Amado Aurelio Pérez
Comentario de Armando Mtz. Moya al texto anterior de Amado Aurelio: Me parece muy original su planteamiento de la micro ficción. Me gustaría que pusiera más ejemplos, que nos sirvan de guía orientadora para buscarlos.
Respuesta de Amado Aurelio: Transfiero uno de los considerados modelos para dar respuesta, al Dr. Moya:
Microrrelato de Julio Torri: La humildad premiada https://narrativabreve.com/2013/11/microrrelato-julio-torri-humildad-premiada.html.
El texto de hoy: Juan Martínez, un observador de instantes.
Las publicaciones disponibles en el México cultural de los años sesenta, setenta y ochenta, eran sobre todo manifestaciones de ebullición de grupos nucleados en la personalidad de los gurús, de cada una de ellas. Hay que recordar que Proceso se vuelve el bastión del pensamiento político liberal luego del golpe Echeverrista a Excélsior, donde Paz dirigió la revista PLURAL, de donde salió en solidaridad con Julio Scherer, quien fundó posteriormente la revista Proceso.
Desde el primer número, el 6 de noviembre de 1976, la revista Proceso y hasta pocos meses antes de su muerte ocurrida el 19 de junio del 2010, Carlos Monsiváis, animó la sección cultural. El texto primero se titula: El palacio del aire fino. Versa sobre una sesión de baile en el California Dancing Club y su última colaboración, llamada Semiótica bárbara, fue sobre el asesinato de Arturo Beltrán Leyva en Cuernavaca, Morelos. Paz, por su parte se había curtido ya en el trajín de ser editor, seleccionador y animador de polémicas políticas.
Laurel la gran antología que preparó para la editorial Séneca: Villaurrutia, Paz, et.al. (1941), quienes excluyen, al poeta Jorge Cuesta, sin más noticia que el desdén de los cuatro, antologadores, Los autoexiliados, de dicha antología siguen siendo leídos por los jóvenes lectores quienes, en la mayoría de los casos, ni idea tienen de aquel affaire. Jorge Cuesta, por su parte, pasó a la historia del arbitraje poético y definitivamente, marcó con su antología. Igual pasó con los excluidos de poesía en movimiento del editor siglo XXI.
Durante casi cincuenta años Juan Martínez y su poesía han sido descartados por el estatus cultural de México y es por esto que para el público lector ha sido un desconocido. Sobre este poeta y su obra se desplegó un largo silencio (silenciar es el arma favorita de los envidiosos con poder) que ni siquiera pudo ser roto por la constancia de su poderosa obra poética, que como ya dijimos tempranamente editó Juan José Arreola en Las palabras del viento (1959), de sus poemas que le publicaron Sergio Mondragón y Margaret Randall en la década de 1960 en El Corno Emplumado, del libro: Ángel de fuego (1978). Indudablemente, otros muchos se interesaron en la Poiesis de Juan Martínez: sobresalen Alberto Blanco, Cortes Bargallo, y Círculo de Poesía. [1]
En las palabras del viento
a José Luis Martínez
¡Generación!
Oíd vosotros la palabra del viento que habla por
[el hálito de mi nariz.
Olvidado el mundo de su atavío, y el pájaro de
[su concupiscencia
encontré la sangre esparcida del alma de los
[pobres y de los inocentes,
y no la hallé precisamente en excavaciones,
sino en todas estas cosas que tocamos a diario con
[nuestra mirada,
mis entrañas encendidas clamaron y guardé su
[enojo para siempre,
la amargura de mi corazón penetró hasta mis tuétanos,
las aguas en lo alto detuvieron su paso y la lluvia faltó,
miré la tierra y he aquí que estaba asolada y vacía,
los montes temblaban de pánico, los cielos oscurecían,
y los andamios de mi cerebro como jaula de pájaros,
[se encontraba de engaño,
mis ojos no vieron ni mis oídos oyeron,
entonces subí hacia el mediodía y cabalgué llanuras
[como la sombra de la tarde
y he aquí lo que encontré y traigo para vosotros:
no os alegréis todavía, simplemente es un sepulcro abierto,
uno para cada uno, valientes perseguidores de la verdad.
Mudado el negro su pellejo y el leopardo sus manchas,
escalaremos la noche, abatiremos su heredad
y desde los rincones de la sombra extravagantes
[partidarios elogiarán nuestros modales,
mas nuestros pensamientos acompasados descansarán
[bajo muros distintos,
el betún del silencio reunirá recuerdos panfletarios de
[la tierra dormida,
la fuente de la noche derramará sus silicatos,
y con ávido dedo recorrerá los labios del suicida
que estará con la náusea de su mareo celeste.
Abajo, numerosas familias de acrídidos moribundos
repasarán el lenguaje de las constelaciones,
y en su simiente alada,
como poetas con sus palabras viajarán por un clima más vasto
que el imperio del sueño.
Soledad: creo que no estaré solo en las gigantescas y
[solidificadas planchas de sabores,
cualitativas porciones han mezclado su alma a los asuntos lejanos,
donde ladridos de perros y croar de ranas avivan ciudades,
perturbando al príncipe de una patria de imágenes.
¡Pero y los otros! Los malaventurados que proclama-
[ron acrofobia por temor a la nada,
con langorosos violines en la punta del alma,
y no apoyaron su frente en la última estrella,
ni uniendo la fisura de sus labios se ungieron con los
[enjambres del silencio,
y al oír el silbido más puro de la perdiz errante
[tornaron a construir bufandas para pájaros,
los que con brasas pálidas bajo las cenizas de sus plantas
ignoraron por siempre la estatura del viento,
y en olor de suavidad no abrevaron en las colmenas del olvido,
esos no entrarán nunca a los hermosos climas del espacio
[y el sueño.
Sergio Mondragón le dedicó a Juan Martínez un número de homenaje en la revista memoranda, en el cual participaron muchos de los amigos de ese poeta que indudablemente es Juan Martínez. En el valle sagrado es una publicación de 1985 para la Universidad Metropolitana, separata de la Revista Casa del Tiempo. La secretaría de cultura de Jalisco publicó la obra completa de Juan Martínez en la colección clásicos de Jalisco.