Incierto futuro de periodistas frente al poder

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Partidiario

Criterios

Por principio de cuentas es plausible la austeridad con que piensa manejarse la partida destinada este año a comunicación social (4 mil 711 millones de pesos) por parte de la Presidencia, según lo anunció Andrés Manuel López Obrador este 17 de abril. Ojalá lo cumpla y no pase lo de 2018, cuando Peña Nieto, que tenía asignados 3 mil 952 millones, se gastó más del doble, casi 9 mil millones, mil 600 millones menos que en 2017.

Es tiempo que se limiten los recursos destinados a la autopromoción, sobre todo en la televisión y grandes medios, cuando el dinero se daba en función de su buen comportamiento hacia el jefe del Ejecutivo.

Sin embargo hay, por otro lado, una cuestión preocupante por la tensa relación existente, y alimentada casi a diario por el propio AMLO en sus mañaneras conferencias de prensa.

Debido al proceder de algunos periodistas –o supuestos–, activistas o condescendientes publirrelacionistas en dichas conferencias, que más parece que la hacen de bots en vivo, en directo y a todo color, para replicar y patentizar que no sólo existen los robots en las redes sociales para entrar en defensa incondicional del presidente, sino que hacen preguntas a modo que parecen convenidas de antemano.

En la comparecencia del lunes 15 de abril, Marco Antonio Olvera Jiménez, vocero legislativo del PT, planteó al presidente… mejor dicho, le puso la charola:

“El viernes pasado estuvo aquí un reportero, yo le diría, ´cirquero´ (Jorge Ramos) del Grupo Televisa, filial de Univisión, increpándole por el tema de la inseguridad en el país. ¿Qué sabor de boca le dejó que reporteros vengan a increparle y que acallen la violencia que existe en el país a cambio de publicidad?”.

Respondió AMLO: “El otro día vi, con motivo de esta controversia, a un columnista diciendo que los que venían aquí no eran buenos periodistas; que Jorge Ramos sí era muy buen periodista. No. Yo pienso, con todo respeto, que discrepo. Creo que ustedes no sólo son buenos periodistas, son prudentes porque aquí los están viendo, y si ustedes se pasan, pues ya saben lo que sucede. Pero no soy yo, es la gente; no es conmigo, es con los ciudadanos que ya no son ciudadanos imaginarios. Hay mucha inteligencia en nuestro pueblo, antes se menospreciaba a la gente.  Entonces ¿qué digo? Pues que vamos a garantizar las libertades, diálogo circular, debate, cuestionamientos con respeto y mensajes de ida y vuelta, porque también eso es importante. Dicen: ´Es que el presidente no debe desacreditar a los medios´. ¡Ah!, los medios sí pueden desacreditar al presidente y él no se debe de defender, se tiene que quedar callado. Esto si no. Voy a ejercer mi derecho de réplica siempre, con respeto”.

Vinieron algunas reacciones, como la organización Artículo 19 que vela por la libre expresión en el país, que interpretó el dicho por AMLO de que “si ustedes se pasan, ya saben lo que sucede”, como una advertencia a los reporteros.

Santiago Salamanca, de Artículo 19, afirmó que el mensaje que dio el presidente es una autorización y una instigación para realizar cualquier ataque u hostigamiento contra los periodistas”, y criticó que sea él quien diga cómo deben de comportarse los medios y los periodistas o comentaristas, y que diga el castigo que van a recibir: “No soy yo, es la gente. No es conmigo, es con los ciudadanos”.

Por de quien viene la alerta y quienes la reciben, puede ser tanto como: “al ataque mis valientes”.

En toda entrevista o conferencia de prensa, del presidente para abajo, se está expuesto a los cuestionamientos, y hay muchas formas de interrogar: suaves, indirectas, directas, agresivas o fuertes. Depende de las circunstancias. Ciertamente, hay estilos para todo y cada cual tiene el suyo, hasta parecerle, para el escucha común, que una pregunta les resulte ofensiva sin serla.

No creo que Jorge Ramos se haya excedido. Que es agresivo en sus cuestionamientos, sí, lo es, pero de ahí a que sea “cirquero” o haya faltado al respeto, no. Y en honor a la verdad, AMLO mantuvo el equilibrio y la calma cuando el reportero y presentador lo refutó con datos de que la inseguridad continúa y los homicidios dolosos (8 mil 524 en los primeros tres meses del nuevo gobierno (sin contar los 249 feminicidios ocurridos en el mismo período (Alejandro Hope en El Universal), que significan 108 más muertes que en último trimestre de Peña.

Pero independientemente de datos, de si son precisos o no, deben reconocerse las buenas intenciones del actual gobierno, aunque las estrategias, si las hay,  se asemejan, hasta ahora, a las de Felipe Calderón, sin ton ni son… todavía.

También son de tomarse muy en cuenta las famosas “mañaneras” y el vigor de López Obrador que no muestra signos de cansancio. Tal vez estar permanentemente frente a  cámaras y micrófonos sea precisamente lo que le da esa fuerza, aunque también lo expone –como ya ha ocurrido– a ser víctima de sus propias palabras.  A veces se contradice sin el menor rubor o cae en la tentación de reclamar, de calificar y descalificar, de particularizar y acusar de “adversario”, “fifí”, “neoliberal” y de juzgar a todo el que disiente mínimamente de su forma de ser y actuar, con aquel mesiánico: “Quien no está conmigo está contra mí; quien no junta desparrama”.

Eso sucedió el 15 de abril cuando le preguntó el publirrelacionista petista al presidente para que soltara sus reclamos, consignas y hasta expresiones como para que sus millones de seguidores vean como enemigos a cazar –señaladamente algunos fanáticos– a los comunicadores preguntones y articulistas incómodos. Ese es el riesgo, aparte de los que de por sí conlleva este oficio a lo largo y ancho de México„ y no únicamente es el peligro relativo de las mofas, calumnias y ataques que puedan darse en las “benditas redes sociales” y sus bots, sino posibles ataques físicos.

Cuán bueno sería que AMLO hiciera una recapitulación de sus dichos y meditara un poco sus expresiones, en bien de la no división del país, porque quien no junta no sólo desparrama, sino que confronta a la sociedad misma.