LOS CANDIDATOS Y SU PROPUESTA DE SEGURIDAD PUBLICA

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La cantidad de información que surge de las campañas electorales tiende a contaminar cualquier intento serio de solución de los problemas que agobian a la sociedad jalisciense. Suponiendo que hubiera algunas propuestas sólidas en su propósito.
A la de por sí difícil solución de los problemas por la falta de conocimiento de los aspirantes, se suma la falta de interés por resolver, que como consecuencia nos lleva a la simulación y la manipulación como actos de prestidigitación de los funcionarios electos.
Si a lo anterior se agrega la creatividad de los aprendices de brujo de que se rodean los candidatos, tenemos una alta posibilidad de caminar sin rumbo. Una explosiva combinación de fallas y errores que dificultarán la solución. La dificultad estriba entre otras condiciones, en la imposibilidad de separar las soluciones de simples ocurrencias y desde luego de la incapacidad de conocer si la oferta es viable para resolver el fenómeno, así como si las condiciones de una administración lo permitirán.
Como factor complementario tenemos, que no podemos separar los efectos administrativos de la contaminación de los factores electorales de una democracia viciada, en que las condiciones económicas entre otras causas han pervertido los procesos. Así tenemos que quienes participan en las elecciones lo hacen para resolver problemas económicos apremiantes. Ello convierte las elecciones en alternativas de solución laboral tergiversada y como consecuencia en un voto de varias maneras clientelar, al ser comprometido a una respuesta de tipo laboral o de beneficio administrativo.
El pago del voto al elector o al líder que acerca los votantes como una recompensa administrativa, tergiversa el sentido de la elección democrática, al priorizar un premio a quien vende los votos y no el compromiso de administraciones eficientes y honestas. Lo que genera entre otros vicios, abusos de gasto corriente con enorme plantilla laboral, con carga a la ineficiencia de los servicios o la invención de supuestos proyectos de administración.
Por la emergencia que representa la seguridad pública podemos decir que es la demanda más urgente por los niveles de gravedad, si no es por los dramáticos ribetes de avanzado estado de descomposición que ilustran entre otros hechos, las denuncias de desaparición de personas.
Fenómenos como la corrupción de las corporaciones, se suman a la impunidad que genera un sistema de justicia rebasado y la impotencia de una autoridad que no encuentra la salida. Sin embargo para el elector es difícil conocer cual propuesta electoral es viable ante los ribetes de publicidad electoral, mediante la cual los candidatos como vendedores de plaza ofertan sus productos mágicos que curan todas las enfermedades.
La sensación de que tratan de engañarnos nos genera una natural desconfianza. Y es que las acciones de quienes administran nos han hecho incrédulos. Acostumbrados como estamos a ofertas de solución y al final recibir manipulación informativa, no distinguimos la intención de los candidatos, lo que aumenta nuestra actitud defensiva de personajes y ofertas.
Podemos inferir de cualquier manera que hasta el momento nadie ha hecho una propuesta de solución viable, desde el momento en que en cada elección nos venden la misma receta aunque cambien los placebos, además de que la mayoría de quienes presentan las ofertas vienen de administraciones fallidas.
Para el caso que nos ocupa, la seguridad pública, es evidente que quienes dicen conocer para resolver, en primer caso lo han intentado o cuando estuvieron en posición de resolver no lo hicieron, bajo la sospecha de que no tuvieron la intención de hacerlo, elemento primario para resolver cualquier asunto. Nos queda la sensación que nos engañaron y continuarán haciéndolo como conducta patológica, en caso de resultar electos, recetándonos notas periodísticas y mensajes manipulados en redes.
Por las propuestas que los distintos candidatos emiten nos damos cuenta que ninguno tiene clara la solución, sus respuestas parecen recetas para salir del paso, lo que pareciera un afán de distraer o en el mejor de los casos ganar tiempo para encontrar una salida. Lo que es evidente es que no existe a la fecha una propuesta seria de diagnóstico integral de ningún candidato, del fenómeno de la inseguridad.
El enfoque que presentan es patético, los candidatos encuentran solamente cuatro o cinco elementos a resolver, cuando casos como los de los municipios de la Zona Metropolitana, presentan veinte variables a atender. Lo más cerca que se encuentran es enunciar algunos de los síntomas o declarar alguna verdad de Perogrullo como la “falta de prevención social”.
Si no logran definir el “Que”, menos atinarán “Cómo”, “Cuando” y “Cuanto”. Es evidente que si no conocen el fenómeno en su integralidad, menos sabrán la ruta o procedimiento para resolverlo. Es lógico también que por la complejidad del fenómeno y la imposibilidad de diagnosticarlo, tampoco puedan establecer el tiempo y los recursos necesarios para resolverlo, que bien pudieran considerar razonable el mediano plazo para el primer caso y el nivel de compromiso financiero para el segundo.
Todo conduce a sentirnos manipulados suponiendo que actúen conscientemente, en la vertiente contraria deprime saber que seremos administrados por incompetentes e indolentes. Lo que no logran entender los candidatos es que la confianza no se obtiene mediante la manipulación o la prestidigitación verbal, que la ruta correcta es brindarle al elector alternativas serias y viables. Sin embargo queda la duda de la intención de resolver, parecieran candidatos manipulados por intereses ajenos a la sociedad, para decirlo de manera elegante, factores que los utilizan para obtener beneficios en muchos casos al margen de la ley.

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