Gaviota-Peña: matrimonio político y divorcio convenido

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Bajo el encabezado: ¿En dónde está “la pareja presidencial”?, hace seis meses (12 de agosto de 2018) publicamos esta columna:

Lo que más se sabe de Peña Nieto es que la primera semana de agosto se fue de vacaciones. Y le faltan sólo tres y medio meses para entregar el mando formal y retirarse a gozar de la riqueza que haya acumulado como gobernador del Estado de México y como jefe del Poder Ejecutivo federal.

Pero resulta sintomático que mientras Peña Nieto, a quien desde hace mucho no se le ve al lado de su esposa, descansó en el país, ésta –o sea, la última primera dama de México– se pasee por Europa como princesa en ciudades como Roma, Madrid y París. Por cierto, en un restaurante cercano a los Campos Elíseos, fue donde la retrató el periodista de Univisión, Francisco Cobos.

Eso de que cada quien de la “pareja presidencial” (…) ande por su lado de paseo, empieza a dar lugar a sospechas de un nuevo distanciamiento entre Angélica y Peña Nieto. Hay quien asegura que el contrato sexenal estaría por fenecer.

Casi un mes después, el 4 de septiembre del año pasado, el periodista Salvador García Camarena  dio a conocer, al final de su columna en El Universal, que Los Pinos le confirmaron como un hecho tal separación.

El viernes pasado, Angélica Rivera –La Gaviota, por su telenovela Destilando Amor– confirmó los decires de su distanciamiento e inminente separación definitiva luego de que el expresidente exhibiera sus andanzas en España con la modelo potosina Tania Ruiz Eichelman, y en Instagram lamentó la situación y dijo que tomó la determinación de divorciarse.

Un script preconcebido de aparente mutua conveniencia a un mes de haber aparecido juntos en el sepelio del padre del gobernador del Estado de México, Alfredo del Mazo. Fue algo así como: “Tú me das un motivo, te exhibes y yo anuncio el divorcio”.

Eso para nadie es una sorpresa. Desde el principio, tales nupcias se vieron como un contrato temporal por mera conveniencia política que, millonadas de pesos de por medio, promovió y convino la televisión (Televisa) para que la esposa sirviera como gancho para ganar las elecciones de 2012.

Durante la campaña escuché decir al populacho que votarían por el priista, no por gracia suya, sino por su mujer.

Y vaya que para lograr sus fines –poder, fama, dinero y viajes por el mundo a cargo del Estado–, a ninguno de los dos le importaron los medios: involucrar con cierto cinismo, y hasta someter, a la Iglesia a sus intereses.

Al año siguiente de la sospechosa muerte de Mónica Pretelini (Proceso-18-01-07), ocurrida el 11 de enero de 2007, Peña Nieto y Angélica empezaron a noviar, pero fue hasta 16 de diciembre de 2009 cuando se comprometieron en matrimonio, tras visitar ambos al Papa Benedicto XVI, gracia a los buenos oficios de Carlos Aguiar Retes, arzobispo de Tlalnepantla –hoy cardenal y titular de la Arquidiócesis de México,

Finalmente, tras conseguir Angélica la nulidad matrimonial con José Alberto El Güero Castro, el matrimonio del gobernador mexiquense con la actriz tuvo lugar en la catedral de Toluca el 10 de noviembre de 2010, poco antes de iniciar su carrera por la Presidencia. La ceremonia fue presidida por el arzobispo de Chihuahua, Constancio Miranda.

Lo que hizo que las segundas nupcias de ambos se convirtieran en una grave irregularidad, fue que la actriz  solicitó del Tribunal Eclesiástico de la Ciudad de México que declarara nulas las primeras nupcias que habían tenido lugar el 2 de diciembre de 2004, después de vivir varios años juntos y tener tres hijas.

Su alegato fue que ese enlace fue inválido “porque él no creía” en tal compromiso; que el acto se llevó a cabo en una playa de Acapulco; que no hubo amonestaciones, ni anillo ni lazo, y que el celebrante –el sacerdote José Luis Salinas Aranda– no firmó el acta.

No obstante, Salinas Aranda aclaró que la misa en Acapulco fue una ceremonia de acción de gracias y renovación del contrato formal ante la Iglesia, y que él solamente dio la bendición en acto posterior al matrimonio, realizado en la iglesia de Nuestra Señora de Fátima en la Ciudad de México por el padre Ramón García López, conforme a lo dispuesto eclesiásticamente.

Todos los supuestos planteados por Angélica Rivera, le valieron al sacerdote Salinas la suspensión de su ministerio por parte del arzobispo y cardenal Norberto Rivera Carrera.

Ante la presunta injusticia cometida por Rivera Carrera en contra del padre Salinas Aranda, el obispo José Andrés Corral, el entonces rector de la Universidad Iberoamericana, Enrique González Torres, y el mismo nuncio apostólico en México, Christopher Pierre, conminaron al afectado a iniciar un proceso ante la Rota Romana (máximo tribunal católico). Así lo hizo el 9 de julio de 2012.

El jesuita González Torres escribió una carta a las autoridades eclesiásticas en la que, entre otras cosas, anotó: “Es muy triste que por condescender a una señora que pretende casarse con el gobernador del Estado de México, Enrique Peña Nieto, se haga toda una injusticia” en contra de Salinas Aranda. Para esa fecha, éste estaba enfermo de cáncer.

Al final, la defensa del demandante sostuvo que la sentencia del Tribunal Eclesiástico de la capital era “incorregiblemente nula porque al ahora solicitante y apelante le fue negado todo derecho de autodefensa”.

El 7 de octubre de 2015 Salinas Aranda murió sin haber sido restituido en su ministerio.

Y ahora, el contrato sexenal entre EPN y Angélica ha concluido legalmente apenas. De hecho, desde el escándalo de la Casa Blanca en el que ella fue involucrada aparentemente sin su total consentimiento, vivían en cabañas separados, en la residencia de Los Pinos.

Este es el fin de la telenovela… y sólo el esbozo de la corrupción peñista que inmoralmente involucró a tantos. Y a la misma Iglesia.

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