El teatro

El Teatro.   

Alfonszo Rubio Delgado

 

Se dice que el teatro, tal cual se define, es: “La rama de las artes escénicas relacionada con la actuación. Representa historias actuadas frente a los espectadores…”. Así, el teatro y sus ramificaciones nos han traído historias muy hermosas unas, y otras demasiado crudas, mas no por ello menos atractivas. Por lo demás, un arte completísimo, una fuente de inspiración. La vida del(a)histrión. También para quienes estamos poco relacionados con aquel.

Muchos hemos escuchado la famosa frase: “La vida es un teatro”. Ocurre que, en efecto, quienes habiendo pasado por algún escenario teatral, hacemos la comparación. Necesariamente, de alguna parte debió salir aquel arte. Mismo que emula y reproduce pasajes de la vida. Algunas distorsionadas, otras alteradas. Otras más en modo ficción y recreando los escenarios más poco probables. En fin, dentro del género teatral, igual que en la literatura, el límite, está marcado por el alcance de la mente humana.

Ahora bien, una gran parte de los seres humanos desconoce el teatro, a su vez que lo rechaza. Dejándose llevar por el “automatismo” vital (destino) se abandona el individuo. La actuación, demasiado básica, le impide desarrollarse de forma plena. Las limitantes que le trae su pobre actuación en “el gran teatro”, parecen encaminarle hacia situaciones demasiado complicadas. El no saber actuar en la vida, limita a los individuos. Los deja en un estado de indefensión. En situación de ser explotados y abusados de diferentes maneras.

Ciertamente, las experiencias vitales cuentan demasiado en un escenario de la vida. Mismo que nos permite improvisar. También nos da la oportunidad de ser autodidactas con los golpes de la vida. Aunque lo ideal, es aprender a actuar, de la forma más profesional que nos sea posible.

A todos nos ha ocurrido que, habiendo aprendido algo de teatro, hacemos comparaciones. Luego, notamos cómo hay quienes se ven ridículos, actuando su propia existencia. Concluyendo que aquello se debe a la falta de instrucción teatral. Ésta nos enseña a gesticular, hacer mímica, movimientos suaves, fuertes etc. De tal modo que el teatro se vuelve fundamental en nuestras vidas. Quienes en su instrucción secundaria o preparatoria recibieron principios básicos de teatro, tienden a desarrollarlo. A la postre, aprenden a desenvolverse de forma adecuada en la vida. Se cubre la exigencia social.

Tampoco se trata de sobreactuar. De esta manera, el individuo, habiendo aprendido un mínimo de actuación, estará en condiciones de alcanzar sus más elevados objetivos. Aunque parezca mentira, el teatro tiene mucha más influencia en nuestras vidas de lo que aparenta. De nuestras pobres actuaciones, muy probablemente dependa nuestra pobreza en todos los aspectos. Al grado que, al ponernos la vida frente al más grande escenario que corresponda a nuestra vocación, de nosotros y nuestro histrionismo dependerá nuestra consolidación o nuestro fracaso. Todo por haber aprovechado o despreciado aquella clasecita. Nuestra “torpe” actitud en la que nos daba miedo enfrentarnos al público. Aunque fuese de compañeros. Aquellas miradas que desnudaban nuestra alma. Aquellas risas burlonas que nos incomodaban al máximo.

Cual si de la teoría Tomista se tratase: “La voz del pueblo es la voz de Dios”. Parafraseando pudiéramos decir: “La mirada del grupo es la mirada de Dios”. Por eso nos destantea, nos pone nerviosos, nos da miedo pero a su vez, y habiéndonos sobrepuesto, nos da la oportunidad de manifestarnos a plenitud. Y nos permitirá posteriormente pisar los más grandes escenarios.  Eso, aunque parezca mentira, lo puede lograr aquel pequeño e improvisado teatro presente en los escenarios escolares.        ¡Saludos amig@s!