Gritaron en silencio

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Guadalajara, Jalisco.-A plomo cae el sol. Lejos queda la sensación invernal. La energía de las marchistas derrite el ambiente. La fuerza de las mujeres rompe la normalidad. Por supuesto, ¿qué esperaban? La violencia no debe ser normal; el acoso no es normal; el abuso sexual no es normal. La indiferencia no es normal. Se impone derribar la normalidad. Terminar con las apariencias que mantiene la moral tolerante, permisible, prudente. Todo eso que sostiene el andar de las “buenas conciencias”.

Mujeres estudiantes de la preparatoria y la universidad del Tec de Monterrey, campus Guadalajara comienzan por tomar su pañoleta morada y alistarse para participar en la marcha del silencio, que recorrerá todos los rincones del campus. Una marcha para denunciar el acoso sexual, la discriminación y la violencia que sufren día a día en la territorialidad educativa. Pero, no solo es por eso, la rabia y la indignación manifiesta en sus jóvenes rostros, es por el silencio y la indiferencia de algunas autoridades frente a la violenta situación.

Poco más de trescientas universitarias y preparatorianas tomadas de las manos inician su andar. Decidieron gritar en silencio, porque el silencio aturde, incomoda, perturba, indigna. Porque el silencio jamás debe silenciarse. Porque las voces se escuchan menos que los silencios. Porque los gritos se pierden el tiempo. Porque el silencio es el grito de la solidaridad, el color de la empatía, el latido de la amistad.

El silencio, el silencio permanece. El silencio cala. Lastima. Perfora la conciencia. El silencio es el rugido de la ofensa. El silencio es el grito que jamás se había escuchado en el Tec de Monterrey.

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