Este museo de Morelia tiene la colección de Cristos más grande de México

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Morelia, Michoacán, Jueves 28 de abril de 2024.- Aprovecha la Semana Santa para visitar la colección de Cristos más grande de México que se encuentra en el Museo de Arte Colonial (Macol), a unas cuadras de la Catedral de Morelia.

Compuesta por más de 100 cristos de la época colonial, de diferentes estilos y materiales, la colección de esculturas integra en su mayoría piezas que representan a Cristo en la cruz, lo que permite apreciar una gran variedad de tipologías, materiales y elementos auxiliares que fueron utilizados por los artistas novohispanos para recrear la figura de uno de los personajes más representativos dentro de la historia del catolicismo.

En el recinto encontrarás esculturas de pequeño, mediano y gran formato, las cuales debieron formar parte del culto popular en diversos templos existentes en la amplia geografía que conformó el obispado de Michoacán, así como a particulares que les rendían culto desde sus capillas de tipo doméstico.

Entre las técnicas con las que fueron realizados estos Cristos, sobresalen la talla en madera policromada y la antigua técnica de origen prehispánico denominada como caña de maíz, con la cual la antigua cultura purépecha confeccionaba las imágenes destinadas a divinidades y que fueron retomadas por el territorio michoacano para realizar las imágenes de algunos de los personajes más representativos dentro de la tradición católica.

Foto: Museo del Arte

El Museo de Arte Colonial cuenta con visitas guiadas y está ubicado en la calle Benito Juárez #240, en el Centro de la ciudad; atiende a sus visitantes de lunes a viernes de 09:00 a 20:00 horas y fines de semana 10:00 a 18:00 horas.

Las sociedades precortesianas del territorio mexicano dejaron estimables muestras de su cultura, principalmente en piedra; mas no sólo utilizaron materiales duros sino que echaron mano de materiales más raros y de menor consistencia y duración.

En el amplio panorama del arte mexicano hay una técnica prehispánica particular de escultura liviana, cuyos principales componentes en su manufactura son el maíz y el maguey (base de la cultura mesoamericana). Con la llegada de los españoles en el siglo XVI, esta técnica se adapta formalmente a la iconografía cristiana, con el añadido de elementos técnico-estéticos propios de la cultura española.

Como resultado de un breve análisis de la información obtenida por algunos cronistas del siglo XVI, se desprende que en la capital del Virreinato de la Nueva España se desarrollaron técnicas tradicionales de escultura ligera, paralelas a aquellas que se manifestaron en el reino de Michoacán y en América del Sur.

Foto: Museo del Arte

Era costumbre de los tarascos, como lo fue de los etíopes, de los egipcios y de otros pueblos antiguos, llevar a sus dioses consigo a la guerra, pues creían que de este modo, sus deidades quedarían complacidas y les prestarían una ayuda más eficaz para vencer al enemigo; pero cuando eran derrotados, no era raro que sus ídolos quedaran en poder de sus adversarios, pues por su mucho peso no era fácil cargarlos para alejarlos rápidamente del sitio de la lucha, donde pudieran evitar ser tomados por sus contrarios como trofeo de gloria para ellos, a la vez que de vergüenza para los vencidos.

Los sacerdotes, ante la necesidad de evitar pérdidas tan dolorosas en caso de un descalabro de sus huestes, buscaron la manera de reducir al mínimo las probabilidades de que sus dioses quedasen en el campo de batalla a merced de los enemigos, y lograron con el tiempo y repetidos experimentos a obtener una pasta tan ligera y poco densa, básicamente elaborada con caña de maíz, que una escultura del tamaño de un hombre apenas pesaba seis kilos y, por lo mismo, uno solo de los tinietchas (sacerdotes destinados a llevar los dioses a la guerra) podía fácilmente transportarla a cuestas o en sus brazos por largas distancias sin experimentar gran fatiga.

Esta técnica artesanal, única en el mundo, nació en Michoacán; así que fabricar esculturas de médula de caña de maíz para representar ídolos se considera una invención netamente tarasca. La materia prima se obtiene de mezclar con tazingue (engrudo natural) el polvo que resulta de moler corazones de caña.

Los misioneros evangelizadores no se ocuparon solamente del quehacer religioso –su primordial objetivo–, sino también de adiestrar a los indios en los oficios que cada vez se hacían más indispensables.

Con la cristianización, los indígenas no perdieron su habilidad artesanal; la misma caña de maíz que había servido a la idolatría, fue la materia con que se empezaron a elaborar santos y crucifijos.

No obstante, la preparación de la caña presenta misterios no resueltos en la actualidad. Algunos textos mencionan sólo la caña de maíz descortezada, y cuando mucho añaden “que la caña después de seca sirve para hacer imágenes de bulto, juntando unas con otras”, pero ¿cómo se lograba el secado y cómo se separaba el azúcar?.

Las esculturas más reconocidas del estado de Michoacán son los cristos dormidos, llamados así porque tienen los ojos cerrados. la imaginaria en pasta de caña al servicio del cristianismo representa una de las primeras manifestaciones artísticas del arte mestizo

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