Hurgar con catalejos

Hurgar con catalejos

Amado Aurelio Pérez

1990aapc@gmail.com 

 

SARA URIBE

La literatura tratada en las plataformas es ligera y accesible para todos. Particularmente cuando se trata de tic tok. No estamos hablando de un curso de literatura, sino de entretenimiento por encima de todo.

Harold Bloom en su libro: El canon occidental, define el concepto Canon,  como una “elección de textos que compiten para sobrevivir, ya se interprete esa elección como realizada por grupos sociales dominantes, instituciones educativas, tradiciones críticas; ahora como huella de nuevos tiempo, se vive en un vivir en presente continuo y con una visión lineal del tiempo, pensamos que el pasado es más o menos uniforme, invisibilizando lo que subyace, pero en el momento en el que la violencia de Estado alcanza los cuerpos civiles con los que nos relacionamos, el suelo que pensábamos firme se abre frente a nosotros para mostrarnos su interior y sus capas en forma de cadáveres (como las fosas clandestinas, por ejemplo), en forma de huesos, en forma de cenizas, y lo que hay alrededor de estos estratos es el duelo colectivo que se mueve dinámicamente entre los mismos individuos, dando como resultado la sensación de estar en una meseta del dolor y de muerte, tomamos conciencia de que aparentemente era invisible y naturalmente pasado, para así concentrarnos como comunidad.

Este movimiento comienza como un acto ético por parte nuestra, pero rápidamente se convierte en política; como dice el poema de Sara Uribe: “No quería ser una Antígonapero me tocó” [p. 17].

Para Heráclito la ley, entendida como nomos, es uno de los ejes centrales que posibilita el pleno desarrollo de la pólis. Es el orden o condición necesaria e indispensable para la existencia y funcionamiento de la ciudad.

Antígona González es la historia de una mujer del norte de México, de una zona devastada y desintegrada por la violencia, que busca desesperadamente el cadáver de su hermano Tadeo, así como la Antígona de Sófocles busca el cadáver de su hermano Polinices para darle sepultura, contra la orden de su padre, el rey.

Si bien Antígona González debe su nombre a la heroína de Sófocles, y se subraya su vinculación con la exigencia de memoria y con el duelo, este silencio existe en torno al hecho de que la obediencia de Antígona a las leyes ancestrales que representan la memoria y el cuidado de los muertos no alude a la universalización del lenguaje político y jurídico de los derechos humanos, sino que se dirige —en la tragedia de Sófocles— a la obediencia a las leyes del Hades vinculadas con lo sagrado y con lo divino.

El término nomos ha tenido significados tan dispares como ley, ordenanza, principio, uso, costumbre. El mismo ha pasado por varios estadios, en los cuales no sólo fue modificando su significado, sino también su alcance. Su complejidad semántica, así como la relación que, desde los distintos planos, filosófico, literario o histórico, se ha establecido entre éste y otros términos (physis, dl/ce, thémis, etc.), nos permite pensarlo como una categoría genérica que se ha ido especificando a través de su uso, llegando a obtener significados cada vez más precisos. La muestra más clara de esto se puede ver en la relación que dicho término ha mantenido con el término physis: si bien en algunos momentos ambos fueron identificados como sinónimos, por lo que, a través de nomos y no sólo de physis, se designaba a aquello que era por naturaleza, en otros períodos, sobre todo en los siglos y y IV a C., ambos términos fueron contrapuestos, motivo por el cual nomos pasó a designar a aquello que era por convención, en contraposición a aquello que era por physis.

¿DÓNDE SE HALLÓ EL CADAVER?

¿Se le hace normal que un autobús desaparezca y los

pasajeros muertos aparezcan en fosas?

El texto de la poeta queretana afincada en Tamaulipas Sara Uribe, publicado en Sur+ ediciones, ha sido objeto de numerosos estudios académicos y seminarios en los contextos latinoamericano, español y estadounidense, y en 2016 apareció su traducción al inglés por John Pluecker. Antígona González, como otros textos de la tradición contemporánea latinoamericana, puede considerarse un texto de duelo que, mediante complejas estructuras poéticas de apropiación, singularización y colectivización, busca dar cuenta de una problemática sistémica y de la magnitud de las consecuencias de la guerra no convencional en la que se encuentra inmerso México.

Nomos (griego: νόμος) es una palabra griega que se ha traducido al inglés como “costumbre”, “uso”, “ley” o “norma”. Puede referirse tanto a leyes escritas como a normas sociales no escritas, y a menudo se usa en contraste con otros conceptos como physis (orden natural) o lex (ley). En la antigua Grecia, nomos se usaba para describir las costumbres y tradiciones de un ciudad-estado o región en particular.

Nombrar el horror, por visibilizar (de forma profunda y honesta) la terrible presencia de la violencia en el norte de México. Es una propuesta valiente, oportuna, necesaria, que consigue estremecer, reclamar, convocar al lector (razón por la cual ha conseguido, creo, una respuesta tan inmediata y amplia entre la crítica especializada).

El tiempo se retorcía sobre sí mismo y el lenguaje se opacaba, el personaje heroico luchaba y sufría por defender su nomos, por entregarse a deseos, empresas o emociones disidentes, por la soledad inherente a su condición excesiva. La Atenas del siglo V a.C., vehiculó la expresión de la inestabilidad, la incertidumbre y las contradicciones de una sociedad atravesada por una profunda crisis de valores y amenazada por la guerra.

Uno, las fechas, como los nombres, son lo más importante. El nombre por encima del calibre de las balas. Dos, sentarse frente a un monitor. Buscar la nota roja de todos los periódicos en línea. Mantener la memoria de quienes han muerto. Tres, contar inocentes y culpables, sicarios, niños, militares, civiles, presidentes municipales, migrantes, vendedores, secuestradores, policías. Contarlos a todos. Nombrarlos a todos para decir: este cuerpo podría ser el mío. El cuerpo de uno de los míos. Para no olvidar que todos los cuerpos sin nombre son nuestros cuerpos perdidos.

Me llamo Antígona González y busco entre los muertos el cadáver de mi hermano.

 

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