Filosofando: Sorpresas ambivalentes

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Sábado 21 de enero de 2023.- En la entrega de la semana anterior, la generosa redacción de nuestra revista Partidero regaló o escaldó a nuestros amables lectores con la nota de que en mi pueblo natal arrancó la feria anual con bombo y platillos, cual acostumbran mis paisanos abrir sus botellas de champán. Hubo inusitado y hasta tal vez inesperado movimiento, pues debido a la pandemia recién padecida por todo el mundo no se habían autorizado los eventos festivos en los dos años anteriores. Como ahora sí se abrieron las compuertas para las aglomeraciones y el ruido, la gente se volcó a las calles. Así de simple y así de sencillo. Todo mundo abrió las puertas de sus casas y salió a la calle a encontrarse con sus vecinos.

 

Como en toda feria popular que se respete, en ésta de El Grullo hay coronación de reinas, bailes de postín y populares, corridas de toros formales y jaripeos, peleas de gallos, serenatas y vendimia de comidas al contentillo. Y como somos un pueblo guapachoso, pues aquello ha sido en toda esta semana reseñada, un contento de convivencia. Por supuesto que se dejaron venir los hijos ausentes, de los que cada vez hay más en la unión americana. Muchos de ellos ya están emigrados o tienen permisos de residencia y se trasladan en formato vacacional para estas fechas. Los lugareños entienden que estos visitantes especiales traen la bolsa repleta de dólares. Sus desembolsos abundantes o recortados son una esperada entrada de divisas que no falla.

 

Poco a poco se han venido introduciendo a este maremagnum de eventos festivos, ciertas variantes necesarias que se inscriben al formato del rubro cultural, más serio desde luego, y que no ha de faltar en la balumba de nuestras manifestaciones de exterioridad. Muchachos que se dedican a la pintura arman exposiciones de talleres y muestran al público su más reciente producción. Lo mismo ocurre con ejecutores de música instrumental, que dan a conocer los avances logrados en la búsqueda del virtuosismo al que penden dominar. Así hay pues conciertos, exposiciones, sesiones de ballet, presentaciones de libros, eventos de calidad.

 

La nota antes mencionada refería que este año escogió el comité de fiestas bautizar al pabellón cultural con el nombre de este redactor, cosa que vino a removerme mi inveterado narcisismo, cual le ocurre a cualquier homenajeado en cualquier momento en que se le entreveran tales ajustes. Me dispuse a asistir a prácticamente todos los eventos organizados por el pabellón y, apoyando a los entusiastas organizadores, le fuimos dando cuerpo a todas las iniciativas. El día miércoles hubo un conversatorio con el titular del pabellón, lo que se vino a considerar como el evento central de lo montado.

 

También participamos con toda enjundia en la presentación de la novela Piticoy, la revolución del nahual. Este libro fue escrito por Oscar Sánchez Riveroll, columnista del diario Milenio. Es un documento extenso de casi medio millar de páginas, de buena factura y de lectura ágil. Desde aquí se recomienda su lectura, pues no cansa y sí deja al lector un sedimento de apertura y conexión con muchos de los acontecimientos del pasado que han signado a nuestra entidad. En la presentación, este redactor se centró en la personalidad mítica del que echa mano el autor, que viene siendo uno de los hitos de nuestra revolución mal contada y peor entendida: el guerrillero Pedro Zamora de la Torre.

 

Hablar de Pedro Zamora, sus actos personales y la trascendencia de sus hechos, justo en el corazón del territorio en donde desenvolvió sus estratagemas y contribuyó al triunfo de la causa revolucionaria que sacudió a nuestro país al inicio del siglo XX, viene a ser un reto. Por supuesto que no hay un consenso positivo a la hora de abordar la memoria de este personaje. Resulta complicado descorrer las nubes de humo con que se le ha ocultado, sobre todo a partir de una consistente y persistente leyenda negra que se urdió en torno a su obra y a su propia vida.

 

El trance de presentar la novela generó en los asistentes interés visible por indagar en serio sobre el sentido de fondo de luchas tan costosas aquí rememoradas. Por supuesto que antes de dar pasos más adelante, habría que descorrer en serio las cortinas de humo que la reacción levantó en contra de este personaje y de todas las banderas de lucha que agitaron Pedro Zamora y sus seguidores. Ya veremos de ocuparnos con más calma en bordar sobre estos materiales, de los que alguna información hemos logrado acumular.

 

Pero todo el gozo de estos acontecimientos, tan nuestros de Jalisco, se vino al pozo, cuando nos enteramos que en el norte del estado, en el entrañable Colotlán, aparecieron por fin los cuerpos de las tres muchachas y de un joven que se les habían vuelto humo. Hallaron, infortunadamente, sus cuerpos sin vida en una fosa común en el pueblo de Tepetongo, Zacatecas, pueblo cercano ya a nuestro estado en la región norte. Esta noche vela toda la población a los restos de sus seres queridos y el día de mañana, domingo, al mediodía les darán la sepultura que merecen. La comunidad completa se ha volcado a acompañar a los familiares, pues se trata de una pérdida no sólo irreparable, sino trágica e injusta. Así de fino borda el destino. Nuestras condolencias más sinceras a estos dolientes de Colotlán, de quien este redactor guarda tan gratos recuerdos. Un abrazo sincero.

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