El oxígeno que nos falta y la deuda que nos sobra

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En los últimos días se multiplican los mensajes de familiares, amistades, desconocidos que preguntan por todos los medios posibles sobre lugares para conseguir oxígeno. Son llamados desesperados, de súplica, algunos dispuestos a gastar lo que no tienen con tal de conseguir un concentrador de oxígeno, un tambo o una recarga del mismo que les permita una esperanza de vida.

Quienes han tenido la posibilidad de conseguir alguno, se han enfrentado a la voracidad y al encarecimiento, pero también a la indolencia de las autoridades que siguen sin controlar su distribución y su precio.

Las historias se repiten: Carmen pasa por lo menos la mitad del día haciendo filas para conseguir rellenar el tanque que permita que su padre de 65 años, quien tiene una semana enfermo de Covid y con saturación de oxígeno debajo de 88, pueda seguir respirando en tanto recibe atención médica hospitalaria.

Las filas para conseguir oxígeno se han convertido en uno de los símbolos de la negligencia del Estado ante una emergencia pandémica como la que vivimos en Jalisco. Según información del investigador de la Universidad de Guadalajara, Víctor Manuel González Romero, enero se consolidó como el más mortal para Jalisco, desde que inició la pandemia. Del 1 al 31 de enero se reportaron 2 mil 484 personas fallecidas por Covid-19; un promedio de 80 al día.

Esta cifra es el doble de los fallecimientos que se confirmaron en diciembre, que fueron mil 193, un promedio de 38 diarios.

El investigador ha señalado que de acuerdo a datos de la Secretaría de Salud Jalisco, en la entidad hubo un incremento de un mes a otro en casos, hospitalizados y muertos. “Con respecto a diciembre, en enero aumentaron pruebas, casos, muertes y hospitalizados. Lamentablemente lo que aumentó más son las muertes”. En cuanto a pruebas, de 70 mil 130 realizadas en diciembre se pasó a 120 mil 536, mientras que los casos pasaron de 29 mil 759 a 50 mil 754.

De acuerdo con la citada dependencia, se ha visto una reducción en la positividad, además de que la ocupación hospitalaria va en descenso.

Sin embargo, de lo que no se habla, es de la gente que está muriendo en casa, de la gente que no logra conseguir un respirador, un tanque de oxígeno o una recarga. No se habla de la tragedia de miles de familias que con impotencia miran la inactividad del gobierno para atender esta emergencia.

La escasez de oxígeno ha provocado que afloren los mercenarios de la salud, los defraudadores, quienes han visto en el caos y en la crisis una oportunidad para hacer ganancia. Se dispararon los costos de los tanques y se multiplicaron las estafas y los engaños con empresas fantasmas que ofrecen servicios inexistentes y que desaparecen después de cobrar un adelanto de personas desesperadas por salvar la vida a sus familiares.

La lógica de mercado aplicada a la salud opera de manera ruin y mezquina y una vez más, polariza esta sociedad clasista del que tiene poder adquisitivo para comprar, acaparar y disponer de un bien escaso y de aquellos que ni un poco de oxígeno alcanzaron para los últimos días de sus vidas.

La deuda que adquirió Enrique Alfaro, gobernador de Jalisco de 7 mil 500 millones de pesos (347.2 millones de dólares) para atender la contingencia de la pandemia, parece que no le alcanzó para comprar oxímetros y tanques de oxígeno y controlar su distribución a la población que lo necesitara. A Jalisco le falta oxígeno y le sobra deuda. También le sobran los mezquinos en este momento de tanto dolor.

 

medium.com/dra-lupitaramos

@dralupitaramosp

 

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