La Guerra
Alfonszo Rubio Delgado
Desde siempre, ha habido una inclinación de los individuos hacia la Paz. En tratados, pláticas, sermones, homilías y tratados serios, destaca el concepto. Las organizaciones mundiales y tratados internacionales fueron montados como guardianes de la Paz. Aunque lejos han estado de lograr su cometido. Todo sigue funcionando al ritmo impuesto por los señores de la guerra. Mismos que de su lugar de acción hacia el resto del mundo, imponen la violencia. Pero, pero de allá p’a acá, se hacen los desentendidos. Esto es, no quieren ser tocados ni ofendidos. Ni con malas intenciones, mucho menos con todo aquello que ellos recetan a “los mal portados”.
En términos “normales”, la guerra: “lucha armada entre dos o más naciones o entre bandos de una misma nación” es algo ajeno a las sociedades. Pero el conflicto, como forma menor de la guerra, nunca desaparece. La añoranza de muchos individuos por “parasitar” es muy marcada. “Vivir sin trabajar” hace a muchos “humanos” cometer barbaridades. ¡Corruptelas, robos, asaltos, delitos y actos contrarios a toda ética o código de normas propias de dioses o de hombres!
Desde el libro de Joel, hasta Calicles o Heráclito en filosofía, sin dejar de lado a grandes tratadistas como Tzun zu, Nietzsche o Maquiavelo, la guerra ha sido bien dimensionada. Sus alcances feroces a la vez que fatales.
Ahora bien, para salir de los estados de opresión en qué se han visto sometidos, los seres humanos han utilizado aquel vehículo. También ha servido para defender lo propio en caso de ser pretendido sin apego a las reglas. Cuando la esclavitud toca a la puerta del burgués, este somete al gobernante, mismo que somete al proletariado. Ello a través de las fuerzas armadas y la ley. Todo en favor del capitalista.
Esto es, como lo aprecia Rousseau. Es decir, cuando la esclavitud se apodera de la sociedad. En esta presión destructiva, los actores se preparan para la contienda que los libera de las ataduras. De este modo, la guerra es el vehículo en que los pueblos encuentran su liberación. Ello, por los desequilibrios causados por el movimiento social. Por la tiranía ejercida por grupos delincuenciales que se habilitan como gobernantes. También por el sometimiento exterior.
Mantener un equilibrio sano entre el conflicto y la paz es altamente complicado, sobre todo cuando se pertenece a una unidad allende las fronteras. También cuando la descomposición social en que valores de todo tipo se caen. Cuando se neutralizan los sexos y el camino lleva a ningún lado. Sobre todo, cuando lo más sensible es tocado: los niños. La guerra viene a ser un gran remedio. Ante estos males generados por el movimiento social, en determinadas circunstancias, la guerra es tan necesaria, como lo es la paz.
También existe en la sociedad la forma salvaje de violencia en que la mujer le exige al varón ser su esclavo de por vida, si quiere perpetuar la especie. Misma que muchos individuos aceptan. Ello de manera inconsciente. “Valores entendidos”…