La Policía Metropolitana

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Criterios

Surge la Policía Metropolitana con una serie de dudas y cuestionamientos, desde la concepción hasta su organigrama, pasando desde luego por sus mandos. Todo ello abonado por los constantes fracasos de quienes pretenden crearla, empezando por Enrique Alfaro Ramírez, quien llegó a Guadalajara con dos promesas a los tapatíos, acabar con el comercio ambulante y resolver la seguridad pública, misma que se deterioró aceleradamente en las últimas administraciones.

Alfaro logró contener el comercio ambulante, no sin generar inconformidad social por la forma represiva en que lo hizo, sin embargo la  seguridad pública no tuvo avances, antes bien en la percepción ciudadana se agravó. No le ayudaron a Alfaro los cuestionamientos y los rumores sobre sus alianzas y las de los alcaldes de Tlajomulco de Zúñiga, de Movimiento Ciudadano, con la delincuencia organizada. Todo ello venía generando desconfianza en la ciudadanía y sobre todo en los aspirantes a realizar una carrera policial, quienes se abstienen de participar en las corporaciones naranjas, por el evidente riesgo implicado.

Tampoco ofrecen garantía las administraciones municipales que se han  distinguido por su ineficiencia y deshonestidad, desde Tlaquepaque que sufre en sus filas la lucha entre los dos grupos de la delincuencia organizada que se disputan el control de la Zona Metropolitana y en que se han visto envueltos si no todos, la mayoría de los directores de seguridad pública que han pasado por sus oficinas. Sin olvidar los policías sacrificados en esa lucha que quedó fuera del control de los gobiernos federal, estatal y municipal.

Qué decir de Tlajomulco origen de la corriente que hoy gobierna el Estado y sus presidentes municipales en las principales ciudades, en que se hizo su centro de operación en producción y venta de drogas, además del escandaloso robo de hidrocarburos. O será que Guadalajara, Zapopan, El Salto y Tonalá son ejemplos de eficiencia policial, en sus constantes señalamientos de corruptelas y el aumento de todos los índices delincuenciales, asociado a la impunidad y torpeza con que se dirigen las políticas de seguridad pública.

Uno de los principales cuestionamientos a la creación de la Policía Metropolitana es la declaración del Coordinador Estatal de Seguridad Pública, que se habrá de designar un militar a la cabeza de dicha corporación. La experiencia de las sociedades es que cuando a los gobiernos se les cierra el mundo y no encuentran salida para resolver la inseguridad, optan por la solución de fuerza, misma que invariablemente representan los militares, cuya única garantía que ofrecen es la disciplina ciega sobre los elementos, hasta la aberración de cometer delitos de violencia y la consecuente violación de derechos humanos. Además acompañada de la falta de formación de los militares de las disciplinas que requiere la seguridad pública, para enfrentar los distintos niveles y características de delitos y faltas administrativas.

Todo parece indicar que la creación de ese organismo, no es otra cosa que el intento desesperado de desviar la atención de la incompetencia de los gobiernos naranjas en el tema y el afán de ganar tiempo, en tanto un rayo milagroso de luz los ilumina para encontrar la solución, misma que se aprecia lejana a su capacidad.

No logran entender que el problema no es de simple organización, a la que además se suma la falta de interés de mejorar los recursos, si no a la desconfianza social que genera su torpeza e incompetencia además de la evidente corrupción de las corporaciones que han administrado a través de seudopolicías y militares delincuentes.

Parte de la estrategia de operación es la asociación entre el gobierno del Estado y el Secretario de Seguridad Pública Federal, que venden a la sociedad como la solución milagrosa la creación de zonas con la Guardia Nacional, misma que también carga con sus propias contradicciones y el concepto errado. Ahora pretenden ofrecer en paquete complementario una policía integrada por los municipios metropolitanos, concepto desarrollista desde el punto de vista sociológico, antes que una concepción social válida, para mejorar la calidad de vida de los habitantes, en los distintos componentes.

Se han anunciado diez acciones para hacer de la corporación eficiente, destaca entre ellas la homologación salarial, que pretende otorgar uno de los salarios más altos del país, que encabeza Zapopan. Dicha corporación vivió el impulso salarial de Héctor Vielma, quien en un inicio les otorgó un aumento del ocho por ciento, camino que de alguna manera han seguido las siguientes administraciones del municipio.

Vale como ejemplo que si el salario resolviese el problema, la corporación de Zapopan sería seguramente un modelo nacional. Además si el salario fuera la solución para hacer eficientes las administraciones, tendríamos excelentes administradores en los municipios y el estado, por las tradicionalmente generosas retribuciones. El tema de la seguridad pública solamente nos deja  un sentimiento común entre los jalisciense de depresión,  de incredulidad en gobiernos torpes e insensibles, que inútilmente buscan salidas en callejones cerrados.

Habrá que cargar con la nueva ocurrencia, con las experiencias que se repiten desde Emilio González de ineficiencia, corrupción, violación sistemática de los derechos humanos y asociación delictuosa con los grupos más violentos de la delincuencia organizada, lo que ahora convertirá en más grave la bendición del gobierno federal. Situación que de alguna manera no sucedió en el anterior gobierno, que a pesar de la connivencia delictiva de los funcionarios estatales la federación en términos generales se mantuvo ajena. Aunque el modelo que ahora se pretende implantar es la repetición de una ocurrencia fallida de la anterior administración, llamada Policía única.

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