Helicopterazo y el “golpe inesperado” de Salinas

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Criterios

Si bien, Andrés Manuel López Obrador reaccionó atinadamente frente a la trágica muerte de la gobernadora poblana, Martha Érika Alonso y de su esposo y antecesor, Rafael Moreno Valle, al iniciar de inmediato las investigaciones y mantener informada a la sociedad, hay algunos apresuramientos.

Una de las premuras fue adelantar que, de acuerdo con los primeros peritajes (de Marina) “no hay indicios de explosivos” en el helicóptero desplomado.

Esto lo afirman cuando todavía no intervienen los peritos extranjeros que prometieron de autoridades en el ramo y fabricantes del aparato y cuando se sabe que una nave puede caerse por muy distintas razones, hasta por balazos desde tierra. Así sucedió en Villa Purificación, Jalisco el 1 de mayo de 2015  por disparos de bazuca efectuados por el Cártel Jalisco que lo echaron abajo. El saldo, una docena de muertos.

Ahora bien, el aparato de la desafortunada pareja gubernamental, volaba sobre zona dominada por huachicoleros. Funcionarios de Moreno Valle habían sido señalados de tener ligas con alguno de estos grupos, hipótesis que no se descarta investigar.

Premuras como ésta pueden dar al traste con el asunto, que será una prueba de fuego y parteaguas definitivo para generar confianza en el accionar del nuevo gobierno; o pondrá en duda su credibilidad porque esto no es cuestión de consulta popular que le pueda dar una salida en caso de yerro.

Otros errores, intangibles tal vez, vienen desde hace rato y son del propio AMLO o sus gentes que declaran demasiado sin medir consecuencias.

Desde antes de asumir como presidente, hablaba y prometía sin medida. Esto, para nada es recomendable como mandatario. Cualquier dicho suyo toma una dimensión inimaginable. Así, más temprano que tarde puede ser rehén de sus propias palabras.

De hecho, ya es víctima, en alguna medida, de sus dichos. Por ejemplo, su reacción frente a los que sin la mínima prueba lo acusan, mediante bots  en redes sociales, de “criminal”. Su reacción a botepronto el miércoles 26 fue acusar a “grupos neofascistas que están enojados por nuestro triunfo”.

Antes la había emprendido en contra del Tribunal Electoral, tras su decisión en favor de la fallecida gobernadora: “fue equivocada; yo diría, antidemocrática” y prometió no visitar Puebla. Esta reacción predispuso en su contra a muchos poblanos, y no sólo a quienes habrían votado en su contra. No creo que haya olvidado la investidura que le dio muy ampliamente el pueblo mexicano.

Ayer, su calificación apresurada en contra de quienes abuchearon a la secretaria de Gobernación, Olga Sánchez, en el sepelio de los políticos muertos, tampoco midió sus palabras y generalizó primero al decir que fueron “los de derecha, los conservadores, además de la hipocresía, y de caracterizarse  por ser muy corruptos, también son mezquinos”. Después matizó: “No quiero generalizar”.

En tanto, Miguel Barbosa, candidato perdedor de Morena había dicho que Martha Érika no sería gobernadora. Hirió a muchos electores. Hoy pesan mucho más sus palabras. Se malinterpretan tras la tragedia. No se descarta que aspire a gobernador sustituto.

Por tanto, mientras no se tengan las investigaciones completas con la participación internacional, lo mejor que debe de ocurrir es que las autoridades enmudezcan. En boca cerrada no entran moscas.

Además, ahora resulta que la “caja negra” no estaba blindada y que se quemó.

Y un dato más: el campesino dueño del terreno en donde cayó la aeronave, Reynaldo Coyotec, declaró ayer a Gabriela Hernández, corresponsal de Proceso en Puebla, que el helicóptero “cuando yo lo vi venía ardiendo de su colita” antes de caer.

Salinas y el “golpe inesperado”

El 6 de noviembre, en la conmemoración del medio milenio de El Príncipe, de Nicolás Maquiavelo, Carlos Salinas de Gortari –no pudieron elegir mejor exponente de esta doctrina-, dio un mensaje encriptado que ahora podría empezar a desvelarse:

“Estamos ante un momento maquiavélico porque la República está ante un gran riesgo, el de renacer o desaparecer-, quien se prepara para gobernar, tiene que prepararse para el golpe inesperado”.

Algunos interpretaron esto como una amenaza de golpe de Estado en contra del neomandatario por el encono mutuo.

Otros se preguntan: en el supuesto de un atentado en el perdieron la vida otras tres personas (dos pilotos y un ayudante del matrimonio), si no es este el “golpe inesperado” al que hacía referencia Salinas, bien para desestabilizar o para marcar el rumbo.

La pregunta es: ¿de dónde o de quién vendría?

En su tiempo se pensó que Salinas quiso autodestabilizarse con  los casos Posadas, Colosio y Francisco Ruiz Mssieu. Al inicio dio un “golpe inesperado” con la defenestración de Joaquín Hernández Galicia, La Quina.

Andrés Manuel predica no al odio, sí a la paz, la justicia y el amor al prójimo, aunque a ratos arremete en contra conservadores hipócritas, corruptos y mezquinos.

Cree también que quienes no están con él están contra él.

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