La llorona
Alfonszo Rubio Delgado
De las versiones de la llorona que he escuchado, la de mi pueblo no se parece a ninguna. De acuerdo a la situación geográfica, la leyenda cambia. Que si hay un río, la llorona ahoga a sus hijos en él. Posteriormente y habiendo y siendo destruida por su consorte, se aparece en algún lugar del rio, gritando y llorando por sus hijos. Luego, si existe mar en un lugar determinado, aquella ahoga a sus hijos en él, con lloriqueos parecidos a los que, según la gente, ahoga a sus hijos.
El caso es que, el lugar cuenta mucho. En mi lugar de origen, no hay río, mar y otro accidente geográfico que lo identifique. Tampoco algún manto acuífero que nos de una pista en relación al plagio del cuento. Eso no significa que no exista la propia versión. Muy original, sin adaptaciones ni ideas extrañas. Compuesto. el relato por verdaderos pensadores.
El caso es que la versión dice lo siguiente. Estando la llorona atendiendo a su marido, los recursos empezaron a fallar. Al principio, y por la presión del marido de tener carne en la mesa, la llorona se empieza a desesperar. Así, la protagonista fue salvando la situación. Consiguiendo aquí o allá, lograba dar de comer al ogro. Hasta que llegó el momento en que nadie les daba crédito. Los niños de la pareja empezaron a desaparecer. Al preguntar por ellos, el personaje glotón, buscaba distraer la atención. Ante aquella espantosa falta de recursos, la llorona, pensó que era buena idea sacrificar a sus hijos. Ello para aprovechar la carne y de ahí darle al marido. Curiosamente, la carne, al intento de consumirla, cobraba vida. Luego, suplicaba al padre no comerla. Pues se trataba de los propios hijos lo que cocinaba. Al final, por sacrificar y cocinar a sus hijos, la llorona es eliminada por su esposo.
Nótese cómo ese relato es un reflejo de lo que ocurre a las familias mexicanas. Siempre una señora, a la que obvio se le negó la comida en su niñez. Ahora no le es suficiente lo que gana el marido. Siempre querrá más, no importando la forma. El caso es que siempre tiene que haber comida en la mesa, sin importar lo demás. Luego, por este desbalance, se complica la situación. Estando los hijos, en edad de formar sus propias familias, se le complica al máximo. Pues los padres con sus impulsos destruyen y consumen el patrimonio de sus hijos.
Aunque esto no lo hagan de manera literal. Lo que pudieron hacer no lo hicieron. No ahorraron recursos para cuando llegara el momento de la despedida. Sus hijos no logran salir de sus casas. No hay forma de facilitarles recursos económicos, pues en su tiempo y momento, los padres dispusieron de algo que no les pertenecía. Debió aquel recurso de etiquetarse, pues la glotonería y la irresponsabilidad dejaron una carga muy pesada a las generaciones posteriores. Cosa que, si no hubiera ocurrido, les daría la posibilidad y libertad de encontrar una actividad adecuada a sus habilidades. Misma que le permitiría adaptarse a la sociedad de la cual forman parte.
Ahora, sin ese impulso, los jóvenes se verán obligados a tomar cualesquier actividad por esclavizante que sea. Todo por unos padres un tanto irresponsables. Ellos no dudaron en consumir el futuro de sus hijos. Mismos que ven un sendero sombrío. Aquellos, al hacerle frente a la vida, se dan cuenta que algo falló. Lo que muy probablemente los mantenga en el constante fracaso.
¡Saludos amig@s!