La “fresaficación” por el voraz desarrollo inmobiliario en algunas colonias de Gdl

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Arquitecto Jorge Fernández Acosta

Lunes 1 de abril de 2024.- La Gentrificación –que en alguna ocasión denominé FRESIFICACIÓN– ha devenido a  convertirse en una estrategia de beneficios apócrifos y de sofismas inmobiliarios con virtudes ambiguas. La marca internacional de rentas al aire con cama y desayuno ha transformado la manera en que los usuarios demandantes de servicios de hospedaje elitista se hacen de lugares para estancias temporales a precios que afectan los valores financieros de la renta local.

Esto se traduce en la modificación de los entornos hacia escenarios cuya estética se configura por la aparente mejora de la planta física y la proliferación de negocios oportunistas que, a su vez, propician condiciones de intercambio comercial de ganancias a costa de la expulsión de los habitantes originarios de una comunidad.

La colonia Americana en Guadalajara no ha escapado al influjo mediático internacional que la ha situado como la colonia más fresa del mundo y la cataloga como el mejor logar para ser y estar en esta tierra pródiga. Tal circunstancia ha provocado la demanda de cuartos, habitaciones y pisos sin precedente en el sistema de la hospitalidad tapatía. Los precios de los inmuebles se han elevado en grado superlativo y la rentabilidad comercial de esos espacios ha inducido la aparición de diversas maneras de habitar y divertirse. Se han adecuado las formas y han cambiado los modos para ejercer el usufructo de los lugares destinados a esos fines.

La vivienda ha experimentado nuevas dimensiones que la oferta, por arte de magia, consigue hacerla atractiva, tanto a los inversionistas furtivos como al público que anhela los lujos y privilegios de la corriente de moda para sentirse digno del status y así quedar inmerso en la onda INN.

Aunado a ello, nos encontramos en situación de que la autoridad que regula y pretende controlar los usos de suelo y las calidades edificatorias, basadas en la denominada REdensificación, ha incurrido en omisiones y permisividades que han ocasionado la proliferación de edificios que violentan el estado de derecho y abusan, por tanto, de la pretendida y falaz interpretación del Derecho a la Ciudad.

Los planes parciales y las normas urbanísticas en ellos contenidas son una mera caricatura que cualquier inversionista aguzado logra brincar y utilizar en su favor; Obvio, en colusión con los eternos gestores que trafican, mediante sus eficaces artilugios e influyentismos, para conseguir las prebendas que hacen posible la construcción de torres que violan las reglas y se yerguen airosas en el horizonte de la ciudad para afectar, las más de las veces, negativamente las rancias costumbres tapatías en cuanto a hábitat y habitabilidad se refiere.

Esto ocurre no sólo en La Americana. Lo podemos constatar en Providencia, Jardines del Bosque, la colonia Monraz, Chapultepec, Jardines Alcalde, Miraflores y en muchos otros sitios adecuados para el voraz interés inmobiliario. Construcciones que deberían contar con cuatro o quizá cinco niveles en función de la relación de coeficientes –COS y CUS; de ocupación y uso potencial de suelo edificable en función de las dimensiones del predio– aparecen y las observamos de más de 7 ó 9 y hasta más pisos sin más explicaciones de que la Licencia está AUTORIZADA. Hay sospechas –y no piensen mal porque de pronto le atinan–.

Es el caso de un edificio que se construye en la esquina suroeste de la confluencia entre Libertad y Bruselas, en donde el plan parcial y el visor urbano indican que allí solo se pueden levantar 5 niveles. Como ya lo mencioné, se sabe que la licencia concede 7 niveles y, otrosí, además aprueba la edificación de unidades con dimensiones mínimas para que sean más fáciles de rentar temporalmente mediante el esquema aplicable de la firma mundial de hospedaje, de moda. Negocio redondo.

Los Directores Responsables de Proyecto y Obra de edificación hacen honor al silencio cómplice. El municipio tergiversa y malinterpreta la norma y aprueba son ton ni son, en detrimento del cumplimiento de la ley, construcciones intrusivas. Se hace homenaje a la argucia y se rinde pleitesía al oportunismo. Estamos en manos la política de la barbarie urbana, en contra de los intereses auténticos y legítimos de los vecinos y de los ciudadanos que aspiramos a vivir en entornos de privilegio para la convivencia civilizada.

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