A nivel internacional, se han venido construyendo algunas leyendas sobre la narcopolítica en México. Por ello, cuando se dió a conocer que el general Cienfuegos había caído en Estados Unidos de Norteamérica, nadie (o muy pocos) se atrevieron a meter las manos por él.
Como es bien sabido, el exsecretario de Defensa de México, Salvador Cienfuegos Zepeda, fue detenido en Los Ángeles en octubre. Los señalamientos y acusaciones en su contra fueron graves.
Por motivos que permanecen incomprensibles, fue devuelto a México en noviembre, supuestamente para ser juzgado acá. Hace unos días, las autoridades mexicanas lo exoneraron por completo, y el presidente López Obrador acusó a la DEA y otras instancias estadounidenses de haber fabricado las pruebas en contra del mando castrense. Se habló de una investigación deficiente, sustentada en unos cuantos mensajes telefónicos.
Sin duda alguna se trato de un hecho histórico para la vida contemporánea de nuestro país.
Al respecto, resulta impredecible la actitud que asumirá el recién electo presidente del vecino país de Norte sobre el caso Cienfuegos.
En la detención del general, la queja del gobierno de México fue que nunca se le avisó de la investigación y mucho menos de la detención que estaba tejiendo el gobierno de Estados Unidos (probablemente por obvias razones, se trataba de una investigación contra un alto exfuncionario, que debía tratarse con sigilo).
Por su parte, el gobierno de Estados Unidos se quejó de que México había vulnerado tratados internacionales, dando a conocer a la sociedad en general el expediente completo, con el que se detuvo y envió a prisión a Cienfuegos. Publicar tal información viola el Tratado de Asistencia Legal Mutua entre México y Estados Unidos, y cuestiona si Estados Unidos puede continuar compartiendo información para apoyar las propias investigaciones criminales de México, señaló el vocero del Departamento de Justicia.
La acusación no era sobre cualquier cosa, se le acusó de narco y ello, considero, tiene que aclararse, pues si ésta resulta infundada, mínimo el gobierno estadounidense tiene la obligación de resarcir el daño causado no solo al general Salvador Cienfuegos, sino a México en general.
Lo anterior al causar un gran daño moral a una nación que en los últimos años ha sido estigmatizada como un narcoestado. La amenaza ahí está latente, “no habrá más cooperación entre ambos gobiernos en materia de seguridad”.
Además, pienso que, si tras el caso Cienfuegos se tensa la cooperación entre ambos gobiernos para combatir a la delincuencia organizada, ésta última sería la más beneficiada.
Ante la presión social y mediática sobre este caso en particular, el gobierno federal tomó la decisión de hacer público el expediente con la intención de transparentar el tema, “lavándose las manos” y evidenciando a la DEA como un ente incompetente.
El presidente de México, Andrés Manuel López Obrador reiteró en una de sus conferencias de prensa, que el expediente que la DEA realizó contra el ex secretario de la Defensa Nacional, Salvador Cienfuegos Zepeda, en donde lo acusó de nexos con el narcotráfico y por el cual lo arrestó en octubre pasado; no era profesional, y señaló que dio a conocer dicho documento porque no le iban a creer que la investigación era incipiente.
Por su parte, el fiscal Alejandro Gertz Manero, se lanzó contra la DEA por este caso y manifestó su intención de llevar a instancias internacionales este asunto; cuestión que también parece inédita y probablemente sea la mejor manera de encontrar la verdad en este espinoso caso.
El nuevo presidente de Estados Unidos y el presidente de México, Andrés Manuel López Obrador, prácticamente no se conocen. Se reunieron una vez, en 2012, cuando Biden, entonces era vicepresidente de Barack Obama.
Una nueva relación se está escribiendo entre ambos mandatarios, y un pendiente que tienen sobre un caso relevante de seguridad y justicia es el Salvador Cienfuegos, esperemos que se esclarezca este conflicto y se aplique la justicia.
Y en caso de que los norteamericanos se hayan excedido o equivocado, los mexicanos esperamos sus disculpas y se repare el daño causado.