lunes 30 de marzo, en una trascendente rueda de prensa para dar a conocer anuncios importantes respecto del Estado de Emergencia Sanitaria Nacional por el Covid-19, con la presencia del secretario de Salud, Jorge Alcocer, el portavoz gubernamental para la epidemia, Hugo López-Gatell, el canciller Marcelo Ebrard, la titular de la Secretaría de Gobernación (y rectora de la política interior) Olga Sánchez Cordero, Rafael Ojeda y Luis Crescencio Sandoval, jefes de la Marina y el Ejército, respectivamente, fue lamentable.

Los anuncios realizados por el canciller Ebrard en torno al estado de emergencia sanitaria en el que se encuentra México eran los que correspondía realizar a Sánchez Cordero, ministra en retiro y hoy secretaria de Gobernación. La política interna corresponde a la Secretaría de Gobernación, no a Relaciones Exteriores.

Le quisieron “poner peso a la declaración” y “por eso ponen un hombre”, me dijo una persona al escuchar y ver la rueda de prensa. Muy grave el mensaje y la interpretación machista del hecho. En realidad, más peso político tiene la secretaria de Gobernación.

Forma es fondo, así opera el patriarcado en épocas de crisis. Por todavía, se agudizan las violencias machistas y las violencias simbólicas también.  La bipolaridad gubernamental es parte de esa violencia simbólica.

 

 


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