La ciudadanía se volcará en las urnas

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Felipe Cobián Rosales
Como en 1994, las elecciones ahora pueden ser tan cuantiosas como entonces, porcentualmente hablando.
En ese año, la concurrencia a las urnas fue del 77 por ciento. No ha habido otra igual. Ni siquiera la de 2000 cuando por primera vez hubo alternancia. Vicente Fox fue elegido. Entonces, el porcentaje rondó el 64 por ciento del padrón.
En aquel año, el del 94, había tanta ira contra Carlos Salinas que la gente acudió a votar con ganas de tumbar al PRI. No se logró. El astuto presidente salvó al candidato sustituto, Ernesto Zedillo, como Manuel Bartlett lo salvó a él cuando propició que se cayera, y se callara, el sistema electoral. Bartlett era titular de Gobernación y cabeza del organismo electoral. Impidió que llegara Cuauhtémoc Cárdenas, tras una elección muy competida en la que participaron Manuel Clouthier y el propio Salinas.
Hoy –cosas de la vida, o del oportunismo–, van con Andrés Manuel López Obrador, Bartlett y la hija del panista, Tatiana Clouthier.
Pero estábamos con lo de la ira nacional contra Salinas a quien muchos tacharon de presidente ilegítimo por la forma como llegó y gobernó al país dándole rienda suelta a un neoliberalismo descarnado con un barniz mal puesto de “solidaridad” que concluyó con una gran devaluación del peso, contenida hasta el último día de su administración y que le explotó a Zedillo.
No sólo eso. La administración salinista dejó muchas y dudas que llegaron hasta el involucramiento de un miembro de su familia en el narco. Incluso, los hijos de Manuel Clouthier tuvieron la sospecha de que el accidente carretero donde éste perdió la vida, había sido provocado.
Así empezó el llamado salinato. Pero terminó peor, entre notables hechos de sangre. El primero fue el asesinato del cardenal Juan Jesús Posadas Ocampo el 24 de mayo de 1993. Las líneas apuntaron a Los Pinos según investigaciones coadyuvantes de la PGR de las que hemos dado cuenta aquí.
Luego, el estallido del Movimiento Zapatista en Chiapas en los primeros minutos de 1994; la muerte de Luis Donaldo Colosio el 23 de marzo de ese mismo año por supuesta insubordinación al presidente. Luis Colosio, padre del candidato priista lo calificó como un crimen de Estado.
El 28 de septiembre del mismo año, fue ejecutado José Francisco Ruiz Massieu, exgobernador de Guerrero, exdirigente nacional del PRI y cuñado de los hermanos Salinas de Gortari. El crimen se atribuyó a Raúl.
Finalmente, la gran devaluación.
Por todos estos acontecimientos, la sociedad estaba agraviada y masivamente (77 por ciento) acudió a las urnas el primer domingo de julio de 1994. No sea porque Diego Fernández de Cevallos, quien había ganado el debate, se echó para atrás, la ciudadanía no pudo lavar sus agravios. El Jefe Diego se había convertido en amigo cercano del presidente.
Los electores tuvieron que esperar seis años más, hasta los comicios de 2000, y la participación fue la ya citada del 64 por ciento y ganó Fox.
Este domingo, dados tan grandes agravios peñista: la “Casa Blanca”, “Estafa Maestra”, mucha corrupción, violencia, narcotráfico e impunidad, los ciudadanos se volverán en las urnas en busca de su reivindiación.
La participación que se espera va más allá del 70 por ciento. Ni duda cabe.

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